A puertas cerradas del público, el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente inauguró su edición número 25 ayer en el hall central del Teatro General San Martín. En medio de la polémica por la falta de un comunicado oficial que se posicione frente a la intervención, los despidos y el desmantelamiento del INCAA, y a pesar de sus eufemismos, el festival porteño recibió dos potentes maneras de los trabajadores de cine de hacerse ver, tanto dentro como fuera de la sala. Afuera, esperaban los integrantes de la asociación Unidos por la cultura, que se manifestaron pacíficamente llenando las ventanas del reconocido teatro con consignas. Adentro, el equipo de la película elegida como apertura del festival, la bonaerense "school privada alfonsina storni" dirigida por Lucía Selesleía un comunicado visibilizando la situación. La película, filmada íntegramente en una escuela de Victoria, también tuvo algo para decir. El equipo oficial del festival, rodeado de todos los frentes. 

Una movilización esperaba que las escalinatas del teatro porteño se llenen de figuras reconocibles de la industria cinematográfica. En los panfletos pegados en las puertas del teatro podían leerse las consignas “despidos + fin del fomento=censura”; “fuera Pirovano del INCAA” y “+ cine, + cultura, + ciencia, + educación”, y al grito de “el Incaa no se vende”, los acreditados se acreditaban. 

Pero el discurso oficial fue uno cargado de eufemismos. La ministra de cultura de CABA, Gabriela Ricardes elogió la gran cantidad de películas y agradeció a los artistas por apostar por el festival en estos "momentos de restricciones". También se remarcó el dato récord de que esta edición posee la mayor cantidad de estrenos de cine argentino de la historia del festival. Por eso mismo, agradeció a aquellos que hacen que el cine argentino sea posible: Mecenazgo, el proyecto de apoyo a producciones culturales de la Ciudad que apoyó "a por lo menos 20 películas del festival", a las embajadas de Brasil, Chile y Austria, y a las empresas, "que colaboran y que se unen en esta gesta que hace que BAFICI sea de todos y sea una política pública". No hubo más agradecimientos. 

Las puertas del teatro dicen.

El director artistico del festival, Javier Porta Fouz, que se pronunció personalmente frente a las acusaciones de silencio del festival en la red social X, también abrió su discurso refiriéndose a los momentos actuales como unos "en los que las cosas parecen desvanecerse en el aire", quizás refiriéndose a que, como comunicó en el mismo discurso, en diciembre aún no tenía la certeza de que el festival iba a tener lugar, a pesar de que no mencionó por qué justo en esa fecha el festival corría peligro. La razón permanece un misterio.

"El BAFICI va a ser el lugar, espero que así lo sea, así está planteado, para debatir un montón de cosas del cine argentino, para fortalecerlo como se merece. Ahora bien, necesitamos que el cine argentino no solo produzca bien, sino que distribuya bien y exhiba bien. Necesitamos al público y que las películas lleguen a ese público potencial. Sobre esos temas, sobre producción, sobre distribución y exhibición, está el BAFICI para que se hable con total libertad", afirmó y concluyó el director artítico antes de presentar al equipo de la película de apertura. 

Fue entonces cuando al escenario subió el equipo de "school privada alfonsina storni". Antes de cualquier cosa, los actores Pablo Ragoni, Ignacio Sánchez Mestre y Mirtha Busnelli leyeron a la sala un comunicado que escribieron entre todo el equipo de la película. "El gobierno nacional le ha declarado la guerra al sector cultural", afirmó la primera línea del texto. 

A pesar de aclarar que la película que se vería a continuación fue producida por fuera de las estructuras del INCAA (fue responsabilidad de GONG Cine, productora que lleva adelante el director español Gonzalo García Pelayo), se declararon no ajenos al sistema de producción, distribución y exhibición del cine argentino como un todo. "Sabemos que se trata de una excepción y, a lo sumo, de una descripción de nuestro modo de producción, nunca de un valor o de una aspiración. El recientemente designado presidente del INCAA, Carlos Pirovano, ha demostrado su total desprecio por el sector. La entidad se encuentra en una parálisis casi terminal que solo redunda en despidos de trabajadores, en el aniquilamiento de los mecanismos de recaudación y en la desaparición del fondo de fomento. Estas acciones se sostienen con campañas comunicativas que falsean la historia, cimentan la ignorancia e impulsan el resentimiento social", afirmaron. 

Los actores afirmaron que las razones para movilizarse en contra son muchas. "Pero no son las razones las que resisten. Son los cuerpos. Somos nosotros y nosotras. Cuidemos el BAFICI, cuidemos también el Festival de Cine de Mar del Plata, cuidemos nuestras instituciones. Cuidemos el INCAA, cuidemos nuestro cine, cuidemos los lugares de encuentro y de construcción de comunidad. Esta es una convocatoria a la resistencia y a la movilización activa", concluyeron. 

A pesar de que los micrófonos fueron devueltos a la dirección oficial del festival, la música de transición comercial sonó sobre sus intentos de disipar los aplausos y el clima de tensión. Los invitados se dispersaron para observar la función de la película.

Filmada en la institución Escuela Alfonsina Storni ubicada en Pasteur 3668, Victoria, la película es, en cierto punto, sobre la burocracia. Los docentes y trabajadores de un colegio privado deben reordenarse frente a la inconstancia de la rectoría, que cambia constantemente de manos, dejandolos huérfanos. Así, algunos pasan por el lugar de autoridad brevemente, otros vienen de afuera para ocupar ese lugar, otros se organizan para no acatar órdenes de nadie, otros son ajenos a las discusiones e intentan resistir en su pequeña parcela. 

Lo que no falta es la comedia y la belleza clásica propia de las películas de Seles, que puede evitar caer en el sentido común en el que pueden caer todas las cosas, e inventar un mundo propio que tenga su propio sentido, pero también sostener la belleza por la belleza misma. Hacer a sus espectadores olvidar que se ancla en un espacio de trabajo, y en el mundo contemporáneo, para sostener que lo más importante es lo sorprendente que puede ser ver cómo explota un paquete de caramelos si se lo pone bajo las vías del tren, o ver que entre una pareja se turnan pacientemente los auriculares para escuchar lo mismo. En realidad, llamar a otros para que vean cómo se pasan los auriculares, llamar a otro para que me felicite por vender mi primer helado, llamar a otro para que me ayuden a entregar un regalo, llamar a otros para que seamos dos. Pareciera que tanto adentro de la película como afuera, una sola persona no tiene la fuerza que se necesita para armar una escena.