Mientras los diarios focalizaban su atención en la posibilidad de un plan de retiro laboral para mayores de 60 años, la inminente construcción de un casino en Tigre, el empate 1 a 1 de la selección argentina con su par de Holanda en un amistoso y el lanzamiento del disco Honestidad brutal de Andrés Calamaro, el 1º de abril de 1999 la Ciudad de Buenos Aires era testigo del primer festival de cine independiente de su historia. Pasaron veinticinco abriles y el Bafici ya no es una cuestión exclusiva de cinéfilos, sino uno de los eventos más destacados y con más cantidad de público de la agenda cultural porteña, pergaminos que deberá revalidar a partir de este miércoles 17 y hasta el domingo 28 con su 25º edición. 

Durante ese período ofrecerá un menú de más de 280 películas, entre cortos, medios y cortometrajes, en quinientas funciones distribuidas en 13 salas de la zona céntrica. Las entradas pueden comprarse online en la flamante web Bafici.org (donde también puede descargarse el catálogo y la grilla de horarios) y, desde mañana, en los cines a un valor de $1500 la general y $1200 para estudiantes y jubilados.

El armado de un parque de exhibición con salas con mejor calidad de imagen y sonido -además de más confortables- que las del último par de años es un buen indicio para un festival que venía un tanto alicaído en esa materia. “El circuito de salas fue diseñado para que las películas se vean de la mejor forma posible y tener más comodidad en términos de horarios y presentaciones”, dice el director artístico del Bafici, Javier Porta Fouz. A la casi infaltable Sala Lugones –ausente solo en los años que el Festival coincidió con alguna de sus interminables refacciones– del Teatro San Martín, donde también funcionará el Punto de Encuentro, se sumarán las cuatro del Cinépolis Houssay, las dos del Centro Cultural San Martín, las tres del renovado Cinearte Cacodelphia, la del Museo del Cine Pablo Ducros Hicken (sólo los fines de semana) y dos del Gaumont. La más grande, la 1, tendrá actividad durante todo el día, mientras que la 2 tendrá un par de funciones nocturnas, lo que permitirá que las películas, especialmente las argentinas, “puedan presentarse en buenos horarios”, agrega.

De colegios y recitales

A partir del estreno en 2022 de la trilogía del tenis (Smog en tu corazón, Saturdays disorders y Weak rangers), Lucía Seles se convirtió en una de las voces más particulares del cine nacional contemporáneo. Luego de haber ganado el año pasado la Competencia Argentina con Terminal Young, Seles volverá a los primeros planos del Bafici gracias a la elección como película de apertura de school privada alfonsina storni, nueva incursión en el terreno de la comedia de personajes desajustados, centrada en esta ocasión en las vivencias de una empleada de un colegio privado que recibe un ascenso. “Es una película de una singularidad autoral”, dice Porta Fouz sobre quien también presentará fire supply, y agrega: “Hay una personalidad en su cine. Realmente es un cine firmado. Es un universo absurdo, poético, siempre con rencillas cotidianas o profesionales extrañísimos, y con observaciones jocosas. Es muy difícil definirla porque es realmente una propuesta muy singular”.

Ciclón fantasma, de Diana Cardini.

La clausura estará a cargo de Fuck You!, El último show. El flamante documental de José Luis García –que ganó el Premio del público en 2005 con Cándido López, los campos de batalla, y la Competencia Argentina en 2012 con La chica del sur– está hecho sobre la base del material inédito del concierto que Sumo dio en el estadio Obras Sanitarias en 1987, poco antes de la muerte de su cantante y líder, el legendario Luca Prodan. Fuck You! no estará sola en su búsqueda de revisitar grandes hitos del rock nacional, ya que también se verá –en una copia en 35 mm en perfecto estado de conservación– Adiós Sui Géneris, el documental filmado por Bebe Kamin durante los dos recitales de despedida que el dúo dio en el Luna Park en septiembre de 1975, seis meses antes del comienzo de la última dictadura cívico-militar.

El batallón argentino

La elección de películas nacionales para la apertura y la clausura se corresponde con el lugar relevante que tendrá el cine argentino en un catálogo con, otra vez, cortos y largos conviviendo a la par, sin distinción de duraciones. De hecho, según dijo Porta Fouz durante la presentación del festival, la inscripción local fue récord, por lo que varias de las elegidas tendrán solo dos funciones en lugar de las tres habituales. Una situación que contrasta con un contexto donde el grueso del sector siente su supervivencia en peligro a raíz de la motosierra y la “batalla cultural” del gobierno encabezado por Javier Milei. De qué manera impactará eso en las palabras de los directores durante las presentaciones previas a las proyecciones –especialmente en quienes armaron su esquema financiero con los aportes estatales como pilar principal, que son muchos– es uno de los tantos interrogantes de un presente con más dudas que certezas.

Hombre muerto, de Andrés Tambornino y Alejandro Gruz.

La oferta argenta es amplia y variada, para todos los paladares, y se desparrama por todas las secciones. Empezando por la Competencia Internacional, en la que estarán los largos El placer es mío, de Sacha Amaral, y La odisea de Kamatsu, de Leo Liberman y Sofía López Mañán. La primera tiene como protagonista a un joven que se dedica a la venta de marihuana y a establecer conexiones con personas que conoce a través de aplicaciones para robarles dinero, todo mientras la conflictiva convivencia con su madre lo lleva a emprender un viaje hacia el sur. La otra, a un japonés que migra a la Argentina durante la posguerra atraído por el mito de la existencia de una gallina de huevos verdes. Los cortos La pasión, de Lorenzo Ferro y Lucas A. Vignale; La vuelta, de Gastón Urquía Romano; y Lenny, de Nicolás Gontovnikas, completan la oferta celeste y blanca de este apartado.

Diecisiete cortos y trece largos conforman el corpus de la Competencia Argentina, que seguirá con la costumbre de entreverar producciones a cargo de directores nóveles con otras de realizadores experimentados. Entre los primerizos están Matilde Tute Vissani (Nunca fui a Disney), el tucumano Nicolás Aráoz (Barcos y catedrales) y Lorena Vega, que codirigió Imprenteros junto a Gonzalo Javier Zapico. Si el nombre suena familiar, se debe a que se trata de un desprendimiento de la obra autobiográfica homónima que la actriz y dramaturga viene presentando desde 2018 de manera casi continua, solo con un parate obligado por la pandemia. Cómo seguir contando la historia familiar cuando no se puede actuar es la pregunta central que intenta responder la película.

COMBO15, de Raúl Perrone.

El otro pelotón lo encabezan dos directores que ya saben de qué se trata competir en el Bafici: Raúl Perrone (COMBO15) y José Celestino Campusano (Territorio). Un pasito atrás los sigue Alejandro Fernández Mouján, quien vuelve a la silla plegable tras casi diez años para comandar –junto a Hernán Khourian– los destinos de Dejar Romero, un documental que sigue de cerca la experiencia de desmanicomialización encabezada por los jóvenes nucleados en el Movimiento por la Desmanicomialización en Romero. 

Andrés Tambornino fue uno de los responsables de El descanso, uno de los títulos emblemáticos de la primera etapa de Nuevo Cine Argentino. Después desarrolló una carrera mayormente en el área de montaje, aunque siguió dirigiendo. Realizada junto a Alejandro Gruz, su último trabajo se llama Hombre muerto, está protagonizado por Osvaldo Laport, Diego Velázquez, Daniel Valenzuela, Roly Serrano y Sebastián Francini y transcurre en un pequeño pueblo perdido entre montañas paralizado tras el cierre de una mina. Hasta allí llega un forastero con un paquete de billetes bajo el brazo, listo para ser entregado a quien esté dispuesto a matar al propietario de la mina.

Avezado en el arte fino de la comedia, Matías Szulanski es el director de Berta y Pablo, cuya protagonista visita la casa de su abuela fallecida para ver qué puede recuperar entre sus pertenencias y, entre unos libros, descubre que mantenía correspondencia con un hombre. Emiliano Serra tiene como principal antecedente la muy buena Cartero. En su último trabajo, Corresponsal, viaja temporalmente a la Argentina de 1978 para seguir a un corresponsal en medios afines a las dictaduras latinoamericanas que elabora un informe que provoca el secuestro de un médico exiliado y, al escribir las crónicas sobre el hecho para su encubrimiento, es perseguido por sus propios fantasmas.

Berta y Pablo, de Matías Szulannski.

Hasta esa época se retrotrae el prolífico Martín Farina para El cambio de guardia, sobre la amistad de casi cincuenta años que mantiene un grupo de hombres que se conoció en el servicio militar durante la dictadura. La sinopsis de Vrutos, de Miguel Bou, promete venganza, épica callejera, camaradería y guerreros de barrio a través de la búsqueda de revancha de un chico golpeado por rugbiers. Ciclón fantasma, de Diana Cardini, se centra en un grupo de personajes que buscan hacer realidad sus sueños en un espacio colmado de mitos y creencias como Luján, mientras que Marco Berger ensaya, en Los amantes astronautas, una nueva aproximación al deseo masculino. En la última Competencia, Vanguardia y Género, estará ¡Homofobia!, del inclasificable Goyo Anchou, una comedia acerca de un chongo que cree que su novia lo está dejando y, muy frustrado, decide seducir a un compañero de la escuela de cine. Y también la coproducción con Estados Unidos Bajo naranja, de Michael Taylor Jackson y con él, Sofía Gala Castiglione y Vera Spinetta en los roles principales.

Bajo naranja, de Michael Taylor Jackson.

 

El mundo en pantalla

Y hay, mucho más cine argentino. En la sección Noches especiales, por ejemplo, hay seis películas: La vuelta, de Guido Mignogna y Lucas Spósito; El agrónomo, de Martín Turnes; La estrella que perdí, de Luz Orlando Brennan; Las leguas, de Diego Fió; Martín García, de Aníbal Ezequiel Garisto, y Sola en el paraíso, de la actriz Justina Bustos y Victoria Comune. En el apartado Artes y oficios está programada Un tal Mario, debut en la realización de la periodista Mariana Mactas, quien aborda la figura de su padre, el también periodista Mario Mactas. Néstor Frenkel dará otro paso en su camino exploratorio de las áreas más bizarras del cine argentino con Después de Un buen día, al tiempo que Miguel Kohan estrenará la flamante Ánimu.

Pero no solo de competencias y cine nacional vive el Bafici, como bien saben quienes recorren el catálogo con el deseo inagotable de saciar sus ojos. Las secciones paralelas son viejas conocidas: Óperas Primas, Música, Cine sobre Cine, Nocturna, Comedias, Lugares, Artes y Oficios, Hacerse Grande, Familias, Pasiones, Retratos, Romances, Baficito y, las preferidas de muchxs, Rescates y Trayectorias. Casi todas las películas de Rescates son para alquilar balcones, pero entre las preferidas pican en punta la ya mencionada Adiós Sui Géneris; Después de hora, de un tal Martin Scorsese; L’Amour fou, de Jacques Rivette, y la imperecedera París, Texas, de Wim Wenders.

Paris, Texas, de Wim Wenders.

 

Es probable que la enunciación de los términos “trayectorias” y “Bafici” en una misma oración genere más de un hiperventilado. Y con razón, pues allí están los últimos trabajos de directores y directoras de amplio reconocimiento internacional. Como Hong Sang-soo, por ejemplo, que filma a un ritmo de dos o tres películas anuales como si fuera lo más fácil del mundo. En 2024, al menos por ahora, viene más tranquilo, y “solo” estrenó A Traveler’s Needs. La lista podría seguir con Alexander Kluge (Cosmic Miniatures), Bruno Dumont (L’Empire), André Téchiné (Les Gens d’à côté), Cristi Puiu (MMXX) y Jonas Mekas (Requiem). Todo listo, entonces, para una panzada de cine, aunque el mundo se venga abajo.