Desde Roma

En una plaza de San Pedro que parecía un inmenso jardín multicolor por la cantidad de decoraciones florales provenientes de Holanda y de Italia, unos 60.000 fieles y miembros de las Iglesia, según la prefectura vaticana, esperaron las palabras y la bendición del Papa Francisco el día de Pascua. En la mañana Francisco había presidido la misa celebrada en la escalinata de la basílica de San Pedro junto a la plaza, después de haber participado de las numerosas conmemoraciones de la Semana Santa.

Los guardias suizos protegieron la zona del altar mientras la banda de los carabineros italianos interpretó el himno nacional vaticano y el himno italiano, como se hace tradicionalmente en estas ceremonias.

Al concluir la misa Francisco hizo un largo recorrido sentado en el papamóvil y saludando a los miles de fieles que gritaban “Papa, Papa, Viva el Papa” y agitaban banderas, argentinas y brasileñas entre ellas. El pontífice saludaba con la mano en alto y siempre sonriente.

Pasados pocos minutos de las 12 locales, Francisco apareció en el balcón central de la basílica de San Pedro desde donde bendijo a los fieles y leyó su mensaje “Urbi et orbi” (a las ciudad y al mundo).

El Papa Francisco dedicó su mensaje de Pascua sobre todo a las guerras. “La guerra es siempre algo absurdo y una derrota. No dejemos que los vientos de guerra, cada vez más fuertes, soplen sobre Europa y el Mediterráneo. No hay que ceder a la lógica de las armas y del re-armamento. La paz no se construye jamás con las armas sino tendiendo las manos y abriendo el corazón”. No es la primera vez que Francisco condena las guerras. Ha hecho numerosos llamamientos por la paz e intentos por mediar en la guerra Rusia-Ucrania, pero sin resultados.

Los numerosos países latinoamericanos que pasan por difíciles situaciones políticas y económicas, excepto Haití, no fueron incluidos esta vez en el mensaje de Pascua donde el Papa en cambio pidió a Cristo “un mundo renovado” que concluya “con las guerras que se extienden” por todas partes, recordando en particular a todas sus víctimas, especialmente los niños.

Francisco habló en primer lugar de los dos conflictos que más preocupan hoy al mundo desarrollado: Ucrania-Rusia e Israel-Palestina. Sobre Rusia-Ucrania invitó al “respeto del derecho internacional” y manifestó su esperanza de que se concrete “un intercambio general de todos los prisioneros. ¡Todos por todos!”, dijo.

En relación a Israel-Palestina hizo un llamamiento para que se garantice la posibilidad de que Gaza acceda a las ayudas humanitarias, exhortando nuevamente por la “pronta liberación de los rehenes secuestrados el 7 de octubre pasado” por el grupo terrorista filo-palestino Hamas, el día que comenzó la guerra. Asimismo pidió “un inmediato alto del fuego en la Franja de Gaza”. “No permitamos que las hostilidades en acto continúen teniendo graves repercusiones sobre la población civil, ya exhausta, sobre todo los niños”, dijo el Papa.

En el mensaje Francisco también mencionó a Siria, que desde hace 13 años está en guerra, y al Líbano, un país con una numerosa población católica que desde hace tiempo sufre un “bloqueo institucional y una crisis económica y social, agravada ahora por las hostilidades en la frontera con Israel”. “Que Jesús consuele al amado pueblo del Líbano y apoye a todo el país en su vocación de ser una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo”,añadió.

Dirigiéndose al “pueblo haitiano” pidió que “cese cuanto antes la violencia que lacera y ensangrienta el país” y que éste “pueda progresar en el camino de la democracia y la fraternidad”. Haití está entre los países más pobres de América Latina, con una gran inestabilidad política y grupos criminales que ponen en peligro la seguridad de la gente.

Los Balcanes Occidentales, con quien “se están dando pasos significativos para su integración en el proyecto europeo”, y las conversaciones para un acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán, fueron otros dos puntos del mensaje. El Papa también manifestó su deseo de que “se abra un camino de esperanza a las personas que en otras partes del mundo sufren a causa de la violencia, los conflictos y la inseguridad alimentaria, como también por los efectos del cambio climático” y se dé “consuelo a las víctimas de cualquier forma de terrorismo”. Recemos “por los que han perdido la vida e imploremos el arrepentimiento y la conversión de los autores de estos crímenes”.

No dejó de lado por supuesto las crisis que viven otros países de Asia como Myanmar, pero tampoco todos los conflictos que padece el continente africano y que son poco difundidos en el mundo: Sudán, la región del Sahel, el Cuerno de África, la región de Kivu en la República Democrática del Congo y la provincia de Cabo Delgado en Mozambique. Y en este contexto mencionó una vez más otro tema que lo tiene siempre preocupado: el cambio climático, pidiendo a Jesús que “ponga fin a la prolongada situación de sequía que afecta a amplias zonas y provoca carestía y hambre”.

Francisco concluyó su mensaje condenando el tráfico de seres humanos que se desarrolla en los países más pobres y recordando a los migrantes.

“¿Cuántas vidas se compran y se venden por el creciente comercio de seres humanos?”, dijo. “Exhorto a cuantos tienen responsabilidades políticas para que no escatimen esfuerzos en combatir el flagelo de la trata de seres humanos, trabajando incansablemente para desmantelar sus redes de explotación y conducir a la libertad a quienes son sus víctimas”, añadió. “Que el Señor consuele a sus familias, sobre todo a las que esperan ansiosamente noticias de sus seres queridos, asegurándoles conforto y esperanza”, subrayó Francisco .

Y recordó a los migrantes de todo el mundo, “sobre todo aquellos que están atravesando un período de dificultad económica”. “Que Cristo guíe a todas las personas de buena voluntad a unirse en la solidaridad, para afrontar juntos los numerosos desafíos que conciernen a las familias más pobres en su búsqueda de una vida mejor y de la felicidad”, concluyó Francisco.