El ADN de la Argentina es diverso y riquísimo. La cultura, que guarda la memoria inalienable de los pueblos, es una clara muestra de ello. En ese marco, como una resonancia que trasciende el paso del tiempo, el arte wichí cobra una particular potencia. Frente a un presente de contantes ataques hacia los y las artistas, un colectivo de plásticos y poetas del Centro Cultural Tewok del Gran Chaco, apoyado por el Fondo de Arte de la Fundación Cebil, expone, a partir de este mes en dos notables galerías de arte de la región: BAC, de Salta, y UNCU, de Tilcara, Jujuy.

En ambos espacios, un conjunto de piezas dan testimonio de una cosmogonía ancestral, de una forma de entender el mundo, pero ¿qué vienen a decirnos hoy esas creaciones generadas por hombres y mujeres originarios? 

“Son parte de un largo proceso de renacimiento de la cultura wichí, donde tres generaciones del Centro Cultural Tewok sostienen las profundidades del arte milenario de la cerámica. Este camino fue posible gracias a la alianza y hermanamiento con la Fundación Cebil, organización que viene trabajando hace años en el fortalecimiento cultural y defensa de sus derechos interculturales y territoriales. Actualmente, los artistas se encuentran trabajando en un libro de arte wichí, en diálogo con curadores y críticos de arte especializados, que será presentado este año”, explica la gestora Verónica Ardanaz

Eugenio Martínez y Elvira Espejo Ayca (Imagen: gentileza Fundación Cebil). 

En la misma línea, desde la Fundación afirman que “El arte wichí es el fruto de un gran sueño comunitario”. Las obras en iñat (cerámica) expresan una parte de once cosmogonías de la cultura wichí del Gran Chaco. "Cada una renace del silencio, nukepatas, para anunciar un nuevo tiempo, hacia la escucha de los nuevos mensajes de la Madre Tierra, se trata de un arte vivo capaz de fortalecer la memoria ancestral y encontrar otras perspectivas para comprender la crisis social, cultural y climática del mundo contemporáneo”, revelan.

Arte en primera persona

Entre formas de barro, con algunas sombras y la tibieza de la tierra marrón, en las manos de Rosmery Élida Mendoza, nació una de las piezas expuestas. Ella narra en primera persona parte de su historia: “Nuestro trabajo comenzó desde hace muchos años, en 2005. Con mi papá -que en paz descanse-, Tiluk Mendoza, inauguramos el primer centro cultural Tewokwichi en nuestra comunidad, en Santa Victoria”.

Mendoza, nombrada también como Hokinaj (Paloma) por su padre, describe: “junto con mi mamá Isabel, los dos nos transmitieron su sabiduría, y todavía siguen haciéndolo, para no perder nuestra cultura, nuestra identidad, que hoy por hoy se está perdiendo. Ahora estoy estudiando el Profesorado de Lengua y Literatura y mis hermanas también, para que podamos lograr la interculturalidad dentro del espacio educativo inclusivo, que parte del respeto y la valoración de la diversidad cultural”.

Rosmery.

Hokinaj comenta además que han plasmado un libro bilingüe, lhawtsancheiaj (Naturaleza verde sostenida): “lo hemos hecho con mucho amor y respeto a la madre naturaleza, con mis hermanas y hermanos nos salieron inspiraciones del alma, y que la tierra nos inspiró”.

Al respecto, la artista señala a Verónica Ardanaz como “un puente. Ella nos está ayudando a que salgamos a mostrar nuestro arte y sabiduría que nunca compartimos. Hoy lo estamos haciendo porque la madre tierra quiere que así sea y que lo escuchemos. Dentro de nuestro lugar, nosotros escuchamos los pájaros, el aire, la tierra, los árboles los animales y lo que nos quieren decir”.

Específicamente, sobre la exhibición, Mendoza indica: “La muestra fue muy importante porque nosotros como pueblos originarios resistentes desde hace 500 años, seguimos manteniendo nuestra cultura ancestral que pasó de generación en generación, hoy la madre tierra, la madre naturaleza, nos dice La wen, Ho wen, hnawen, ves, veo, vemos, eres verde, somos verde”.

Asimismo, la artesana plantea: “Es tiempo de que la escuchemos a través de las obras que hacemos, y que no lo hacemos así nomás. Primero escuchamos a la madre naturaleza que nos guía, a través de nuestras manos formamos y nace un espíritu sagrado. Cada una tiene un significado, cada una protege, nos bendice. Aquella pieza que, cuando ves, te enamorás es porque ese espíritu te eligió. Por ejemplo, el espíritu del viento, que nos dice que paremos un momento, que dejemos de hacer todo lo que hacemos y respirar aire fresco, que no estamos solos en esta tierra, que sabe lo que nos pasa, lo que pensamos, lo que nos aflige, que siempre estará ahí para ayudarte, protegerte y amarte y cuidarte. Por eso es arte vivo porque tiene un espíritu especial y sagrado”. 

Reviltalizar imaginarios

Por otra parte, y para ampliar el valor de estas piezas, Ticio Escobar, promotor cultural paraguayo, ex secretario de Cultura de Paraguay y director del Museo del Barro, acompañó la exhibición de las obras durante el segundo semestre de de 2023 en la provincia. 

En diálogo con este medio, indicó: “Una de las formas de autoafirmación étnica y resistencia cultural de los pueblos wichí es el arte. Mediante la creación de formas imaginativas y certeras los wichí recogen la memoria de cara al sueño de mundos mejores. Las formas del arte wichí están resueltas con decidido talento escultórico, pero también están habitadas por fuerzas culturales potentes que las llenan de poesía, extrañeza y belleza. Adquirir piezas de ese arte no sólo promueve el apoyo a las culturas alternativas, sino que abre una posibilidad de revitalizar los cansados imaginarios occidentales”.

(Imagen: gentileza Fundación Cebil).

Probablemente por eso, la propuesta, que puede observarse tanto en Salta como en Jujuy, ha sido reconocida en múltiples ocasiones. El colectivo de artistas y poetas wichí del Centro Cultural Tewok recibió, entre otros, la beca a la creación del Fondo Nacional de las Artes en 2019 y el premio del Fondo Ciudadano de Desarrollo Cultural de la provincia de Salta, en 2022. Además, en 2023 realizaron dos exposiciones, en el Museo de Bellas Artes de Salta, seleccionado por la bienal internacional BIENALSUR (UNTREF), y también, en el Museo Nacional de Etnografía y Folklore (MUSEF) de La Paz, Bolivia, con apoyo de la Embajada Argentina.

En este sentido, la exhibición y venta de arte wichí, en alianza con las galerías BAC (Uruguay 808, Salta) y UNCO (Belgrano 645, Tilcara), fue acordada por los artistas wichí “por el respeto a su proceso artístico y su cultura, por el cuidado de un precio justo y el apoyo al Fondo de Arte Wichí, que los sigue acompañando en su desarrollo creativo”.

En esa línea, desde el Colectivo del Centro Cultural Tewok, destacaron: “En este Nuevo Tiempo de despertar, queremos compartir nuestro arte. Tiene un rostro y ve las cosas que están pasando. Esta muestra fue un trabajo comunitario de mucha reflexión, viene de adentro, Otheiwhe'ney, que significa, la visión. Es la Madre Tierra la que nos muestra el camino, la que nos guía a través de las manos y de las visiones”. Y concluyeron: “Somos arte, nos expresamos a través de obras que nos llevan a pensar desde nuestras raíces, historias que nos caracterizan pueblo milenario, como un pueblo en lucha, que busca el reconocimiento de los derechos en este territorio. Enseña también a otras personas a que se levanten. Mostramos los secretos que cuenta la Tierra, secretos que sus ojos ven, su espíritu ve”.

Sin dudas, el arte wichí merece ser puesto en valor y es una herramienta para reconocernos, en uno de los tesoros culturales más relevantes que se encuentran en la región. Quienes quieran apreciarlo de cerca, ya saben dónde encontrarlo.