El presidente y su séquito de economistas liberales repiten como un mantra que “la inflación es siempre un fenómeno monetario”. La realidad empírica del fracaso de los últimos planes ortodoxos de reducción de la moneda en circulación, como ser el de emisión cero que implementó Macri en el marco de su acuerdo con el FMI, no hacen mella en sus posiciones ideológicas.

Tampoco la brutal disparada de los precios en el marco del programa de ajuste y reducción de las cantidades reales de dinero que se está padeciendo. Vagas apelaciones a supuestos rezagos monetarios (que ningún estudio académico mínimamente serio pudo detectar en nuestro país) sirven políticamente para descargar en el gobierno anterior la responsabilidad, pero son peligrosos si son creídos por quienes lo formulan.

La colonización intelectual de nuestra actual dirigencia abraza teorías de moda en los centros económicos, despreciando las ricas tradiciones del pensamiento económico latinoamericano. Así, teorías como la inflación inercial, forjadas al calor de las elevadas inflaciones que sufrieron las economías latinoamericanas durante la década del ochenta del siglo pasado, son desconocidas por nuestros hacedores de política económica.

Ello les impide ver que la indexación de los contratos que se desarrolla ampliamente cuando la inflación adquiere tres dígitos, torna inútil intentar bajar la tasa de aumentos de los precios por la vía de medidas de ajuste. Reducciones del gasto, la emisión, los salarios, el consumo y la actividad económica, pueden convivir con inflaciones aceleradas por saltos cambiarios que exacerban pujas distributivas, términos que tampoco entran en el manual de la ortodoxia.

Dado que el oficialismo plantea avanzar hacia una dolarización como programa de estabilización, vale señalar un particular caso de inflación no monetaria que padeció el Ecuador al momento de implementar dicho régimen monetario: la inflación por redondeo. Tal como señala Walter Spurrier Baquerizo en su artículo “Los errores iniciales de la dolarización”, el lanzamiento apresurado de dicha medida generó que no se dispusiera de monedas de centavos de dólar.

La dificultad y el costo de importar monedas de dólar derivó finalmente en la acuñación de monedas propias que circulan hasta hoy en día en Ecuador al mismo valor que las norteamericanas aún cuando la imagen de una mujer originaria con su wawa reemplace la de un prócer estadounidense. La difusión completa de las monedas de centavos entre el público se logró en noviembre del 2000, tres meses después del lanzamiento de la dolarización.

La falta de monedas de centavos llevó a que los comerciantes redondearan los valores de los productos. Como cualquiera puede imaginar, ese redondeo fue hecho hacia arriba, generando una inflación por redondeo que afectó principalmente a productos de bajo valor por unidad, que constituyen en gran medida los de consumo popular. Una experiencia que debería tomar en cuenta la banda de improvisados que hoy gobierna la patria.

@AndresAsiain