La CGT definió como “drama social” la situación en el país, al tiempo que el gobierno festejó haber logrado el superávit fiscal en enero con más del 46 por ciento de inflación —sólo en sus dos primeros meses de gestión— con salarios y jubilaciones congelados, sin abastecer a miles de comedores populares, y con aumentos del 300 y 400 por ciento en los servicios y el transporte público. El gobierno festejó el drama social que provocó con el famoso superávit, festejó que el comienzo de las clases esté amenazado porque decidió no enviar a los gobernadores la plata que les corresponde y que desaparezca el empleo de 200 mil trabajadores de la construcción y de otros miles de trabajadores porque suspendió las obras públicas.

El gobierno festejó el superávit y se regodeó con el drama que sufre la inmensa mayoría de sus gobernados. En su carta pública, Cristina Kirchner denunció que ese drama es producto de creer que el déficit fiscal es la única causa, —o la más importante—, de la inflación y que la consecuencia de ese pensamiento llevó a los ajustes y a este cuadro de injusticia mayúscula donde la mayoría de la población cayó bajo la línea de pobreza y perdió acceso a vivienda, alimentos, salud y educación.

La situación dramática que sufre la mayoría de los argentinos, en este momento, es producto de las políticas de este gobierno. Al gobierno anterior se lo puede criticar por muchas cosas, pero más por impericia y tibieza frente a los factores del poder económico para afrontar el desastre que había dejado Mauricio Macri con una deuda monumental con el FMI. A los que se sumaron los problemas causados por factores externos o imprevistos, como la pandemia que hizo caer a pique la actividad económica, la guerra en Ucrania que disparó el precio internacional de los alimentos y la sequía que agravó la escasez de dólares y la inflación.

Era una situación difícil, pero no buscada, como sucede ahora, cuando todas las medidas del gobierno de Javier Milei favorecen a las elites de las grandes corporaciones en detrimento de los más vulnerables, de las capas medias, de los pequeños y medianos empresarios y comerciantes cuyas economías han sido estranguladas a un nivel insoportable e inhumano.

El documento que difundió la ex presidenta rebatió el sustento teórico del gobierno de Milei que desembocó en este ajuste brutal. Y sostuvo que la causa principal de la inflación en una economía bimonetaria como la de Argentina es la escasez de dólares, lo cual saca a las medidas de ajuste como la única herramienta.

El documento hizo una reseña histórica de las tres crisis de deuda externa, la primera con la dictadura, que llevó a la híper de Raúl Alfonsín, la del menemismo y la Alianza, que desembocó en el 19 y 20 de diciembre de 2001 con la caída de Fernando de la Rúa y la actual, causada por Mauricio Macri. Se pregunta por qué al repetir políticas que provocaron esas crisis, se piensa que habrá otro resultado y por qué se cree que con los mismos funcionarios que ya fracasaron ahora será diferente.

La carta de Cristina Kirchner se difundió cuando algunos empresarios corporativos empezaron a presionar a Milei para que dolarice porque ven que en poco tiempo perderá respaldo. La ex presidenta sostiene que la dolarización será una medida destructiva y de difícil retorno y propuso otro camino.

La intervención de la ex presidenta se produjo también en una circunstancia de recomposición de alianzas tanto en el oficialismo, entre la Libertad Avanza y el núcleo duro del macrismo, al tiempo que se generan puentes y acuerdos entre las amplias mayorías que han sido afectadas por las políticas del gobierno. Unión por la Patria empezó a rehacerse de la frustración del gobierno anterior y se consolidó en su rechazo a la ley ómnibus. Juntos por el Cambio quedó disuelta en los hechos y los gobernadores de todas las corrientes políticas han sido avasallados por el poder central que los puso contra las cuerdas.

En esa disputa, Milei dijo que el escrito de Cristina Kirchner era precario y desvió el debate con un ensañamiento inaudito hacia Lali Espósito. En ese punto sacó ventaja al usar códigos de comunicación que le sirvieron en su carrera. Milei no respeta la institución democrática y no le interesa la desproporción entre el ataque personal del presidente de la Nación a una artista que expresó su defensa de la cultura.

Milei se encarnizó con Lali Espósito porque de esa forma llega a un público más amplio que el de la política, sin que le importen las consecuencias que pudiera tener la cantante por ese ataque. El dispositivo se completa cuando la masa de granjas de trolls y operadores de las redes comienzan a atacar con virulencia, usando la difamación personal, las mentiras que masifican miles de cuentas falsas y granjas de trolls y bots que buscan crear una inercia que capte enfermos de odio e incautos, hasta crear una tendencia.

Una investigación de la periodista Ivy Cángaro señaló que en el centro de esa maquinaria está el Madero Group que dirige Fernando Cerimedo, un publicista que no oculta sus simpatías por la ultraderecha gótica que representa Javier Milei, relacionados con los grupos que respaldaron a Jair Bolsonaro en Brasil o a Donald Trump en Estados Unidos. Sobre todo en este caso, el aparato comunicacional de Cerimedo se respalda en el de Steve Bannon, el ultraderechista que instaló con éxito en las redes sociales el lenguaje tóxico y antisocial con el que se alimentaron estas figuras ultrarreaccionarias.

Estos artefactos masificadores de contenidos actúan en forma coordinada en tiempo y contenido y no sólo en cada uno de sus países, sino que también interactúan para generar un efecto de saturación en cada coyuntura y crear una sensación de consenso multitudinario comprobado e indiscutible, aunque se trate de información falsa, que a su vez es tomada por los medios tradicionales.

Como resultado de ese formato operativo, Fernando Cerimedo fue incriminado en Brasil, en el golpe contra Lula que intentó Bolsonaro tras su derrota electoral. Cerimedo fue uno de los principales organizadores de las patotas digitales que promovieron el ascenso de Bolsonaro. Según la investigación, la Justicia de Brasil acusó al comunicador de difundir noticias falsas para crear el clima de agitación previa a la intentona golpista. La noticia falsa era que en las elecciones se había cometido fraude y se daba una complicada explicación sin pruebas de cómo se habría cometido.

Los ataques virulentos en las redes acusando a los gobernadores de corruptos y traidores, sobre todo a Martin Llaryora y a Maximiliano Pullaro, se viralizaron en las redes cuando Milei decidió no pasar más plata a las provincias. En vez de discutir esa decisión, las redes estaban repletas de acusaciones contra los gobernadores.

Esa estrategia mediática, que inauguró Durán Barba a sueldo de Mauricio Macri contra el gobierno de Cristina Kirchner, trata de tapar que por decreto no aumentará el salario mínimo pese a la altísima inflación, y no habrá paritaria nacional para los maestros ni Incentivo Docente y que no habrá plata para las provincias.