A días del encuentro entre el Presidente Javier Milei y el Papa Francisco, el arzobispo de La Plata opinó en contra de la negativa de la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello a recibir a la gente que hizo cuadras de cola para pedirle que resolviera su situación particular de hambre o malnutrición.

“No me parece positivo”, dijo Gabriel Mestre en declaraciones al site 0221. Añadió que “uno puede atribuirlo a la falta de experiencia, pero deberían tener muchísimo cuidado con estos aspectos". Dijo que debe haber diálogo entre el Estado y los intermediarios (a Iglesia católica lo es) para que la ayuda llegue a los destinatarios, en lugar de “hacer estas cosas que terminan siendo una paparruchada, y ahora la gente está ahí esperando”.

El arzobispo de una de las diócesis más importantes de la Argentina junto a las de Buenos Aires y Córdoba afirmó que coincide con el pronunciamiento emitido por la Conferencia Episcopal Argentina, la CEA.

“En diálogo con el director de Cáritas y con los equipos, y viendo también la realidad concreta de las personas, uno percibe con claridad cómo este tema está presente”, dijo. Se refería de esa manera al crecimiento de la cantidad de personas que acuden a los comedores en busca de una vianda.

“La Plata tiene una zona muy conurbanizada, particularmente en sus alrededores”, explicó.

“Cualquier recorrida permite percibir que lo que se describe en esta declaración de la Conferencia Episcopal también pasa en La Plata”, dijo.

Mestre fue obispo de Mar del Plata durante seis años. Al hablar con otro site, el 0223 de esa ciudad, recordó que Milei había dicho que el ajuste “lo pagaba la casta, no los más empobrecidos”.

Sobre el próximo encuentro entre Milei y Francisco, dijo que será “positivo” porque “el Papa tiene una grandeza enorme a pesar de las críticas del Presidente cuando era candidato”. Dijo que “él lo llamó y lo va a recibir”. Y añadió: “Esperamos que lo pueda iluminar y aconsejar en perspectiva de la comunidad y no quedándose en el paradigma tecnocrático”.

"Suscribo ciento por ciento cada párrafo, oración y palabra" de la declaración de la Conferencia Episcopal, dijo. "Es un documento muy equilibrado. No es un problema de los últimos meses. Hay una referencia a la inflación y en este contexto complejo de ajuste la gente no puede pagar el alimento. El documento es claro, contundente. No cae en politiquería barata."

Sobre la fila que ya se conoce como "la cola del hambre", a la que la ministra Pettovello ignoró, declaró Mestre: "Los movimientos populares no son enemigos. Realizan una tarea de contención que deberían velar y acompañar. Si hay un hecho de corrupción, lo tienen que denunciar. Pero no se justifica tomar medidas de este tipo".

Nacido en Mar del Plata el 15 de septiembre de 1968, de 55 años, hijo de comerciantes de clase media, técnico químico y sacerdote desde 1997,

Mestre asumió su cargo en La Plata el 16 de septiembre último en una ceremonia religiosa que no se perdieron ni el gobernador Axel Kicillof, ni el entonces ministro de Justicia, Julio Alak, hoy intendente de La Plata, ni el entonces alcalde Julio Garro.

“Quiero conocer el latido del corazón de la comunidad arquidiocesana en todas sus expresiones y conocer en profundidad las realidades más visibles y también a los que por diversos motivos no están visibilizados”, dijo ese día en la catedral.

“Felicidades en este nuevo camino”, tuiteó entonces Kicillof, y posteó una foto de ambos saludándose.

Como era el día de otro aniversario de la Noche de los Lápices, cuando fue secuestrado un grupo de estudiantes secundarios, Mestre se comprometió “a colaborar siempre para fortalecer la democracia y cultivar la memoria activa” y a “rechazar cualquier tipo de dictadura que no respete los derechos humanos fundamentales”.

La arquidiócesis de La Plata abarca no solo el distrito platense, el segundo mayor de la Provincia después del de La Matanza, sino también Berisso, Ensenada, Magdalena y Punta Indio. Son 78 parroquias, 138 sacerdotes, 123 diocesanos, 15 religiosos, cuatro diáconos permanentes, 87 seminaristas mayores, 45 religiosos, 333 religiosas y 192 centros educativos de la Iglesia.

Con un pasado de complicidad con la masacre sistemática, la bendición de la tortura y la creación de campos de concentración, cuando el arzobispo era Antonio Plaza y santificaba al general Ramón Camps y al comisario Miguel Etchecolatz, por la diócesis pasó después el ultraconservador Héctor Aguer. El Papa lo reemplazó por uno de los dignatarios más cercanos a su pensamiento: Víctor "Tucho" Fernández. Tan cercano que en julio del año pasado lo llamó a Roma para asumir como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, como se llama desde hace años la antigua Inquisición. 

Ex rector de la Universidad Católica Argentina, Fernández había sido uno de los que escribió junto al entonces cardenal Jorge Bergoglio el documento de Aparecida de los obispos latinoamericanos.

Movedizo políticamente y de relación fácil, "Tucho" marcó un mojón el 25 de Mayo cuando en su Tedéum, el último antes de partir a Roma, hizo una dedicatoria a los 40 años de democracia y reivindicó las políticas sociales. Criticó lo que llamó "cultura de la cancelación" y, en lo que ahora parece una crítica anticipatoria a Pettovello agregó: "Un aspecto de esa cancelación es negar los derechos de los últimos, ningunearlos, acusarlos a ellos mismos de sus propios males. Es dejar de verlos como iguales, con la misma dignidad, con un valor sagrado solo por el hecho de ser humanos".

En septiembre, después de que se conocieran las declaraciones en las que Javier Milei habló del Papa como representante del "Maligno", fue Víctor Fernández el que hizo declaraciones. Al referirse a una eventual visita papal a la Argentina, dijo que "seguramente el Papa no irá a un lugar donde lo inviten, donde puedan usar su visita para conveniencias políticas o donde las autoridades desprecien su presencia".

En declaraciones al periodista norteamericano de extrema derecha Tucker Carlson, Milei acusó a Francisco de "estar del lado de dictaduras sangrientas".

"No sé si está en sus cabales, si tiene una ideología o un problema psicológico", declaró entonces el sacerdote José María Di Paola, del equipo de curas villeros.