Desde Medellín

Sus palabras sonaban como una melodía antillana con música clásica, recuerda Juan Luis Castro, hijo de Piedad Córdoba, en las honras fúnebres de “La Negra” en una tarde calurosa en Medellín. Este, el día más doloroso de su vida, el hombre que guiado por los ideales de su madre también incursionó en la política, resaltó de Piedad su convicción profunda en la lucha por la democracia, la paz, el pueblo afrocolombiano, las mujeres y la libertad. Fueron 26 personas, entre ellos militares y policías, quienes salieron de cautiverio gracias a las gestiones humanitarias de Córdoba que la llevaron a ser reconocida mundialmente, pero estigmatizada en su país.

Pese a la campaña mediática histórica en su contra, en la capital antioqueña las masas no se hicieron esperar para despedir a una luchadora social que abrió camino logrando, primero, ser elegida edilesa en la misma comuna - localidad donde fue citado su homenaje y eucaristía-. “Gracias, gracias, gracias”, gritaban en las afueras de la Iglesia de Santa Lucía las jóvenes, mujeres y hombres negros, líderes del Pacto Histórico, vecinos, y otros que se agolparon en la parroquia desde las dos de la tarde con rosas rojas y vestidos de blanco.

 “La conocí cuando fue secretaria de la Alcaldía de Medellín en 1986; allá llegaba a trabajar con sus cuatro hijos pequeños y preguntaba todo el tiempo “donde están mis miquitos” porque eran muy inquietos”, detalla el fotógrafo oficial de la municipalidad que no envió delegados ni mensajes a las honras de la senadora.

El mayor de los hijos de PIedad, Juan Luis, agradeció a los colombianos que -contrario al odio que algunos líderes políticos evidenciaron tras la muerte de Piedad el sábado pasado a causa de un infarto- enviaron numerosos mensajes de solidaridad y amor por el trabajo de la senadora que, pervivió, aseguró Juan Luis, gracias a su convicción pero también al personal de seguridad que la acompañó a lo largo de décadas en medio de amenazas, escuchas ilegales, procesos jurídicos, y múltiples violencias.

“Fue condenada de manera miserable por la prensa colombiana. La convirtieron en una villana y yo, a veces criticándola injustamente por su decisión política, no puedo contener las lágrimas por la inocencia de mi mamá que nunca dejó de creer que las cosas podían cambiar”, dijo Juan Luis al cierre de la ceremonia. 

“Su legado es mucho más significativo que todo eso, Piedad marcó muchos hitos, hizo muchas primeras veces para nosotras, fue por ejemplo una de las primeras edilesas mujeres en Medellín”, afirmó Milena Trujillo, feminista. En las afueras, junto a a otras mujeres jóvenes y mayores repartía rosas y arengaba “Piedad, Piedad, Piedad” reconociendo su enorme trabajo que incluyó siempre una voz altiva y persistente a favor de la salida negociada al conflicto armado. 

La Colombia guerrerista no le perdonó su cercanía con las guerrillas en pro del papel humanitario que siempre jugó pese a que la muerte le respiraba en la nuca. De allí, que excomandantes de las FARC que dejaron las armas tras los diálogos de La Habana también se hicieran presentes en la ceremonia. “Teníamos una reunión con ella y otros congresistas antioqueños este domingo para revisar las apuestas antioqueñas con la llegada de la derecha al poder regional; nunca dejó de preocuparse por Antioquia y el país”, señaló un militante del Pacto Histórico que integra seis fuerzas políticas en el departamento antioqueño, entre ellas, dos partidos nacidos de acuerdos de Pa apoyados decididamente por “La Negra”: UP y Comunes.

Para Yeny Parody, de la Unión Patriótica, con la partida de Piedad “perdemos a una revolucionaria, una liberal muy coherente, a la mujer que abrió las puertas para las mujeres negras en la política colombiana y a una luchadora por la política latinoamericana”, señaló la militante del partido al cual perteneció la senadora en los últimos años, nacido de los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC en los años ochenta y que sufrió un genocidio sin precedentes a manos del Estado y el paramilitarismo que la persiguió hasta llevarla incluso al secuestro del que fue víctima por parte del líder de las autodefensas Carlos Castaño.

Tras este golpe y cada uno de los que encaró a la largo de su vida, se puso de pie y sacó adelante importantes cambios para el país como la Ley 30 de 1993 que colmó de derechos a las comunidades afrocolombianas entre ellos su participación en política. “Esperemos que nuestras generaciones y muchas otras personas sigan sembrando esas semillas que Piedad nos dejó”, dijo Milena Trujillo minutos antes de que palomas y mariposas blancas fueran liberadas ante el féretro de "La Negra".

"¡Aquí nadie se rinde, Piedad nos lo enseñó!", exclamó otro de los asistentes al funeral celebrando en privado que solo los designios de Dios pudieron sacarla del ring.