El 2023 confirmó que el nuevo siglo será también un siglo de guerra. No hay ninguna perspectiva que los conflictos bélicos en Ucrania y en Gaza lleguen a su fin.

Ucrania pide desesperadamente a Estados Unidos que no termine con el apoyo militar y la acción de la OTAN, dado que se fortalecería a Rusia. No sería el fin del conflicto, pero sí el debilitamiento del gobierno de Zelinski. Una situación todavía más grave con la posible extensión del enfrentamiento militar entre Israel y Hamas.

Israel reitera su disposición a volver permanente su ofensiva en contra de Palestina, buscando su destrucción. Esa acción produce el genocidio más grande de este siglo, que tiene todas las condiciones de proyectarse hacia el próximo año y, probablemente, hacia toda la década.

Esa es la base bélica de la nueva polarización politica entre el bloque dirigido por EE.UU. y el bloque que se agrupa alrededor de los Brics. Esta polarización debe alargarse hacia toda la primera mitad del siglo XXI.

En América Latina, tendremos la continuidad de la situación actual. Fue un año bueno para Brasil, con el retorno de Lula a la presidencia y el fin del período de ruptura de la democracia desde el golpe protagonizado por Bolsonaro.

La economía vuelve a crecer, así como el empleo. Pero Brasil sigue sufriendo las herencias del período del golpe contra Dilma Rousseff y Lula. Éste tiene que gobernar sin mayoría en el Congreso, negociando caso por caso, siendo llevado a incluir en el gobierno a fuerzas de centro y de centro-derecha.

La otra herencia es un presidente de Banco Central neoliberal que mantiene una tasa de interés altísima. Lula tendrá que convivir con esa situación todavía un año, completando la mitad de su gobierno. El ritmo de crecimiento de la economía seguirá sufriendo ese factor, que baja el ritmo posible de recuperación del crecimiento.

El país avanzará en la transición del neoliberalismo hacia el posneoliberalismo, camino largo, pero que debe consolidar una vía sólida para Brasil a lo largo de la primera mitad del siglo XXI. El regreso de sus políticas sociales clásicas y la incorporación de otras, hace que disminuya la desigualdad en el país más desigual del continente desigual.

Brasil seguirá sufriendo el aislamiento respecto a su tradicional socio – Argentina -, que sigue un camino radicalmente opuesto. La elección de Milei ha significado la vuelta de la versión más radical de implementación del Estado mínimo.

En caso de que logre sobrevivir en el gobierno – posibilidad dudosa, dadas las medidas bruscas y de extrema derecha que ha empezando a tomar – Argentina pasará a vivir un retroceso radical, de muchos años. Por lo menos el país vivirá una prolongada crisis política, hasta que logre estabilizarse a un cierto nivel.

México y Colombia son los otros países que han logrado cierto nivel de estabilidad politica resistiendo al neoliberalismo. La existencia de dos políticos con gran capacidad de liderazgo – factores similares a Brasil – como López Obrador y Gustavo Petro, es una condición indispensable para que esos países tengan posibilidad de resistencia al neoliberalismo. Bolivia es otro país que resiste al neoliberalismo. Es probable que estos países logren mantenerse a ese nivel a lo largo del próximo año. Pero si lograran articularse con Brasil, tendrían mejores condiciones de resistencia.

América Latina, después de vivir situaciones de idas y vueltas a lo largo de este siglo, ya no es una región que globalmente es una excepción, como lo fue a lo largo de las dos primeras décadas del siglo. Países como Argentina y Uruguay son más bien víctimas de la ola neoliberal y difícilmente superarán esa situación este año. Ecuador no sólo es víctima del neoliberalismo, también lo es de una crisis de seguridad.

En su conjunto, la situación internacional y, en particular la de América, la eventual posibilidad de la elección de Trump en Estados Unidos es lo que puede traer cambios, tanto en la politica norteamericana, como la relación de esa politica con el continente.

Desde que surgieron los Brics, el mundo está irreversiblemente dividido entre los dos bloques. El surgimiento de los Brics es la novedad más grande de este siglo, que debe proyectarse por lo menos hasta la mitad del siglo XXI.