“Necesitamos forjar nuevamente la fraternidad, la libertad y la memoria” afirmó Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires, al realizar su invocación religiosa con motivo de la asunción del presidente Javier Milei. El arzobispo insistió en la necesidad de “trabajar la unidad entre los argentinos” y, parafraseando al Papa Francisco, recordó que “la verdadera libertad se expresa plenamente en la caridad” porque, subrayó, “no hay libertad sin amor”. El arzobispo porteño descartó una visión “individualista” de la libertad dado que “la dimensión social es fundamental y nos permite mirar al bien común y no solo al interés privado” subrayó volviendo a citar una frase de Francisco.

El acto, al que asistió el nuevo mandatario argentino acompañado de la vicepresidenta Victoria Villaruel y de los ministros del gabinete que minutos antes habían jurado sus cargos en la Casa Rosada, se realizó en la catedral católica de Buenos Aires y tuvo las características de oración interreligiosa. Del acto litúrgico también participaron funcionarios y delegaciones extranjeras que asistieron a la jura presidencial.

Milei llegó a la catedral caminando desde la Casa Rosada, acompañado de la vicepresidenta y saludando a sus seguidores que seguían en la Plaza de Mayo con banderas argentinas y vivando al nuevo mandatario. Después de ingresar al templo el Presidente se dirigió directamente al mausoleo del general José de San Martín donde se detuvo para rendir honores.

El oficio religioso fue encabezado por el arzobispo católico de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, encargado de la principal invocación religiosa, de la que participaron también los representantes de los distintos cultos que se profesan en el país.

Milei se sentó solo en una silla colocada especialmente frente al altar principal y ubicada en el pasillo central del templo. Algunos bancos más atrás, además de la vicepresidenta se situaron la nueva secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y la actriz Fátima Florez, pareja del mandatario.

García Cuerva estuvo acompañado por su vicario general el obispo Gustavo Carrara y los demás obispos auxiliares, a quienes se sumó el Presidente de la Conferencia Episcopal católica, Oscar Ojea, obispo de San Isidro. El Papa estuvo representando en la ocasión por el arzobispo español Alberto Ortega Martin, nuncio apostólico en Chile y enviado al país como representante personal de Francisco.

Al comenzar su invocación García Cuerva señaló que “algunos pensadores contemporáneos plantean que vivimos la modernidad líquida, una época donde todo se diluye, se disuelve, se fragmenta, y con ella pueden llevarse también al olvido algunos pilares que nos constituyeron como Nación”.

El arzobispo de Buenos Aires dijo también que se debe buscar “una fraternidad que reconozca e inclusive valore las diferencias, y que estas no sean usadas para fragmentar, dividir, o enfrentarnos más, sino para encontrar respuestas a los problemas que hoy acucian”.

En otro pasaje de su alocución García Cuerva recordó que “las heridas y urgencias de nuestro pueblo piden a todos, pero especialmente a la clase dirigente la capacidad de comprometerse con la fraternidad social”. Y siguió diciendo que “es necesario aprender a reencontrarnos y reconocer que somos una comunidad, dejar de lado personalismos y generar consensos y acuerdos que permitan, a la creatividad y la audacia, abrir nuevos caminos” porque “hay muchos hermanos nuestros al borde del camino que quieren ser parte viva de esta construcción”.

El arzobispo reafirmó la creencia “en un Dios liberador” que “nos quiere liberar de la opresión, de la codicia y la avaricia, de la injusticia y de la inequidad y de toda forma de violencia”. Un Dios, dijo, “que nos hace libres, sí, pero para ser más dignos y solidarios. Un Dios que, libres, nos impulsa a comprometernos especialmente con los que más sufren”.

Además del arzobispo porteño estuvieron presentes el arzobispo griego, Iosif Bosch, el obispo anglicano, Brian Williams; el pastor Christian Hooft, en nombre a la ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de Argentina), el rabino Shimon Axel Wahnish, en representación de la comunidad judía y Sheij Salim Delgado Dassum, por parte de la comunidad islámica.

Formalmente el acto fue titulado como “Invocación religiosa” y además de una lectura bíblica y de la oración del arzobispo García Cuerva, los representantes de cada una de las comunidades religiosas hicieron su propia intervención, la mayoría de ellos dirigiéndose de manera directa al presidente Milei.

El rabino Shimon Axel Wahnish –a quien se menciona como posible embajador argentino ante Israel- improvisó su participación y fue quien más interactuó con Milei, quien siguió con mucha atención su prédica y se mostró sensiblemente emocionado por algunas de las referencias del religioso. En cierto momento el rabino retomó incluso una cita bíblica de Macabeos, la misma que el Presidente usó en su discurso en la Plaza de los Dos Congresos. En ese momento el religioso le preguntó a Milei qué le pedía a Dios y el mandatario, siguiendo el ejemplo bíblico del rey Salomón, respondió “sabiduría, templanza y coraje”.

Al terminar la ceremonia todos los ministros religiosos se acercaron hasta Milei para saludarlo y expresarle personalmente sus deseos, pero fue otra vez el rabino Shimon Axel Wahnish quien se estrechó en un largo abrazo con el Presidente mientras intercambiaban mensajes al oído.

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