Bucear en “los pliegues”, correrse de un relato más o menos objetivo, buscar qué hay más allá de una narración. Eso es lo que intenta la cineasta Juliana Fischbein cuando retrata una historia de vida, trabajo que encara desde hace años y que profundiza al máximo en Desiderio: Reflexiones sobre un autorretrato, su último documental de reciente aparición. Es sobre un alemán que atravesó momentos clave del siglo XX y que cautivó a la directora por ser un personaje ambigüo y del que tenía poca información. En la previa de una proyección especial de la película en la Casa Nacional del Bicentenario, la cineasta y licenciada en Artes dice a Página/12 que frente a un desafío así “la elocuencia está en los espacios vacíos, en los interrogantes” y que “cuando se trabaja sobre una autobiografía no hay un todo al cuál llegar”.

Ganadora del premio del público en la última edición del Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos, Desiderio… narra los acontecimientos centrales de la vida del personaje homónimo, ya fallecido, quien a sus 91 años pidió que alguien contara su historia. Así llegó a Fischbein, especialista en contar a través del cine la vida de migrantes y exiliados de distintas partes del mundo. Interesada especialmente en la relación entre Argentina y Alemania (vivió y estudió allí y es profesora de alemán), cuenta que cuando conoció a Desiderio no dudó del potencial que tenían sus recuerdos para armar un documental. “Me atrajo especialmente tener, en una sola persona, a alguien que hubiera vivido tantas cosas y que quisiera contarlo en primera persona”, dice a este diario la cineasta.

En efecto, la de Desiderio es lo que podría decirse una vida de película: pasó su infancia y adolescencia en Hungría y en Polonia respectivamente, participó como soldado en la Segunda Guerra Mundial, emigró hacia Argentina y tuvo una particular (y terrible) experiencia con la última dictadura cívico militar: por un lado trabajó y colaboró con distintas instituciones militares y, por otro, sufrió la desaparición de su hijo Rolf, uno de los 30 mil detenidos-desaparecidos del terrorismo de Estado en el país. Todos esos episodios y más se cuentan en el film a través de testimonios en primera persona del propio protagonista, pero también mediante el relato de personajes de ficción.

“Cuando empecé con la película tenía la idea de que con todo lo que había investigado sobre Desiderio iba a llegar a una verdad. Después me di cuenta de que eso no iba a pasar, de que el tema estaba en el relato, en cómo lo iba a contar”, repasa la cineasta, que señala que lo que intentó a través de distintos elementos narrativos (collage, animación, testimonios directos e testimonios indirectos, voz en off) fue “acceder a un relato paralelo, polifónico, que permitiera asomar al detrás de escena del autorretrato”.

–¿Por qué buscó esa polifonía de voces, si ya tenía la del propio Desiderio?

–Porque todo relato es una construcción. Así como mi documental, a través de la edición, de la elección de las preguntas, de los espacios, de los participantes, lo es, cuando cualquiera de nosotros cuenta su historia lo hace recortando, dejando de lado, silenciando, poniendo especial énfasis en algunos elementos y callando otros. Con los personajes ficticios quise que fuera evidente que no eran reales, que estaban guionados por mí, que todos empezaban con la misma frase o miraban a cámara. Fue un gesto de hacer evidente esa construcción. Claro que lo particular de este caso es que Desiderio vivió circunstancias que no cualquiera vivió. Pero fuera de eso, el suyo es un relato, una construcción como cualquier historia de vida.

–¿Por eso en la película sostiene que le interesan “los pliegues” de un personaje, sus “grises”? ¿Porque no hay una verdad?

––Si, exacto, lo que nos queda son los matices que existen entre lo que llamamos realidad y el testimonio que nos brindan los protagonistas de ella. Porque justamente lo que quise tematizar es cómo cada protagonista relata los acontecimientos condicionado por sus posibilidades e intenciones. En el caso de Desiderio, durante las entrevistas me quedaba la sensación de que a veces cargaba las tintas sobre una cuestión y otras sobre otra, de que no era tan lineal su relato. Por supuesto consideré que tenía 91 años y que podía haber olvidado algunas cosas. Pero bueno, siempre es una elección lo que se cuenta y ahí me interesó trabajar, sin categorizar o, mejor dicho, flexibilizando las categorías para abrirle posibilidades a la narración.

–La desaparición de su hijo Rolf en manos del terrorismo de Estado ocupa un lugar de centralidad en la narración. ¿Fue decisión suya o de Desiderio?

–Fue una decisión de Desiderio, de hecho cuando él pide que contemos su historia lo que buscaba era denunciar lo que pasó con Rolf y sobre todo la no colaboración, tanto de sus conocidos militares, como de la Embajada de Alemania. Insistía en que Alemania lo engañó durante 30 años y eso es lo que quiso hacer público. Por eso también filmamos en distintos espacios relacionados con su hijo como la escuela, el cementerio, la compañía. También él nos habló respecto a su colaboración con Gendarmería, con las Fuerzas Armadas. Según su relato, lo que sabemos es que era técnico en explosivos, entonces ofrecía y vendía su colaboración a estas distintas instituciones.

–La película empezó a filmarse en 2013 pero se estrenó ahora, a 40 años del retorno de la democracia. ¿Cree que resuena de un modo particular en este contexto?

–Tardé 10 años por falta de recursos y me hubiera encantado presentarla antes, pero es cierto que en este contexto, y ni hablar ahora después del resultado de las elecciones, cobra una dimensión mucho mayor por la denuncia de Desiderio sobre lo que ocurrió con su hijo de 21 años, cómo ocurrió y las complicidades que hubo para que ocurriera y se ocultara durante 30 años. Espero que repercuta como un recordatorio, una llamada de atención sobre las posibilidades de que el negacionismo se extienda aún más. Ojalá este documental humildemente colabore en derribar esa posibilidad.

–Se ha dedicado especialmente a historias de exilios, de migraciones y de derechos humanos. ¿Qué le mueve de esos temas?

–Me atraviesan mucho las historias de quienes tienen que buscar un lugar en el mundo por haber tenido que huir del entorno de origen. En este caso, yo venía investigando sobre la relación entre Argentina y Alemania después de los años 30 y había entrevistado a muchos refugiados que habían tenido que exiliarse del nacional socialismo tanto en Buenos Aires como en Montevideo. En este caso me detuve más en los años de la inmediata postguerra, porque en el caso de Desiderio recién vino a la Argentina en el ´48. Su historia en ese sentido es muy interesante porque emigró vía España cuando todavía Alemania no era independiente. En ese sentido, la cruza con los derechos humanos es grande por la cantidad de personas que han tenido que sufrir el destierro y el desarraigo forzadamente. Son personas con las que nos cruzamos día a día y muchas no tenemos conciencia de lo que significa eso para ellos.

*Desiderio: Reflexiones sobre un autorretrato se proyectará este domingo a las 19 en el cine de la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985) a través de Kino Palais y el Goethe-Institut. La directora estará presente en la sala para conversar con el público. La entrada es libre y gratuita.