–Hola, Don Hugo, ¿cómo le va? ¿Usted es Don Hugo, no?, como hace tanto que no viene ya casi ni lo reconozco.

Así me recibe Osvaldo cuando entro a su bar y me acomodo en la única mesa que queda libre.

–Tengo el bar a tope, ¿vio? ¿Y sabe por qué? Porque somos los únicos en la zona que todavía tenemos el café a 700 pesitos. El domingo pasado fuimos con Olga, mi mujer, a pasear por el centro, y como siempre hicimos una parada en el clásico “Ouro Preto” de Corrientes y Talcahuano. A mí “La Giralda”, desde que reabrió, no me convence. Y “La Ópera” menos. Tiene cero onda, como dicen los chicos. Así que con Olga seguimos fiel a “Ouro Preto”, que guarda ese aire de antaño, los mozos son eficientes y amables como yo, y ese olorcito a café recién molido que es irresistible. Pero fue la última vez. No vamos más.

–¿Por qué Osvaldo?, le pregunto sorprendido, tratando de entender su enojo.

–Porque no me gusta que me asalten. Por eso. Tomamos dos cafés en pocillo chico, una gaseosa y una medialuna, ¿sabe cuánto pagamos?

–Ni idea.

–Diga, diga un número, animesé.

–Y... 900 cada café y 900 la gaseosa, más 400 la medialuna, o sea 3.100 pesos, le digo medio exagerando.

–Se quedó corto mi amigo: pagamos 1250 pesos cada café, 1250 pesos la gaseosa y 450 la medialuna. Total: 4.200 pesos. Un robo. Y además como creí que había un error, reclamé y me gastaron. Y esto fue hace 15 días, ahora debe estar más caro todavía. Con este cuentito de que el peso es “excremento”, hay muchos que no le hacen asco y lo quieren todo para ellos, jefe. En todo caso los excrementos míos, que tanto me cuesta ganarlos, que se queden en mi bolsillo y no en el de los cuatro vivos de siempre que denunció Cristina y que ahora persigue Massita.

–Veo que ya lo nombra a Massa con cariño. ¿Qué pasó? ¿Lo convenció su hijo o su nuera?

–Usted tiene mala memoria, Don Hugo. La última vez que vino fue antes de las PASO, y ahí le dije que yo me tragaba ese sapo de movida y lo votaba a Sergio desde el vamos. El Beto, mi hijo, y Luciana mi nuera, hicieron campaña y votaron a Grabois, pero ahora también se resignaron y van a timbrear con la boleta de Massa y Rossi. A mí para tanto no me da. El único timbre que toco es el de mi casa cuando me olvido las llaves, que cada vez me pasa más seguido porque los años no vienen solos. Además hasta hace pocos años yo a la política no le daba ninguna importancia, por el único por el que hacía campaña era por San Lorenzo. Pero Luciana nos cambió la cabeza a todos en la familia. Esa piba es de fierro, no sabe cómo la mira el Beto. Está muy enamorado y no es para menos, nunca lo vi así a mi pibe. Ella habla y él mueve la cabeza como perrito de colectivo. Y Olga, que a la única plaza que iba era a la Lorenzo Massa, en Mármol y Salcedo, esa que recuperamos en el corazón de Boedo después de tanta lucha, terminó yendo con Luciana a la plaza del Congreso, y no se sacó más el pañuelo verde de la muñeca. Ahora Olga dice que Lorenzo Massa, que fue el cura que fundó San Lorenzo y que tiene el mismo apellido que Sergio, nos va a ayudar con el milagro para ganarle en primera vuelta al Peluca de los excrementos. Pero no sé si pedirle su opinión jefe, me sigue diciendo el mozo mientras saca una servilleta con anotaciones de su bolsillo.

–¿Sabe que tengo acá?

–Ni idea Osvaldo. ¿Qué es? –respondo curioso.

–Es la apuesta que hicimos antes de las PASO. ¿Ya se olvidó? Jugamos un asado a quien acertaba más con los resultados.

–¿Y quién ganó?, pregunto ansioso.

–¿Quién va a ganar Don Hugo? Yo. ¿O cree que si hubiera ganado usted se lo iba a recordar? Acá tengo la prueba irrefutable: la servilleta escrita de su puño y letra. Mire los números que puso: Massa 28 % Grabois 4%, Larreta 18%, Bullrich 11% y Milei 19%. De los otros candidatos ni le digo porque no cuentan. Pero le erró fiero. En cambio este mozo, que es un recién llegado a estos debates, puso: Massa 23 %, Grabois 5%, Bullrich 15%, Larreta 13% y el Peluca 26%. Se acabó la discusión, jefe: me debe un asado!

–Ok, Osvaldo, ok, tiene razón. Usted tampoco se lució pero anduvo más cerca.

–Es que hay que escuchar a la gente. Ustedes, los periodistas, se olvidan de eso seguido y se cocinan en su propia salsa.

–No se agrande Osvaldo, que esta vez no acertaron tampoco los consultores, ni las encuestas, ni nadie. El resultado fue bastante distinto a cualquiera de las previsiones. Incluso la suya. Pero ya que usted sabe escuchar, digamé que pálpito tiene para el domingo que viene, y si quiere repetimos la apuesta.

–Ya me debe un asado y ahora me va a deber dos. Le digo y anote en otra servilleta: Milei primero: 35%, Massita, segundo: 30%, y Bullrich tercera con 26. A Schiaretti no lo cuento y a Bregman ojalá que le vaya algo mejor que en las PASO, porque al Beto y a Luciana les cae bien y yo quiero ver a los pibes contentos. Les pibes, como diría la Lú. Su turno, jefe, Diga así voy anotando.

–Me arrepentí, no le juego nada. A usted lo veo muy seguro y no quiero perder dos asados con lo cara que está la carne. Pero si hay segunda vuelta le juro que le pago una merienda en Ouro Preto, que debe salir más cara que un asado. Chau Osvaldo, y siga escuchando a la gente, que los periodistas nos cocinamos en nuestra propia salsa.