Evidentemente, de la ola de inseguridad no se salva nadie. Ni los clubes de fútbol. En el último mes Deportivo Morón, Chacarita, Flandria y una decena de clubes de barrio sufrieron hechos delictivos. ¿Qué les robaron? Menos el agua de las duchas, todo. Dinero, recaudaciones de partidos, indumentaria de los deportistas y hasta las monedas que utilizan los árbitros para hacer el sorteo de los arcos.

En Peligro de Wolf quisimos ir hasta alguno de los mencionados clubes para dar testimonio de los atracos, pero ni bien llegamos hasta la puerta del club de Morón, nos chorearon el celular con el que pensábamos grabar la nota y sacar fotos. Se lo debemos. Pero a cambio, como para compensar, hablamos -ya con un celular prestado- con Evaristo Méndez, el presidente de un club de la localidad bonaerense de Aldo Bonzi, el “Deportivo Once Corazones y Un Riñón”, que nos contó cómo vive estar al frente de una institución deportiva que ostenta el poco agraciado récord de ser asaltada 14 veces en un mes:

“El último robo fue el sábado pasado, en el partido que jugamos contra el Sportivo Villa Bosh -aclaró-, no nos cobraron un penal más grande que el Predio de la AFA en Ezeiza. Y en cuanto a las cosas materiales, todo lo que puedas imaginarte. Ayer, sin ir más lejos, fui a una rueda de reconocimiento en la comisaría de la zona. Me mostraron a cuatro supuestos ladrones y me preguntaron si reconocía a quien había robado en el club. Yo les dije: “El de la punta izquierda nos robó la recaudación del último partido, el de bigotes nos robó los aros de la cancha de básquet, el del medio nos choreó cuatro camisetas y el buzo de arquero suplente, y el de rulitos le robó los sobrecitos de mostaza al vendedor de panchos”.

Lamentablemente me fui acostumbrando a los robos, porque este barrio es bastante bravo. Con decirte que al supermercado de la esquina lo asaltaron tantas veces que ahora las cajas están divididas en “Caja rápida”, “Caja para embarazadas” y “Caja para ladrones”. ¿Y los restaurantes? Todos los días hay robos a bares y restaurantes, si le preguntás al mozo del buffet del club cuál es la especialidad de la casa, te responde: “Darle la recaudación a los chorros”. Y lo peor es que los ladrones son cada vez más chicos. El otro día en una de esas cadenas de hamburgueserías de la “M” entraron dos pibes de 12, 13 años, que resultaron ser chorros: En vez de la “Cajita feliz” pidieron la caja fuerte.

No, si este es un barrio bravísimo. Tanto que Papá Noel decidió no entrar más a esta zona a dar sus regalos. Hace un par de Nochebuenas dejó estacionado el trineo y le comieron un reno.

Es muy peligroso: cuando los pibes juegan al “poliladron” lo hacen con tomas de rehenes, armas reglamentarias, chalecos antibalas y todo. Ni la iglesia del barrio está a salvo. Está tan insegura que ahora hasta las cadenas de oración tienen candado. Por eso le pusieron rejas y cámaras de vigilancia. El cura ya no te dice “cuidado con lo que haces, porque Dios te está mirando”. Ahora directamente te señala la cámara de seguridad. Es más, en el púlpito mismo pusieron un cartel que dice: “A esta iglesia la cuidan Dios y Prosegur”.

Pero el barrio está creciendo: cada vez hay más inseguridad. ¿Cómo se resuelve esto? No sé, francamente. Le pregunté al comisario que tiene jurisdicción en la zona, que también es socio del club. ¿Qué hacer para paliar esta ola de delincuencia? Me sugirió que nos mudemos de barrio. No se puede creer. Estoy tan paranoico con este tema que ahora mismo voy a comprarme unos 100, 200 frascos de antitranspirantes y voy a distribuirlos por todo el club. Vos te preguntarás para qué. Y si no te lo preguntás yo te cuento: yo leí que los antitranspirantes son los únicos que nos protegen las 24 horas del día”.