Una gran noticia sacudió al mundo de la danza en las últimas horas: la Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza (AATDa), sindicato que nuclea a trabajadorxs de la actividad, fue formalmente reconocido con la categoría de simple inscripción gremial por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, una pelea que llevó años. A partir de ahora, la organización tendrá el derecho legal de defender y representar ante el Estado y los empleadores los intereses de les trabajadores de una de la ramas de la actividad productiva con mayor desprotección.

El derrotero fue largo: AATDa nació en 2015 en una asamblea que les trabajadores de la danza organizaron en la Facultad de Derecho de la UBA. Se dieron cita personas de diversos lugares del país, que discutieron, reflexionaron y dieron forma a un documento en el que consensuaban fundar un gremio. Como suele suceder en estos casos (hay inscripciones gremiales que demoran más de 10 años), el Ministerio realizó ciertos requerimientos hasta que, negativa tras negativa, la coreógrafa Mariela Ruggeri, en su carácter de Secretaria General de la entidad, presentó una demanda ante la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo. La semana pasada, precisamente el 15 de septiembre, la cartera publicó la esperada Resolución Nº 1168/2023.

“Tener la herramienta sindical implica que podremos comenzar a trabajar en la puesta en valor de los derechos, asegurar condiciones laborales dignas y generar, mediante la unidad, la suficiente capacidad de negociación como para establecer una dinámica de diálogo social entre el empleador y los trabajadores”, cuenta a Página/12 Ruggeri. “Podremos avanzar sobre aspectos relacionados con la salud, recreación y protección legal ante causas diversas, entre muchas otras acciones”, detalla.

El paso es clave y más aún por tratarse de esta actividad. Dentro del campo de las artes, la danza es un sector muy precarizado, con un profundo atraso en materia de derechos laborales. Esto se da en todos los rubros en que se desempeña, sin excepción: creación, interpretación, docencia, investigación. Los puestos de trabajo son escasos y los salarios demasiado bajos. Bailarinxs y coreógrafxs son en su mayoría monotributistas, sin obra social ni posibilidad de aportes jubilatorios y con creciente inestabilidad. 

En ese contexto de pálidas, también es importante el alcance que tendrá la asociación: si bien AATDa fue inscripto en CABA, al aprobarse su estatuto el Ministerio convalidó su artículo 1, que indica que el sindicato tendrá como zona de actuación todo el territorio nacional. 

“Este es un logro enorme para una actividad como la nuestra, del ámbito de la cultura, que se encuentra históricamente en total desprotección. Confiamos en poder poner en valor las necesidades que urgen ser resueltas y construir poco a poco una entidad que allane el camino hacia la concreción de esos derechos”, sostiene la coreógrafa, docente y Secretaria General, que ahora deberá cumplir una serie de pasos como llamar a asamblea y a elecciones para elegir a la nueva conducción.

Además del panorama laboral, la noticia esperanza a quienes siguen de cerca el debate por una Ley Nacional de Danza. “No tenemos dudas que el gremio actuará para visibilizar esa lucha, porque somos las mismas personas quienes dimos los pasos necesarios para que ocurran ambas cosas: gremio y ley ”, apunta Ruggeri, dando pistas del rol que buscará tener la asociación. Habrá que ver si el proyecto que pone el eje en el fomento corre la misma suerte y logra formalizarse y sancionarse antes de fin de año.