El área de danza del Centro Cultural Kirchner organiza, en el marco de los cuarenta años de democracia, una propuesta especial: un ciclo que evoca y homenajea al mítico Danza Abierta, que tuvo lugar en 1981, 1982 y 1983. Con entrada gratuita y libre hasta colmar capacidad, la propuesta se desarrollará entre el miércoles 9 y el viernes 11, y buscará “abrir un pasado que ya está dentro del perímetro de la historia e intentar repensarlo desde el presente”.

En paralelo a Teatro Abierto, y con espíritu análogo, Danza Abierta funcionó en los últimos años de dictadura cívico-militar como espacio de reunión, creación y resistencia de un importante colectivo de bailarinxs y coreógrafxs que bregaban por la recuperación democrática. Cuatro décadas después, Abrir Danza Abierta -así el nombre del nuevo ciclo- retoma ese espíritu de reunión como una celebración de lo construido en esos años.

“Evocar Danza Abierta hoy es importante porque una sociedad tan dividida como la actual nos recuerda que el juntarse y el mover las cosas de a muchos es lo que hace posible una transformación y que un tejido social fuerte es lo que motoriza las acciones políticas y la protección a esas acciones”, explica a Página/12 Inés Armas, coordinadora del Área de Artes Performáticas del CCK. También es clave, dice, para reivindicar a artistas que en aquel entonces estaban censuradxs.

De hecho, una de las características más destacadas de la propuesta es que varixs de quienes participaron del ciclo original estarán presentes. Para empezar, el miércoles a las 19 se realizará en La Cúpula del espacio cultural una Intervención artística colectiva en la que quienes estuvieron en la década del '80 compartirán sus vivencias, memorias y testimonios de aquel hecho histórico. Por otra parte, el viernes a las 20, cuatro artistas que intervinieron puntualmente en la última edición (la de 1983) traerán al presente imágenes de sus obras estrenadas en aquel momento. Serán las coreógrafas Mabel Dai Chee Chang, Vivian Luz, María José Gabín y Rhea Volij.

“La intención es rescatar algo de aquella experiencia colectiva desde una memoria personal y afectiva, siempre inconclusa y que nunca va a ser igual”, explica Susana Tambutti, coreógrafa, docente, investigadora y curadora del ciclo. Para ella, éste “intenta traer al presente aquel intento de reconstrucción de la comunidad de la danza”, algo fundamental “porque para muchos colegas jóvenes todavía Danza Abierta es un acontecimiento desconocido del cual se puede aprender la potencia de la fuerza colectiva y su proyección constructivo-transformadora.”

El ciclo se enmarca en una serie de acciones que viene realizando el CCK para jerarquizar la danza como disciplina y manifestación artística. En un contexto de carencia legislativa en el ámbito nacional (la comunidad continúa su reclamo activo por la Ley Nacional de Danza), programar de forma relevante espectáculos e intervenciones de danza se erige como decisión política. De hecho, tal como contó este diario, este año el espacio se unió a Tecnópolis y al Centro Cultural Borges para presentar, por primera vez en conjunto en tanto espacios de la órbita cultural nacional, una programación de danza con más de doscientas propuestas.

“La danza como manifestación artística ha sido bastante postergada, tanto por la academia, por carecer de archivos, de material bibliográfico, como también por la política, por tratarse de una actividad feminizada. Con estas acciones nos proponemos llenar el vacío y ejercer una protección y un fomento, reconociendo a las trabajadoras y los trabajadores de las danzas como gestores, como expresión de nuestra cultura”, afirma Armas.