De manera acelerada, quizás todavía más después de la pandemia cuando su libro Seguir con el problema (Consomi) se popularizó por su manera de correrse del discurso apocalíptico para pensar e imaginar futuros con y entre especies, la obra de Donna Haraway toma cuerpo en traducciones locales que permiten entender sus aportes de manera más global. Desde la primera circulación del Manifiesto Cyborg, casi de mano en mano y traducciones más o menos piratas -su publicación original es de 1985-, hasta la publicación de Testigo Modesto (Rara avis), por ejemplo, o este reciente Visiones Primates. Género, raza y naturaleza en la ciencia moderna, la filósofa y bióloga Donna Haraway ha dejado de ser un secreto para entendides para convertirse en una pregunta abierta donde más y más lectores buscan dejarse fascinar por su pensamiento tentacular -que toca y pone en diálogo narrativas, materialidades y deseos heterogéneos-, por una idea de lo humano como parte de un compost extenso en el que colaboran de manera diversa bacterias, animales, plantas y hongos para desarticular ideas binarias que separan especies, naturaleza de cultura, sexo de género y un etcétera largo que se va abriendo según lo que ella va pensando, develando, siempre en conversación con otras pensadoras y pensadores que la provocan y la nutren. 

Visiones Primates (Hekht) fue traducido por la colectiva Materia, una colectiva de filósofas feministas integrada por Paula Fleisner, Noelia Billi y Guadalupe Lucero -y todas las personas, animales, dispositivos electrónicos y también instituciones que piensan con ellas- que en su hacer vienen dialogando con Haraway para ubicarse en lo que llaman un "materialismo post humano" desde donde intervenir en los debates contemporáneos. La traducción fue ardua, el libro es monumental -aunque seguro Haraway despreciaría ese término- por el volumen de la investigación que toma como objeto a la Ciencia Primatológica -que se estabiliza como tal en el siglo XX- para hacer visible cómo no es posible pensar a la ciencia como una neutralidad sino como una narrativa que aun tomando datos materiales y también objetivos construye relatos que organizan jerarquías y que, en definitiva, terminan pregnando la vida en común. La primatología, es decir el estudio de primates y simios -los seres humanos también son primates- como un mapa organizador del poder desde las categorías que están enunciadas desde el título: género, raza y naturaleza; en un intento declarado de desarmar la dualidad para poder en pensar en relación y no en oposición.

Paula Fleisner, Guadalupe Lucero y Noelia Billi (Colectiva Materia) junto a Natalia Ortiz Maldonado, editora de Hekht junto con Marilina Winik.

¿Cuál es la particularidad para ustedes de la obra de Haraway?

Paula Fleisner: Para mí lo que tiene de singular es que se desmarca muchísimo del principio agonístico, como de pelea sobre el que para mi gusto se erige el pensamiento filosófico en general. En general el texto de la filosofía es pelearse con alguien y Haraway, al revés, pareciera que se toma en serio el diálogo filosófico y siempre -aunque es muy buena polemista- construye su discurso sobre una conversación de otro tipo, amorosa podríamos decir, con filósofas compañeras. Eso en Visiones Primates se ve muy bien. Comparte citas, se complementa con las otras u otros que además no son solo colegas o amigas, sino que son incluso discípulas o discípulos. Y por otro lado, a mí me gusta la manera no cool en la que ella ocupa un rol en el mapa de los feminismos, porque entra en la conversación con cierta intempestividad que le permite entrar y salir de las coyunturas y airear las discusiones del feminismo.

Guadalupe Lucero: Por ejemplo, ella acuña el concepto de Cyborg y después lo deja, como si dijera "esto ya no me sirve para pensar, prefiero pensar con otra categoría..." Tiene una relación sincera y disruptiva con su propio pensamiento.

Hay algo muy efectivo en Donna Haraway que es el modo de plantear la ciencia como narrativa, para develar como un relato se pretende a partir de cierto método científico como verdadero. Y no se trata sólo de cambiar de perspectiva, como podría hacer el feminismo, sino de dejar desnuda a la propia narrativa.

Noelia Billi: Para mí eso es una de sus marcas iniciales y está bueno pensarlo también en su estricta actualidad. En este libro, que es de los primeros, es muy claro como ella trabaja con los documentos que construyen la primatología como ciencia. Indaga en los congresos científicos, las tesis doctorales, las investigaciones de campo, los cuadernos de anotaciones de las personas que hacen trabajo en el campo o en el laboratorio, digamos toda esa investigación documental a la que se suma, además, un montón de imágenes culturales, material audiovisual del momento en el que esas teorías tienen lugar, y así contribuye a mostrar de qué manera cualquier discurso científico es también un discurso. Demuestra cómo no se habla de la cosa misma, sino que se construye una teoría sobre la cosa misma. En este trabajo están los fundamentos de lo que se va a ir viendo a lo largo de toda su obra hasta decir, hoy en día, por ejemplo, que la biología no habla de los organismos, sino que es un discurso acerca de los organismos.

¿Podemos decir que es un discurso que de algún modo produce organismos? Así como la tecnología de género produce con el término mujer un modo particular de serlo.

N. B.: Lo que ella está pensando es, justamente, que el discurso no es un discurso acerca de la realidad, sino que la narratividad tal como ella la piensa es una forma de generar un mundo donde las materialidades se dan a existir de alguna manera. Lo que va construyendo a lo largo del tiempo es un dispositivo de análisis semiótico material, que le permite tener un anclaje bien materialista dentro de su teoría narrativa.

Visiones Primates inaugura la colección “Tentacular” dentro de la editorial Hekht, haciendo referencia a una propuesta de la misma Donna Haraway de pensar en conversación con otres en un sentido amplio de esa “e” indeterminada que podría abrirse también hacia otras especies, en un juego de cuerdas en el que pueden participar patas, alas, pezuñas, un “pensamiento capaz de poner superficies heterogéneas en contacto, de dar cuenta de su temperatura, de su deseo de su política”, dicen la editoras Marilina Winik y Natalia Ortiz Maldonado. Ese pensamiento tentacular que aparece de modo gráfico en la sigla SF con la que Haraway anuda una serie de sintagmas que se abren, justamente, como tentáculos y que -según las iniciales en inglés- refiere tanto a hecho científico (Scientist Fact) como a Ciencia Ficción (Science Fiction), feminismos especulativo, juego de cuerdas, o el intraducible So far. El último capítulo de Visiones Primates, su segundo libro publicado allá por 1989, su recapitulación, pone en juego, justamente, “ciencia ficción, ficciones de la ciencia y primatología”.

G.L.: Que el hecho científico sea pensado a partir de la ciencia ficción no quiere decir que el hecho científico sea pura construcción, o simplemente una interpretación. Existe algún tipo de lógica de la objetividad, es decir, es posible el conocimiento -que es a donde apunta la idea de objetividad-. Haraway defiende el conocimiento científico a la vez que lo piensa permanentemente y lo defiende como narrativa.

P.F.: Ella dice: hacer biología es contar relatos, pero también conseguir hechos e ir cambiando los relatos en función de esos hechos que conseguiste y también heredar ciertas resonancias disonantes que hacen que todo el tiempo la disciplina sea una especie de desobediencia.

En esta última cuestión es donde aparece algo del orden del activismo en el pensamiento de Haraway.

P.F: Para mí eso es el feminismo de Haraway, es la denuncia, como principio epistemológico básico, la denuncia de que lo que es construido es el dualismo y que el problema que tiene, por ejemplo, en el momento en que empieza a escribir sobre la discursividad de la Ciencia es que no va (no vamos) a regalarles la biología, el cuerpo y todo eso que se llama naturaleza al patriarcado. No, hay que vérselas con el problema. Su gesto feminista más interesante es cómo asumir verdaderamente que lo que hay es una relacionalidad y que todo dualismo está construido sobre la base de una jerarquía, es decir, sobre la idea de dominancia.

N.B.: Por eso ella también recoge el trabajo de generaciones y generaciones tanto de practicantes de la ciencia feminista como de epistemólogas feministas para indagar de cómo se puede practicar ciencia de maneras no patriarcales no. Ese es su ámbito privilegiado para trabajar.

¿Y por qué tomar la primatología como campo para exhibir la discursividad de la Ciencia, su narrativa y producción?

P.F. : Ella logra hacerse cargo de un problema filosófico central nodal en el siglo XX, quizás también en otros siglos, que es la explicación de la antropogénesis, cómo nació el hombre, cómo es que hemos llegado a hacer que este problema sea el más relevante del mundo y lo hace, además a partir de un análisis de cómo esa explicación de la antropogénesis está atravesada por una mirada androcéntrica, racista y clasista. Haraway lo que hace es construir la primatología como una especie de disciplina metafísico-política que va a garantizar la frontera entre la biología y la cultura o entre el sexo y el género. En el lugar que ocupan los primates en esa frontera se ve bien. Ella dice: el cuerpo primate es el mapa del poder que quiero analizar.

Los simios además son un objeto de cultura popular, desde los pósters de los monos vestidos en las décadas de los ’60 y ’70, enG.L las series de tevé, también en las redes sociales como Instagram está poblado de simios en actitudes totalmente humanizadas y en general tiernas ¿Cómo dialoga esta profusión con este libro?

G.L.: Es que en cierto modo la idea de que el hombre desciende del mono, la forma más popular de pensar la teoría darwiniana, la imaginería popular, lo que aprendemos en la escuela es la imagen que está funcionando de la antropogénesis. Haraway logra ver cómo en ese imaginario los monos son como la frontera, y a la vez la frontera más cercana, entre el animal y lo humano y por eso también toda la idea popular en relación a los monos tiene que ver con hasta qué punto son parecidos a los humanos.

P.L.: Hay como algo ahí paródico, extraño que también es mostrar la permeabilidad de la frontera, pero sobre todo para sostener la excepcionalidad. Porque la mona, aunque se vista de seda, mona queda ¿no? Y en ese punto ahí pensar la antropogénesis, es siempre hacerlo en función de marcar la excepcionalidad de lo humano.

¿Esa excepcionalidad habilita a la vez la jerarquía, la dominancia? Porque es sobre monos que se hicieron experimentos y ensayos como mandarlos al espacio o bien experimentos psicosociales en la segunda mitad del siglo XX.

N.B.: ¿Cuál es la pregunta que le hace escribir a Haraway todos esos capítulos de la segunda parte del libro acerca de los primates y el estrés y cómo se trasladan los descubrimientos del laboratorio primate a formas de gestionar Recursos Humanos en empresas? Esas conexiones que a simple vista parecerían raras, ella las documenta. Ella dice, bueno, el 99% de la historia humana es esto que dicen los científicos primatólogos que es la naturaleza humana y solamente el 1% es esa variación entre comillas cultural, de diferentes pueblos diferentes procesos históricos, etcétera. Esto le permite al ámbito que Haraway estudia, que es el euro estadounidense, generar un montón de herramientas para intervenir en las sociedades globalizadas que son las que con las que nos toca lidiar. Las empresas que empiezan a pensar a partir de la adaptación que los primatólogos, supuestamente y meramente, trabajaban en términos de especiación,-de qué manera pasamos de ser Homo sapiens a ser homo sapien sapiens, si fue cazando si fue recolectando si fue juntándonos en grupos humanos..- que se puede trasladar esa discursividad a hombre de la urbe como un animal estresado al que hay que generarle desde el Estado o desde las empresas las condiciones que hagan posible su adaptación a una velocidad que lo excede y que entonces lo hace menos productivo.

¿Por qué conmueven los simios humanizados? ¿Qué dejan a salvo con su postura humanizada pero no tanto?

Una alianza de la ciencia con el capital…

N. B.: Sí, pero también Haraway, a la vez que exhibe esa alianza con el capitalismo, muestra cómo esos conocimientos que se generan también contribuyen a validar, algo así como una idea de derechos humanos universales basados también en una idea normalizada de naturaleza humana. Muestra de qué manera esas mismas discursividades han dado lugar para mal y para bien. Eso hace su obra más interesante y compleja porque no queremos abdicar de cualquier tipo de universalidad.

Claro, pero esa misma “naturaleza humana” sigue al día de hoy, y con los avances de las derechas -pienso en los famosos leones de Javier Milei-, es donde se recurre para justificar la desigualdad.

G.L.: Lo interesante en Visiones Primates es como lo que se repone desde el origen, digamos desde el principio de la primatología, es un particular relato. Y es uno asociado a la heterosexualidad y también al occidental y cristiano, el relato de la expulsión del jardín y sobre todo el relato de la familia. Ese es un tema que aparece todo el tiempo y donde lo que ella va mostrando es cómo se construye esa narrativa de la familia a partir de los datos. Hay partes graciosas en el libro donde por ejemplo muestra cómo a partir de dos huellas se presupone a una familia atravesando la sabana. Podrían haber especulado cualquier otra cosa, pero la construcción del origen viene ya con una narrativa muy específica no solamente heteronormada, sino también vinculada con cómo pensar esa idea del de la naturaleza como jardín del que el hombre fue expulsado.

En el imaginario de occidente, un hombre blanco y heterosexual, más fuerte y resistente que la hembra.

G.L.: Por eso también es tan importante la cuestión colonial, porque de alguna manera también la primatología aparece como una disciplina que se forja en una particular relación con los espacios denominados de naturaleza y puntualmente diríamos con África como si fuera el reservorio del jardín original donde además los humanos que viven en África son siempre como un estorbo para para la ciencia, para la conservación de los espacios, para la conservación de la naturaleza. En la narrativa misma de la construcción científica de la primatología se mezclan todas estas otras narrativas que de alguna manera hacen que los relatos del origen se repitan luego en esto que recién señalabas sobre la diferencia sexual.

En la tercera parte del libro aparecen las primatólogas y Haraway toma la primatología como una rama de la teoría feminista, pero a la vez, muchas de las científicas que revisa también reproducen discursos sobre la maternidad…

N.B.: Es interesante ver cómo siempre se pone como la variable que organiza el set de datos al macho y la hembra es un variable dependiente, es como una función en un armado, pero nunca tiene fines en sí misma en tanto hembra. Pero hay primatólogas que lo que hacen es ir mostrando con datos que sus mismos colegas también recolectaban, a las hembras no como variables dependientes. Y entonces aparece el orgasmo femenino como una de las grandes variables organizativas de las comunidades de simios, del placer que tenían o no las hembras, el placer sexual. Ahí Haraway trabaja la idea del género marcado y el género no marcado, un tema que ya trabaja en toda su obra. Como la hembra era el sexo, el universal hembra está marcado en ese sentido no podía usar el sexo con como algo un fin en sí mismo sino que lo usaba para otra cosa lo usaba para tener bebitos.

PF.: Las primatólogas ponen en discusión justamente algunas de estas ideas heredadas y cómo surge el concepto de género como una respuesta política ante la naturalización de la diferencia sexual. Es todo un recorrido que, visto transversalmente, lo que aparece es la necesidad de pensar siempre en términos de justamente de visiones. En ningún momento ella va a tratar de decir qué es verdad y qué es mentira de las propuestas que está evaluando. Esa idea de visión tiene que ver con la construcción de una tecnología de visibilización o de visualización. Desde qué cosas se pueden ver y qué cosas no con determinadas de formas de mirar. Siempre está en este terreno como pantanoso en el que va mostrando cómo funcionaron los regímenes de visualización o visibilidad de esta disciplina en función de las narraciones de quienes la constituyeron.