Con el regreso del peronismo a la provincia también ingresan nuevos problemas para la gestión de Omar Perotti, que serán llevar adelante su plan de gobierno manteniendo el equilibrio con todos los sectores que le prestaron su apoyo. ¿Cómo se gobierna para dos espacios que tienen intereses opuestos sin perder de vista el objetivo propio? En los próximos cuatro años Perotti deberá descubrir el punto común para el espacio de unidad del peronismo, principalmente alineado con el kirchnerismo, con los votantes de Amalia Granata que dieron su apoyo para vencer al socialismo.

Al momento de escrutar los votos, la imagen que mostraba cada mesa de votación era la posibilidad cada vez más cercana de que Perotti logre su victoria, una imagen que se repitió a lo largo de 11 de los 19 departamentos de la provincia, en los cuales fue el más votado.

Así como en muchas contiendas electorales se habla de voto castigo, voto indeciso, voto duro, muchas veces se olvida el circunstancial voto prestado, algo que se dice mucho para Alberto Fernández, y que tras el domingo pasado dará mucho para hablar en Santa Fe.

Omar Perotti fue el claro ganador de la carrera electoral y será el gobernador de la provincia los próximos 4 años, pero su victoria se explica también en gran medida a que corrió con un caballo prestado.

La unidad del peronismo en la provincia fue la garantía del apoyo electoral que recibió Perotti, una unión pensada para tener las mejores probabilidades de ganar la gobernación. De todos modos, la figura más clara detrás de ese armado sigue siendo Cristina Fernández de Kirchner, quien muestra nuevamente que es la principal dueña de los votos, algo que quedó en evidencia en las elecciones del 2017, cuando los candidatos más votados de la interna peronista fueron los que estaban ligados a su imagen.

Que las elecciones se hayan organizado de forma desdoblada a las nacionales no evitó que la cabeza de los votantes esté puesta en octubre. Muchas de las personas que votaron a Perotti lo hicieron en vistas a la disputa por la presidencia de la Nación, y asimilaron que el apoyo a Perotti implicaba no sólo una derrota más al ya muy destrozado panorama del PRO en el país, sino que era un impulso para la formula Fernández - Fernández de cara a octubre.

La especulación de qué ocurrirá con los votos propios de Perotti para las nacionales está puesta sobre la mesa. La realidad es que nadie puede estar seguro de lo que pasará, las lecturas más optimistas estiman que pueden ser trasladados a la fórmula opositora, sin embargo, otras miradas afirman que el electorado duro del rafaelino es el público más tirado para el lado de Mauricio Macri.

Pero para quien esté interesado en calcular como beneficia o perjudica el resultado del 16 de junio en el panorama nacional, es necesario agregar un tercer elemento, el factor evangelista. La imagen que mostraba cada mesa en el escrutinio no estaba tan clara cuando se habla de la categoría de diputados provinciales, en ese caso la posibilidad de Busatto de quedar primero jamás estuvo contada entre las probabilidades, y de hecho la de salir segundo tampoco estaba garantizada, ya que podría haber sido desplazado por los votos de la lista de unidad católico cristiana, que finalmente quedó tercera tan sólo por 1,35% de distancia del segundo lugar.

El desempeño desigual de las listas del PJ en ambas categorías se puede tratar de explicar por la cantidad de listas, pero la realidad es que el grueso del caudal que no fue a parar a la lista de Busatto recayó en Granata, a diferencia de la lista socialista encabezada por Miguel Lifschitz, que sacó prácticamente la misma cantidad de votos que la lista de Bonfatti, con tan sólo 40.000 sufragios de diferencia, en cambio entre Perotti y Busatto, la diferencia fue alrededor de 420.000.

Esta tendencia quedó demostrada a nivel provincial, ya que en 8 de los 19 departamentos la lista de Granata dejó a la lista del PJ en tercer lugar, pero prácticamente no tuvo impacto ni siquiera para la lista de Cambiemos, que de las PASO a las generales mantuvo un resultado muy similar.

Según las estimaciones de Walter Ghione, pastor evangelista y referente político de un sector del movimiento evangelista, el número de fieles en Rosario asciende a 160.000 personas, un número que crece un poco para el resto de la provincia, en la ciudad de Santa Fe se calcula que la cantidad de templos evangélicos es cinco veces mayor a las parroquias católicas.

Además del análisis que se pueda hacer de los resultados, también Ghione, quien es el cerebro detrás del armado de la lista de Granata, durante las PASO se expresó en favor de la lista del PJ, al afirmar que el socialismo era el enemigo a derrotar, y que su opción para derrotar al oficialismo era apostar al voto útil, que se traduce automáticamente en el sufragio por Omar Perotti. Algo que fue trabajado hacia las bases del movimiento: en distintas comunidades evangélicas de la ciudad de Rosario, los pastores se encargaron de transmitir a sus feligreses la orientación hacia el candidato del PJ para las elecciones.

Esta situación pone en debate si solamente con los votos aportados por Cristina hubiera alcanzado para obtener la victoria, si se hace un cálculo a ojo de la cantidad de votantes evangelistas en la provincia, si se observa la diferencia de aproximadamente 77.000 votos en la categoría gobernador, y los 287.000 votos de la lista de Amalia Granata, lo más probable es que Perotti se hubiese quedado a pocos pasos de la gobernación, siendo aventajado por Antonio Bonfatti, de no contar con ese apoyo.

La existencia del voto prestado tiene siempre aparejada una propuesta de devolución, para el caso de los votos del kirchnerismo está bastante claro que el acuerdo era ceder los lugares de la lista de diputados nacionales a los candidatos más duros de Cristina, con garantía del lugar de Marcos Cleri como cabeza de lista, referente de La Cámpora, quien en una graciosa coincidencia es también el eterno buscador de los votos evangelistas de Rosario.

Pero no sólo importa en términos de una negociación interna de espacios políticos, sino que la principal desventaja que enfrentará Perotti por haber llegado al gobierno con votos prestados es el límite político que genera tener un apoyo blando, ya que el humor social de los habitantes de Santa Fe frente a su proyecto de gobierno será una constante permanente durante estos 4 años, con una oposición fuerte en términos de una mayoría legislativa y de su base electoral, mientras que sus propios electores votaron "tapándose la nariz".

Si bien es bastante claro que el apoyo de la corriente religiosa que vota a Granata iba más por cuenta propia y no en el sentido de requerir favores, también ese espacio es consciente del aprieto en el que está metido Perotti, ya que no tendrá otra opción más que coordinar en la legislatura con los 6 diputados de ese espacio, frente a los 28 que logró meter Lifschitz.

Por eso, el pedido público de Granata para trabajar de conjunto con los legisladores del PJ no deja de ser una trampa, ya que a Perotti no le queda otra opción que aceptar si quiere tener alguna posibilidad de gobernabilidad. Pero a su vez para que el espacio de Granata se mantenga como aliado el gobernador electo deberá complacer a su base social.

De este modo entra en juego el mayor de los problemas para el próximo gobierno del PJ en la provincia, que será evitar la crisis de que ambos de sus prestamistas quieren cobrar lo mismo para gastarlo en cosas que en su mayoría serán opuestas.

Aquí queda una de las cosas más relevantes que deja lo que sucedió el domingo 16 en Santa Fe: la demostración de que el voto cristiano tiene poder de decisión cuando las elecciones están palo a palo. Para un posible escenario de disputa en las presidenciales, el dato de que en Argentina hay registrados 4 millones de evangélicos y que en varias provincias están tomando forma espacios políticos cristianos independientes adquiere una dimensión a tener en cuenta.

*Periodista