Las licenciatarias de distribución habrían pedido al Enargas mucho más que el 35/36 por ciento de incremento explicitado durante las últimas audiencias públicas. El porcentaje de aumento a ser aplicado a partir de abril superaría el 45 por ciento, vistos los pésimos resultados de la subasta del gas de febrero, los precios que se manejan para los volúmenes no contratados en invierno, la inflación descontrolada y la devaluación de principios de marzo.

 Que apliquen una solución similar a la propuesta por el desplazado ex secretario Javier Iguacel (la tarifa plana), y que Gustavo Lopetegui (actual titular de Energía) había rechazado, es claramente indicativo que las distribuidoras pidieron 45 por ciento o más. Las razones para el traslado de un 20 por ciento de las facturas de invierno a los meses del verano siguiente son que,por un lado, tenemos el fracaso del MEGSA. Los precios más caros en relación a los conseguidos individualmente por las distribuidoras en negociación con productoras prueba que hubo cartelización de estas últimas. Además, la subasta fracasó en generar certidumbre y evitar la disparada de los precios del gas durante el período invernal. Los precios del invierno son superiores a 7/7,5 US$/MMBTU. Es decir, precios de importación.

 Por el otro, tenemos una inflación que se prevé ya nuevamente descontrolada para el año, rompiendo todos los pronósticos oficiales a la baja y ubicándose entre 30 y 35 por ciento. Asimismo, en las audiencias, todas las licenciatarias basaron sus pedidos de ajuste con un dólar a 39/39,50 pesos. Semanas después, la divisa se había disparado a 42, con proyección de rozar los 48 para fin de año de acuerdo a consultoras privadas.

 Otros problemas que están teniendo las distribuidoras son la progresiva morosidad, la fortísima desaceleración en la expansión del servicio residencial (por encima de lo deliberadamente pretendido) y la caída libre del consumo industrial. Si bien los últimos dos implican menores costos para las empresas, todo este paquete les genera un menor ingreso y una urgente necesidad de blindaje adicional.

 Como sea, y una vez más, se va a pagar diferido y con intereses el servicio público de gas, pateando los mayores costos fiscales para después de diciembre (próximo gobierno). En los meses de invierno (mayo a septiembre), las facturas posiblemente mantengan los valores del nuevo aumento a ser aplicado este abril. En verano, aunque desde diciembre, el gas argentino se pagará a precio de importación. 

 Millones de familias argentinas no pueden pagar el servicio desde hace más de un año, pero se viene un nuevo incremento superior al 30 por ciento en abril y que regirá hasta diciembre. A partir de allí, todas las facturas vendrán con el 30 más el 20 por ciento en cuotas que ahora se difiere, todo lo cual habrá de sumarse a los nuevos ajustes semestrales a regir en abril de 2020. 

 Mientras tanto, las distribuidoras y las productoras viven en un festín interminable de ganancias multimillonarias desde hace años, menores costos operativos por una demanda en caída, beneficios de todo tipo, giro de utilidades al extranjero y distribución de dividendos sin el más mínimo control. Que la estafa neoliberal de Cambiemos termine en diciembre es ya una cuestión de supervivencia.

* Director de Oetec.