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Viernes, 19 de agosto de 2016

MI MUNDO

Al ritmo del escándalo

Un mochilero musical recorre la periferia latinoamericana al ritmo del funk carioca. Mezcla cumbia, reggaetón y baile de alto voltaje, paseándose con sus uñas pintadas desde la Patagonia natal hasta las favelas de Río. Se llama Paz Berti y por estos días se lo podrá ver en Buenos Aires.

 Por Dani Umpi

Recién en el año 2009 la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro aprobó una definición del funk carioca: “movimiento cultural y musical de carácter popular”. Tuvieron que pasar décadas para que esta cultura se hiciera respetar entre los brasileros. En el resto del mundo, con una popularidad en ascenso gracias a la veña hipster, la barrera idiomática dio prioridad al novedoso, festivo y febril uso de las cajas de ritmo Roland TR-808, las voces saturadas y los bailes soeces. Por arriba de esas letras llenas de apologías al crimen, la misoginia y el tráfico. El combo también trae denuncias sobre la violencia en la periferia de Río y es, además, caldo de cultivo para artistas queers.

Imantado por ese “purgatorio de la belleza y el caos” el rapero, performer, activista, DJ y mochilero Paz Berti se fue de la Patagonia a la favela más antigua de Río a “curtirse” hace casi diez años. Después de varios singles musicales y un training sólido por todo tipo de escenarios, prepara su primer disco, Patagonia Emergente en La Plata. Doce canciones que además del funk mezclan cumbia, reggaetón y kuduro.

El portuñol con el que se maneja cotidianamente requiere como mínimo tres traductores porque más que idiomas, mezcla guetos. En sus canciones además de expresiones de maricas/bichas bilingües se le suman frases en mapundundungun, idioma mapuche, pueblo del que desciende una parte de su familia. “Soy una marica revoltada, me describo de esa forma”.

¿Puedo decir que te movés en una especie de “periferia internacional”?

–Latinoamericana. Entre los mochileros siempre se hacen cuentos de Europa yo he viajado muchísimo, siempre ha sido por esta zona.

Habla por Skype desde Florianópolis. Cuenta que es mochilero desde que vivía en la Patagonia, en Allen. “Crecí entre eso. Con mis abuelos íbamos a la cordillera a visitar a mis parientes y veía mucha gente de mochila, charlaba con ellos y pensaba “yo quiero vivir así”. A los 15 me escapé a la costa de Río Negro a dedo con una amiga. No me dijeron nada porque no me había llevado ninguna materia. Después fui a tocar allá con la banda Doris, ¿te acordás?, que después hicieron Onda Vaga. A los 17 me fui para Buenos Aires, estudié Psicología Social, hice teatro, estuve en obras con Pavlovsky, siempre pensando en subir hasta Colombia pasando por Río de Janeiro porque era la cuna del funk. Llegué a la favela de la Providencia y quedé tres años viviendo ahí”.

¿Cómo fue vivir en la favela y vincularte con esos músicos?

–Ya venía de un barrio suburbano y aunque tuviera otro idioma, podía ver repeticiones como el racismo. Eso me abrió mucho los ojos. Para mí Sudamérica es un gran suburbio, no veo esas fronteras, las ponen para seguir controlándola. Participé de un colectivo de funk anarquista y me interesé en la movida de funk queer que nacía en ese momento pero estaba más concentrada en San Pablo así que me fui a vivir a esa otra ciudad.

¿Cuáles son tus referentes del funk? Recomendanos algo.

-Cuando vivía en Argentina era fanático de Actitud María Marta y Alika, que no es funk pero siento que me influyó. En Brasil: Mc Carol y paulistas como Mc Xuxú, Mc Trans y Pedra Costa, aka Solange, tô aberta!, que es considerada la primer artista queer de funk y que estará haciendo una colaboración para mi disco.

Veo que en redes siempre te definís como “marica de barrio”. ¿El disco sigue esa línea testimonial?

–Sí pero viene con rimas más pesadas. Hablo además de la represión mapuche, que parte de mi familia la ha vivido muy de cerca. Tengo mucho de espiritualidad mapuche. Veo que en la ciudad se niegan las descendencias que no son europeas. He tomado más conciencia porque está sacando tierras, vendiéndolas, haciendo cosas terribles con la tribu. También tengo presente experiencias buenas de mi niñez. Mis viejos laburaban mucho y me metían en todo tipo de actividades para no pagar a alguien que nos cuidara. Hice talleres de teatro en la escuela, la municipalidad, a los diez años tocaba el bongó con una amiga que cantaba con su guitarra canciones de rock nacional y a los 12 años me pintó el heavy metal, que es algo muy de la Patagonia.

¿Qué panorama social pensás que te vas a encontrar acá?

–Me informo por la movida de periodismo independiente brasilera, que es muy poderosa. Me parece que es momento una vez más de demostrar que nosotras, como personas disidentes que somos, no creemos más en esos mecanismos de Estado y podemos crear nuevas alternativas. Siempre viví en la autogestión, en la lucha y en la diversidad. Cuando acaba la diversidad acaba todo.

Hoy se presenta en Pampero (Quilmes): Taller de DJ y presentación de “Cümelen” (PAZ DJ Set). Mañana en El Andamio (Quilmes). Este jueves en El Ocenario. Y el sábado 27
en MU Punto de Encuentro.
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Imagen: Noam Scapin
 
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