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Martes, 16 de septiembre de 2014

OPINIóN

Justicia es cárcel efectiva a los genocidas

 Por * Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Rosario.

En la segunda de las elevaciones de la Mega Causa Feced II, en su alegato acusatorio, el fiscal Gonzalo Stara solicitó la inmediata detención de los represores. Sin embargo y a pesar de lo razonable de su fundamentación, fue rechazada por este Tribunal.

La pregunta que se impone es ¿será justo? ¿Es justicia?

Quizá haga falta recordar, hacer arder la memoria porque pareciera que muchas veces lo legal no va de la mano con la justicia. Nos cabe exigir en estos tiempos y dada la gravedad de los hechos, una justicia real, no aparente.

Está en juego si serán los jueces capaces de estar a la altura de las circunstancias históricas, como estamos gran parte de la sociedad para lograr que se haga realidad el Nunca Más, y no sea nada sólo una consigna. Esta causa no comienza, en realidad, en estos años. Acá llegamos con luchas libradas, a veces en soledad.

Con el perseverante amor de familiares y compañeros de quienes hoy nos faltan, que no bajaron los brazos y renunciaron a propuestas de perdón y reconciliación. Que llevaron orgullosamente banderas y pancartas con fotos que la sociedad miraba impávida y en silencio. Que no se cansaron de golpear puertas ﷓-que tardaron tanto en abrirse-﷓ ni de repetir una y otra vez que 30 mil no era un número caprichoso; que eran personas luminosas, a las que se llevaron porque representaban un peligro latente, de cambios realmente profundos e impostergables para la sociedad en su conjunto.

Con la valentía de los sobrevivientes que declaran una y otra vez los horrores vividos. A pesar de la vergonzosa y vergonzante obediencia debida, del punto final y los indultos. A pesar de que el aparato represor seguía intacto en aquellas primeras presentaciones en 1984. A pesar de la desaparición de Julio López y del asesinato de Silvia Suppo.

Fue juntos que llegamos hasta aquí. Familiares, organismos de derechos humanos, sobrevivientes y muchos amigos que fueron sumándose a las acciones y actividades. Cada uno desde su lugar, sumó su voluntad y su memoria para armar el rompecabezas de nuestra historia reciente.

Conectando datos y fechas. Lugares y viajes. Nombres gritados en la desesperación de un traslado. Sobrenombres. Gestos. El mapa que trazaron quienes eran dueños de la vida y la muerte fue poco a poco reconstruido y se lo entregamos a los Jueces, con la esperanza que a tanta barbarie se opusiera justicia.

Exigimos justicia efectiva para nuestros seres queridos que no están y a los que les fue negado hasta el duelo, el luto que ayude a entender esa ausencia sin explicaciones, sin tumbas donde llorarlos.

Justicia efectiva para quienes han declarado, en número más que suficiente, frente a ustedes brindando detalles minuciosos de los aberrantes actos cometidos por los genocidas, que hoy esperarán la sentencia en su casa, con privilegios, con sus familias, en libertad o en cárceles que no son tales, como la Alcaidía de Jefatura de Rosario.

Justicia efectiva que nos evite el castigo adicional de pensar que podemos ﷓-querellantes, familiares y testigos-﷓ caminar por la misma calle que nuestros verdugos. Hecho que definitivamente nos iguala. Si caminamos por las mismas calles, con la misma libertad que ustedes, nuestros vecinos y nosotros. ¿Qué nos diferencia de los ejecutores del terrorismo de estado?

No quedan dudas de que los acusados son genocidas, torturadores y que se llevarán con ellos el sombrío secreto del paradero final de nuestros familiares. Sin embargo, no queremos para ellos la misma suerte, ni para su familia la angustia permanente que deja la desaparición.

Queremos sí, justicia efectiva. Como lo determina la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y que se nos garantice como nos corresponde este derecho inalienable.

Es por ello que requerimos, con la urgencia del caso, se revea la negativa a lo solicitado por Stara. A nuestro entender, ha quedado definitivamente demostrado la clase de personajes que se está enjuiciando por semejante barbarie. La justicia que ustedes representan debe estar a la altura que corresponde y tienen el deber de que sea ejemplificadora. Por lo expuesto, les pedimos que ordenen la inmediata detención en cárceles comunes de estos represores.

Señores Jueces, cada acto de nuestra vida y de su accionar queda para siempre en la histaria. A nosotros nos ubicará en el rol genuino de solicitar justicia a pesar de los años pasados. ¿Qué lugar les deparará la historia a ustedes?

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