rosario

Viernes, 19 de agosto de 2016

CONTRATAPA

Máquina Eva

 Por Beatriz Vignoli

Cuesta pronunciar ese nombre. Lo pronuncio. Digo la pregunta. Se me responde: "Una enfermedad muy fea". Miro las baldosas de la casa vieja y no entiendo. La voz de mi madre sigue sonando en la memoria, al sol de un mediodía de los años setenta. Sé que le duele, aunque no la quiera. Otro sol de otro mediodía, en 2015, brilla sobre el relato contado por un padre y que la hija recuerda: lágrimas bajo la lluvia. Millones y millones de lágrimas, y de gotas de lluvia. La hija rescata de la casa vieja la lámpara quirúrgica del padre. Moldea lágrimas de hielo que la luz del padre licúa. Hay un cuerpo bello que nos duele, a todos los argentinos, todavía. El misterio de ese cuerpo (el misterio de su belleza, el misterio de su dolor) solo puede ser rodeado, pero nunca develado. Hay leyendas que lo bordean, que le arman un contorno: un corset que nadie vio. Eva lo llevó bajo el tapado de visón, dicen.

La mujer que habla bajo el sol parece pintada por Antonio Berni. Se llama Nicola Costantino, es escultora, es rosarina, y hace tres años representó a la Argentina en la Bienal de Venecia con una obra que combina instalación, performance y una escultura metálica animada a motor que representa aquel armazón legendario que tuvo a Eva en pie. Estructurada en cuatro partes, creada por Nicola Costantino y con curaduría de Fernando Farina, la compleja obra por fin se podrá ver en la ciudad natal de su autora, a partir de esta noche a las 19 en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRO, Bulevar Oroño y el río). Lleva su título original, el que tuvo cuando se expuso en Buenos Aires: Rapsodia inconclusa. Comienza con la metamorfosis de Nicola en Eva Perón. "Nicola es Eva pero Eva es todos. Una videoinstalación muestra la intimidad de su vida cotidiana... su vida como un sueño hecho realidad. Otras proyecciones fantasmáticas reflejan en simultáneo varios momentos emblemáticos de su vida. Una instalación más abstracta se inspira en el dolor del pueblo que llora su pérdida. Un objeto mecánico transita la exposición, poseído por la ira e impotencia de Eva frente a su trágica muerte. La obra en su conjunto carga un matiz espectral que recorre toda la instalación", escribió Costantino.

"Yo pensaba en los vestidos como esculturas, y pasé a pensar en las esculturas como vestidos", dice la escultora en el trailer del documental La artefacta. Hace unos años la vimos posando en una foto de Gabriel Valansi como la costurera del cuadro Primeros pasos, de Antonio Berni. Los peinados, las expresiones, los vestidos, los cuerpos, las mujeres, la época de ese óleo de Berni parecen atravesar cada cuadro del registro fotográfico que hasta ahora fue el único acceso de los rosarinos a la Rapsodia inconclusa de Nicola Costantino.

Mi amigo el poeta de la era del hielo, el poeta que lee con un tapado de piel, se entusiasma con la leyenda popular del visón y se asombra cuando le muestro sucesivamente a la madre y a la hija (a la madre de Nicola, que fue diseñadora de modas; a Nicola misma en la foto de Valansi, Nicola Costurera) posando con la máquina de coser. El modelo es la madre en el lado derecho de Primeros pasos, de Berni.

"¡Es la misma cara!", dice el poeta mientras pasa una tras otra las tres capturas de pantalla, como un detective de novela. "¡Es la Singer, son las máquinas que repartía Eva!" exclama con absoluta precisión histórica ante Primeros pasos. En el lado izquierdo del cuadro, practica danza clásica la hija artista. Madre que cose, hija que quiere ser artista: antes de ser primer dama Eva fue actriz, "trabajó en teatro, radioteatro y cine", dice el poeta, y encuentra esta frase: "Eva guardará en su memoria las épocas en que su madre pedaleaba día y noche la vieja Singer, cosiendo vestidos y manteles por encargo, mientras aguanta el dolor de sus sangrantes várices".

Una máquina Eva, una serie de cuerpos dolientes de mujeres que aguantan, de madres ante la máquina de coser y de hijas artistas que se despliega como una muñeca rusa al sol deletéreo del padre: eso es lo que podemos decir el poeta y yo para contar una obra que todavía no vimos y que seguramente contiene mucho más. Los pliegues entre las costuras de la figura pública, el espejo en la recámara secreta, el armazón oculto y acaso inexistente entre el vestido y el visón: es un revés de la tela de la Historia lo que trama Nicola Costantino en la fantasmagoría de imágenes a las que se atreve a ponerle el cuerpo.

Su padre le contaba con tristeza aquella historia de las lágrimas. "Y no era peronista", subrayaba la hija aquella tarde, al sol de hace casi un año. "Me interesa la persona de Evita porque ella trascenderá siempre el hecho político e histórico", escribe Nicola en su proyecto. "Su representación, perpetuada en la iconografía de su época, suele ser parcial e ilustrativa. Esta obra de arte enfrenta los preconceptos establecidos de una imagen comunicada durante sesenta años en forma partidista o estéticamente relacionada con lo kitsch".

Le cuento al poeta del tapado de piel que tanto una obra de Nicola, Peletería con piel humana, como uno de los contextos más notables donde fue presentada, la Bienal da Antropofagia del curador Paulo Herkenhoff (la vigésimo cuarta Bienal de San Pablo, Brasil, en 1998) fueron dos de los disparadores que activaron mi imaginación para crear la obra (la obra, no la vida) de la artista de ficción Romina Montesco en mi novela Reality. El poeta admira a Romina Montesco tanto como yo odié, en aquel momento, la Peletería con piel humana cuando se mostró en el Parque España de Rosario. ¿Era moda? ¿Era arte? ¿Era kitsch? Una instalación anterior de Nicola, Cochon sur canapé (1993) me produjo un estado alterado mezcla de náusea y euforia cuando logré entrar a la sala del Casal de Catalunya de San Telmo, Buenos Aires. Y vi que colgaban envasados en plástico traslúcido aves muertas con su plumaje completo rodeando el colchón de agua king size donde un gordo del público se abalanzaba a devorar con las manos el lechón cocido que allí yacía. Alguien del público, un artista joven lleno de piercings y con un brazo en cabestrillo, se me antojó que era parte de la obra.

Con el poeta del tapado de piel pasamos y repasamos el trailer del documental La artefacta (2015), de Natalie Cristiani, para volver a ver la gota de sangre que cae en el zapatito blanco que pisa el barro ensangrentado bajo el ruedo de un vestido de fiesta de seda roja, en una filmación casera de los años noventa. Nicola guardó 15 años ese video. Nos hemos vuelto, el poeta y yo, personajes de Reality. "¡Es Romina!", decimos. Y sin embargo nada, ninguno de todos estos nombres (Eva, Nicola, Romina) termina de atrapar el misterio: el misterio de la muerte, el misterio del dolor, el misterio del cuerpo.

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