Tomando como base a su luminoso y cálido tercer disco solista, Incandescente, Richard Coleman volverá a presentarse en Rosario, lo que permitirá reencontrarse con viejas creaciones del cantante y guitarrista, inquietante animador de la escena del rock-pop argentino desde mediados de los 80. Integrante de Fricción junto a Gustavo Cerati, fundador de Los 7 Delfines, acompañante de Charly García, Andrés Calamaro, Soda Stereo y numerosos etcéteras, Coleman actuará mañana a las 22 en McNamara (Tucumán 1016), espacio al que arribará acompañado por su banda.

"La mayor cantidad de temas del show van a ser de Incandescente, pero uno lo que hace es mostrar un poco lo que está haciendo y recorrer un poco la carrera --adelantó Coleman a este medio--. Entonces voy a hacer alguna pasadita por mi repertorio, algunas canciones de Fricción, algunas cosas que tengo hechas con Gustavo Cerati, algunas otras que me gustan hacer".

Tomando como punto de partida a la amplitud del repertorio por él mismo creado, la selección está regida por el gusto del compositor, que apuntó: "Las listas son un momento, que tiene que ser entretenido también para uno. Trato que en esta fase de mi carrera siempre haya alguna de las canciones que hice con Gustavo, porque es un gusto personal, un homenaje a mi amigo. Son canciones que merecen ser tocadas, que han sido interrumpidas de su presencia abruptamente, entonces siempre algunas canciones que tengo compuestas con él están formando parte del repertorio".

Registrado con un viejo equipo de grabación a cinta, Incandescente es el resultado de un proceso de reencuentro entre Coleman y mecanimos íntimos de composición. "La tecnología obsoleta la usé como pretexto para animarme a trabajar, para entusiasmarme con algo, con reflotar algún juguete viejo --detalló--. Eso fue muy estimulante. Por otro lado el hecho de tener que trabajar sin edición, sin el monitor, sin un mouse, hacía mucho más lúdico al asunto. Fue una cuestión de irme a mi estudio solo con mi guitarra, el grabador, sin prender la computadora. Algo que, además de todo, te cambia la luz, porque la luz del monitor es muy intensa. Uno no se da cuenta, pero cuando está trabajando de noche o en un lugar cerrado, esa luz es pregnante, entonces te cambia el estado de ánimo. A partir de ahí salió toda la idea de Incandescente".

Después de un disco dedicado a reversionar obras para él entrañables, A son is a song, aquí Coleman sostuvo el concepto de la canción como eje. "Se trató de éso, de orientar mi enfoque compositivo hacia la maximización, la excelencia de la canción --reconoció--. De buscar la canción lo más bella, 'perfecta', posible. Ese fue mi propósito, trabajar desde la guitarra, hacer una canción que tuviera vida fuera de los arreglos. Eso más o menos se ha respetado en todo el disco, y funciona. No son canciones que están adaptadas desde el disco hacia una versión más sencilla, sino que es al revés. En este caso, el disco es una adaptación, un arreglo de la canción, que de raíz es sencilla y que está completa tocándola sólo con la guitarra. Eso está bueno".

La decisión de retornar a ese formato, según Coleman, estuvo influida por la publicación de aquel material de reversiones, sobre el que apuntó: "A son is a song tiene canciones que me han gustado toda la vida, una colección de canciones que he escuchado desde los 15 años hasta ahora. Y están todas despojadas de los arreglos originales, llevadas a la mínima expresión. Ahí me di cuenta que canciones que me habían gustado hace tantos años, me habían gustado porque eran sencillas, simples, porque soportaban estar despojadas. Despojadas, por ejemplo, de la carga sinfónica, si te vas a Jethro Tull o esa época; o canciones de Johnny Cash, o canciones de un gran compositor como Leon Russell, que atraviesan cualquier montaña. Me di cuenta que había aprendido algo con ese disco, e inmediatamente me puse a trabajar con ese deseo de hacer canciones que pudieran soportar cualquier tormenta. Es ambicioso, pero es también lo que uno se propone".