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Jueves, 21 de julio de 2016

AGáRRESE COMO PUEDA

Catch and Go

De jugar a fajar ingleses a las fiambrerías como sponsors, la historia local de esta lucha tiene documental entre el grotesco y la adrenalina.

 Por Javier Aguirre

Pega fuerte la mezcla de adrenalina y grotesco del catch, esa lucha simulada entre titanes disfrazados que intercambian patadas voladoras y piquetes de ojos. Y que parece linkear el delirio certero de Diego Capusotto con las trasnoches enjauladas de las franquicias MMA. El documental Agárrese como pueda, dirigido por Claudio Celada, Nicolás Brasotevich y Javier Romero, explora con amor la historia del catch argentino, desde sus inicios en el indie portuario del 1900, pasando por su medio siglo de gloria mainstream con Titanes en el ring en TV y el Luna Park, hasta su regreso al under, hoy, en clubes suburbanos con techo de chapa y publicidades de la fiambrería de la esquina.

A fuerza de entrevistas y archivo, la película agarra y revolea como los increíbles personajes de arriba del ring, el Hombre Montaña, el Beatle Francés, el Hombre Vegetal o Martín Karadagián (“El Maradona del catch”, se lo define Romero al NO). Pero también seduce por la euforia amateur de señores que en las noches de ring parecían estrellas pop y que durante el día cargaban bolsas en el puerto.

Agárrese como pueda captura el valor del catch como un espectáculo vivo en el que las cosas pueden cambiar. “Es una tradición histórica, el público juega”, explica Brasotevich. “Y a veces el que iba a ganar termina perdiendo porque los espectadores orientan la lucha con sus gritos y hasta construyen los personajes. Por ahí a alguno se le ocurrió armar un personaje de ‘bueno’, pero sale al ring y lo empiezan a abuchear por su aspecto y, de golpe, se convirtió en un ‘malvado’”.

Celada revela reglas no escritas: “Los combates no están armados, cada luchador tiene su lugar y respeta las tácticas en las que se destaca el otro, pero lo demás se improvisa, lo que sí debe conocerse es el resultado, que depende del productor y se basa en que si La Momia le gana al Campeón Irlandés, va a vender más juguetes o figuritas”.

Y Romero agrega: “Los luchadores realizan un enorme trabajo de improvisación para pelear y escuchar al público; los contendientes trabajan en equipo para golpearse y a la vez para subir el ánimo del público y hacer que mantenga su interés”. Y eso está muy claro en este film que mantiene el interés y el atractivo tanto en las escenas furiosas y coloridas en las que marcianos y taxistas se matan a palos, como en la investigación sepia y respetuosa sobre laburantes que, hace un siglo, jugaban a fajar a un inglés.

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