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Martes, 29 de diciembre de 2009

CINE › OPINIóN

Reflexiones sobre el público

 Por Celina Murga *

En los últimos años, hacer cine de autor con un estándar técnico profesional alto y presupuestos al menos medianos se ha vuelto muy difícil de sostener económicamente en la Argentina. Sobre todo cuando uno quiere defender cierta línea estética personal no estandarizada, cuando el casting no responde a requerimientos industriales sino a lo que la película pide, cuando se pretende dar buenas condiciones de trabajo a los técnicos para que puedan aportar lo mejor de ellos. Veo con tristeza que esto suceda. Cada vez son menos las películas argentinas que pueden llevar entre 20.000 y 80.000 espectadores a las salas.

Aunque ese monto podría considerarse un fracaso para una película con aspiraciones de masividad, para una película de autor con un lanzamiento acotado esas cifras serían un éxito. Creo que por más que no se alcancen esas cifras, este tipo de películas se va a seguir haciendo. Veo que hoy hay una cantidad importante de directores, de distintas generaciones, en condiciones de hacer un cine de autor de calidad. Además estoy convencida de la necesidad de defender la diversidad en el cine. No todas las películas tienen que ser vistas por millones de espectadores. La mayoría de ellas tienen un público potencial. La de que hay un único público posible es una idea falsa.

Hay que poder generar los espacios para que cada público específico se encuentre con las películas que le están destinadas. Espacios y tiempo de exhibición: creo que ahí hay una clave. Habrá que encontrar maneras distintas de distribuir y exhibir nuestras películas. Las posibilidades que abre la era digital son insospechadas y debemos saber aprovecharlas. Considero imperioso que, desde los diferentes sectores de la industria, nos ocupemos de pensar y planificar este tema. Otra de las ventajas comparativas que tenemos en la Argentina –sobre todo en nuestra generación y aun con el aumento de los presupuestos en los últimos años– es que sabemos crear estructuras de producción que nos permiten filmar bajando costos. Somos conscientes de que la plata invertida tiene que notarse en la pantalla y sabemos ahorrar en cosas que no entran en cuadro. 

Por otra parte, pienso que no está bueno hablar de fracaso cuando una película es buena y abre nuevas posibilidades para el cine de un país. Aun cuando el público no haya respondido de la mejor manera. Por suerte, el tiempo pone las cosas en su lugar. Más allá de la tendencia –peligrosa, a mi criterio– de creer que el destino de una película se juega en un fin de semana, la historia del cine está llena de películas a las que sólo se valoró mucho tiempo después del estreno. Miremos entonces un poco más allá de ese primer fin de semana.

Directora de Ana y los otros y Una semana solos. En 2009 fue discípula de Martin Scorsese, en el marco de la Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Protegidos.

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