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Jueves, 1 de febrero de 2007

CINE › “HOLLYWOODLAND”, CON BEN AFFLECK

Los superhéroes también se suicidan

La misteriosa muerte del actor George Reeves, que se hizo famoso como el primer Hombre de Acero, es la excusa para desnudar a la Meca del Cine.

 Por Luciano Monteagudo

El caso nunca fue considerado lo suficientemente importante, al punto de que Kenneth Anger lo relegó a unas pocas líneas de la segunda parte de Hollywood Babilonia, el libro que hizo de las páginas amarillas de los tabloides sensacionalistas de Los Angeles un ensayo cáustico sobre el lado oscuro de la Meca del Cine. El 16 de junio de 1959 el actor George Reeves, quien por entonces gozaba de gran popularidad entre los niños como el protagonista de la serie de TV Las aventuras de Superman, apareció muerto en su casa de Benedict Canyon, desnudo, con un tiro en la cabeza. “Superman se suicidó” dijeron algunos de los titulares de aquel momento, siguiendo al pie de la letra la versión oficial de la policía. Pero siempre persistieron las dudas sobre si el pobre Reeves –deprimido porque ya nadie lo consideraba seriamente para un papel que no fuera el del Hombre de Acero– se había quitado él mismo la vida o si alguien más se había ocupado de disparar el gatillo de la Luger que guardaba en su mesa de luz.

El asunto es que el guionista Paul Bernbaum y el director Allen Coulter (novato en el cine pero veterano de Sex and the City, The Sopranos y Six Feet Under, entre otras series de éxito) decidieron exhumar aquella vieja historia, proponer algunas hipótesis y sacar a relucir los trapos sucios de Hollywood en tiempos en que el clásico sistema de los grandes estudios empezaba a crujir bajo el peso de los nuevos tiempos y la pantalla chica extendía su sombra mezquina sobre los llamados “palacios del cine”. La época es fascinante, el lugar no lo es menos y el caso efectivamente parece tener muchas más aristas de las que afloraron en aquel momento. Pero Bernbaum y Coulter no deciden exactamente qué es lo que quieren hacer (¿un film noir, como Los Angeles al desnudo? ¿Una pintura ácida de Tinseltown, a la manera de Como plaga de langosta?), y lo que potencialmente podría haber sido un film más que interesante se queda en una película sincera pero modesta, limitada, dispar, con algunas estupendas actuaciones secundarias.

El protagonista claramente es Lois Simo (Adrian Brody), detective privado en decadencia, divorciado, con un hijo pequeño que no termina de confiar en su padre, por buenos motivos. Sin mayor convicción, Simo se ocupa de un caso de supuesto adulterio hasta que alguien le sopla que en el asunto Reeves puede llegar a encontrar mucho más que aquello que está en la tapa de los diarios. La investigación de Simo dará lugar a una película paralela, un gran flashback que va narrando el ascenso, módico apogeo y sorda caída de Reeves (Ben Affleck), un actor que tal como lo describe Hollywoodland habría tenido aspiraciones por encima de sus capacidades reales. Talento artístico no es precisamente lo que ve en él Toni Mannix (Diane Lane), esposa de uno de los jerarcas de la MGM, que le compra una casa, lo llena de regalos y lo convierte en su amante particular, hasta que Reeves la deja por una joven arribista neoyorquina muy diestra en la cama, lo cual enloquece de celos a la madura Mrs. Mannix.

¿La muerte de Superman podría haber sido un asesinato a sueldo para evitar un escándalo, un accidente de alcoba entre amantes o quizá, por qué no, el suicidio de alguien que ya no encontraba sentido a su vida, viéndose disfrazado con calzoncillos largos azules y rojos? Mientras la película se dispersa vanamente en los problemas personales de Simo, el detective va imaginando cada una de esta posibilidades, pero más allá de la intriga policial, el cuadro más interesante que tiene para pintar Hollywoodland es el del backstage de la industria del cine, dominada todavía por productores que se comportaban como mafiosos. En este sentido, no se puede sino reparar en las magníficas composiciones de Bob Hoskins y Joe Spano, respectivamente Eddie Mannix (existió en realidad) y su jefe de prensa, que parecen importados a Beverly Hills desde el sindicato del crimen de Chicago. A Brody se lo siente fuera de época y de personaje, pero no así a Affleck, quien –¡sorpresa!– ofrece una sentida interpretación de George Reeves y lo dibuja como un hombre cándido, que quiso volar pero se olvidó que la capa era de utilería.

6-HOLLYWOODLAND

Estados Unidos, 2007

Dirección: Allen Coulter.

Guión: Paul Bernbaum.

Fotografía: Jonathan Freeman.

Música: Marcelo Zarvos.

Intérpretes: Adrien Brody, Diane Lane, Ben Affleck, Bob Hoskins, Lois Smith, Robin Tunney, Joe Spano.

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Ben Affleck y Diane Lane, rodeados de un halo de glamour de utilería.
 
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