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Viernes, 19 de agosto de 2016

CINE › DOLORES, CON EMILIA ATTIAS Y GUILLERMO PFENING

Cuando lo clásico luce académico

 Por Juan Pablo Cinelli

Infrecuente coproducción argentino-brasilera, Dolores, del argentino Juan Dickinson, representa una propuesta poco habitual dentro de la cinematografía local. Film de época ambientado en una estancia de Buenos Aires, es el relato de una saga familiar que arranca con el inicio de la Segunda Guerra y va hasta su desenlace, con un breve prólogo y un epílogo que representan un presente ubicado unos años más adelante. Un racconto emotivo que empieza con la vuelta a la casa familiar del joven Harry tras concluir sus estudios en la ciudad, quien se reencuentra ahí con un álbum de recuerdos que él mismo empezó a llevar cuando tenía ocho años y su madre acababa de morir. Lo que se verá es la historia que evoca ese álbum. El regreso de Dolores (Emilia Attias), hermana menor de su madre, será el centro de esa memoria y el motor que pondrá en marcha la dinámica familiar que la muerte ha aletargado. Su amor por el padre de su sobrino, Jack (Guillermo Pfening), y el recelo de la hermana de este; las deudas que acosan a esta familia de ascendencia escocesa; el tierno vínculo que surge entre ella y Octavio, un estanciero hijo de alemanes, y la disputa entre ambos hombres son algunos de los mojones que articulan la historia.

De correcta factura técnica, Dolores sin embargo reúne elementos positivos y negativos que surgen de su condición anacrónica. Si por momentos el trabajo que Dickinson realiza con la puesta de cámaras luce clásico, trabajando siempre con planos fijos cuyos movimientos se limitan a simples paneos sobre los ejes axiales del cuadro, al que suma algún traveling ocasional, también es cierto que dicho clasicismo a veces se vuelve antigüo, académico. Sobre todo cuando se insiste con una banda de sonido que es clásica, sí, pero a la que no se le ha sabido poner un límite y no sólo sobreabunda en connotaciones emotivas, sino que nunca permite que sea el silencio el encargado de dar el peso dramático que algunas escenas demandaban. Y aunque las actuaciones son correctas, destacándose el trabajo de los secundarios Mara Bestelli y Roberto Birindelli, muchas veces deben luchar con parlamentos que no siempre suenan naturales.

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