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Martes, 27 de septiembre de 2016

MUSICA › MACBETH, DE VERDI, EN EL TEATRO COLóN, CON PUESTA DE MARCELO LOMBARDERO

“Lo mágico aquí se vuelve real”

El director de escena ambientó la ópera en un país latinoamericano y en medio de una guerra civil. “Necesito saber dónde me paro para que la historia se vuelva cercana”, dice.

 Por Diego Fischerman

“Una pareja tremenda”, dice Marcelo Lombardero. El director de escena de la puesta de Macbeth, de Verdi, que se estrena hoy en el Teatro Colón, habla de “una ópera sin amor”. Y remarca las características anticipatorias de una obra que, en el marco del melodrama italiano del siglo XIX, “no tiene una pareja de enamorados ni un conflicto amoroso”. Estrenada en Florencia en 1847 y revisada para su presentación parisina en 1865, cuando ya Verdi era otro, esta ópera está situada, para su director, “a caballo de dos estilos”. Y, sobre todo, “no es una obra de Shakespeare; es una obra de Verdi. Lo que en Shakespeare es mágico, para él, para su lectura latina, se llena de carne y de sangre. Se hace real. Por eso para mí Macbeth se cuenta en términos épicos, corales. El pueblo es, en rigor, el verdadero protagonista.”

Con funciones, además de la de esta noche, el próximo sábado 1º, domingo 2 (la única que, en lugar de a las 20, será a las 17), martes 4, miércoles 5 y viernes 7 de octubre, Macbeth tendrá dirección musical de Stefano Ranzani y en los papeles principales actuarán los cantantes Fabián Veloz y Douglas Hahn (alternándose como Macbeth), Chiara Taigi y Eiko Senda (como Lady Macbeth), Alexander Teliga y Homero Perez Miranda (como Banquo) y, como McDuff, Gustavo López Manzitti. El diseño de escenografía y proyecciones es de Diego Siliano, el de vestuario corresponde a Luciana Gutman, el de iluminación a Horacio Efron y participarán la Orquesta Estable y el Coro Estable del Teatro Colón (que dirige Miguel Martínez), y libreto en italiano de Francesco Maria Piave y Andrea Maffei. Fue estrenada en el Teatro della Pergola, en Florencia, en marzo de 1847, y luego revisada en 1865. Esta fue la décima ópera de Verdi y también la primera de las obras de Shakespeare que adaptó a la escena operística.

“Me cuesta llegar al final de Macbeth, con mi formación, mis obsesiones, mis preocupaciones, y no pensar en los finales de Mussolini, o de los Ceausescu, o de Kadhafi, ese señor de la vida y de la muerte cuya ejecución acaba siendo filmada por un teléfono celular y vista por millones”, reflexiona Lombardero. Siempre, mi preocupación es dónde me paro para contar la historia. O, mejor dicho, para que esa historia me resulte cercana y pueda resultarle cercana al público. Este es un mindo de facciones. De violencia. Y decidimos ubicar la acción en un país latinoamericano en la segunda mitad del siglo XX, en medio de una guerra civil.” La mirada de Lombardero y su equipo es, por otra parte, multimediática.

“Combinamos lo virtual con escenografías corpóreas, filmaciones. Es un tipo de producción sumamente complejo para una obra que es realmente compleja en sí. Lo interesante es que esto pone a un teatro como el Colón en una crisis positiva. Lleva a todos los técnicos y talleres a trabajar en el límite de sus posibilidades y, además, hace que se relacionen secciones enteras que habitualmente no lo hacen.

Un teatro de ópera tiene mucho de mundos paralelos. Es una gigantesca factoría donde muchas veces en un lugar no se sabe qué es lo que están haciendo al lado. En este caso fue imprescindible. Se requería el trabajo conjunto y encontrar soluciones conjuntas a los problemas”. Para el director de escena, la dificultad de la obra tiene que ver, en este caso, precisamente con su genialidad. “Es una ópera sumamente avanzada para la época. Su estructura, su línea narrativa, es de una perfección extrema. Muchas veces se dice que las últimas óperas de Verdi son wagnerianas. Yo creo que no es así. Me parece que simplemente ambos llegaron a algo muy similar desde puntos de partida, y desde culturas sumamente diferentes. La solución de Verdi es italiana, sin duda. Pero hay una búsqueda del drama total, donde todas las piezas están imbricadas, que ya aparece en sus obras tempranas. Que estuvo siempre ahí.”

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“El protagonista es el pueblo”, afirma el director de escena, Marcelo Lombardero.
 
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