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Viernes, 22 de mayo de 2015

MUSICA › VICENTICO PRESENTA SU CD ULTIMO ACTO EN EL LUNA PARK

“Si siento que no avanzo, cambio de carril y agarro otro”

El cantante habla de su presente y también de la satisfacción de haber grabado en Nashville con Willie Nelson y en Kingston con Sly & Robbie para su más reciente álbum. “Me dedico a grabar, a componer canciones, a cantar y a salir de gira. Es lo único que sé hacer.”

 Por Yumber Vera Rojas

“Quiero llegar afilado a los shows”, apunta Vicentico en su estudio, mientras sus músicos, en la medida que abandonan la sala, sortean la tortuga devoradora de pies que los espera en el patio del bunker instalado en el barrio Saavedra. A pesar de que no se sabe a quién pertenece, ni cómo se llama, el atemorizante quelonio, de rápido movimiento e impetuoso acecho ( en las antípodas del de la fábula esopeana), apabulla tanto como el frontman de Los Fabulosos Cadillacs, quien le pide al último de los integrantes de su staff en el recinto que salga un momento porque no quiere que lo escuchen “hablar boludeces”. A lo que éste le responde: “Que no te dé vergüenza”. Así que una vez que queda en la intimidad, frente al periodista, el cantautor de 50 años activa la alarma de su celular que le avisará cuando llegará a su fin la nota con motivo del lanzamiento de su más reciente álbum, Ultimo acto, que presentará mañana y pasado en el estadio Luna Park, a las 21, tras tantearlo previamente en Chile y México. El autor de “Vasos vacíos” regresó en noviembre pasado a las bateas con un álbum doble en el que se revisita y reversiona a sí mismo, así como los covers que hizo propios en su obra solista, apoyado en algunos casos por duplas con figuras como la leyenda del country Willie Nelson, Sly & Robbie (la base rítmica más poderosa del reggae), los tex mex Intocable e incluso su esposa, la actriz Valeria Bertuccelli. “La idea de hacer un disco de reversiones, un recopilatorio, o como lo quieras llamar, no fue mía”, afirma Vicentico sobre su sexta producción unipersonal. “Estaba más preparado para divertirme y entretener mi vida haciendo canciones nuevas. Pero alguien con una cabeza más fría me propuso llevar adelante este proyecto. Al principio pensé: ‘No tengo una carrera tan larga como para reversionar’, por lo que me ofrecieron también un unplugged o algo por el estilo, que a mí no me atrae. Entonces pensé que lo mejor era viajar a diferentes lugares e invitar a unos cuantos músicos que me gustan. Me dijeron que era posible, y a partir de ahí me empecé a entusiasmar.”

–Grabar un disco con todos esos lujos, mientras la industria discográfica se desploma, hoy es imposible. ¿Se siente un privilegiado?

–Si querés verlo de ese modo, allá vos. Si me pongo a mirar a otra gente, a lo mejor es raro. Pero para mí es lo que es. Encuentro que ese modo, en este momento, me sirve y lo uso. Me gusta tener las cosas a mi alcance para poder utilizarlas. No veo ningún problema en eso. Si siento que no avanzo, cambio de carril, y agarro otro. Tengo suerte en muchos sentidos: no sólo en que una compañía haga todo esto, sino en que me dejen grabar un disco y que pueda toca, y que vaya gente. Es una alegría constante.

–Neil Young, del que es fan, y quien, como usted, sacó un disco de covers el año pasado, creó una plataforma digital para preservar el sonido de las grabaciones de estudio. Lo que demuestra una vez más la preocupación que existe sobre el desarrollo de la música. ¿Le inquieta lo que está pasando?

–Yo sigo creyendo en los grandes discos. Ni siquiera me lo planteo: estoy seguro. No me interesa dónde sean grabados, ni quién los saque. Lo que importa es el trabajo cariñoso y profundo sobre las canciones, y acerca de lo que uno quiere hacer, más allá de los resultados. Las producciones más importantes de Neil Young o Paul McCartney resultaron de la dedicación total. Me da lo mismo el formato, o si estoy en una compañía o soy independiente, o si me va bien o mal, lo que quiero es tratar de llevar una vida como la que tengo. Cuántos discos venda, o por dónde los pasen, es fortuito. Quizá dentro de tres años ya no suene en ningún lado y tenga que dedicarme a otra cosa.

–¿No está dramatizando un poco?

–No es dramático para mí. Disfrutaría mucho de cambiar de idea. No se me va la vida en eso. Tampoco tengo que llegar a ningún lado. Simplemente, mi objetivo es tratar de hacer una canción muy bonita, y que eso conmueva a alguien, y que ese alguien me devuelva algo a mí, y que todos estemos metidos dentro de algo que no es el resto. Cuando vi en vivo a Neil Young en Nueva York el año pasado, sólo me pasaba por la cabeza que sus canciones son eternas, que lo escucho desde que tengo 13 o 14 años, que ahora tengo 50 y que seguimos metidos en la música.

–Si tuvo la oportunidad de elegir a los invitados que quisiera para que estén en el disco, ¿por qué no está él?

–Sí, se me pasó por la cabeza invitar a Neil Young. Lo que pasa es que no encontré el modo de comunicarme. Y es que para mí todo es más simple: si hago un par de tiros, logro llegar a él y me contesta, vamos para adelante. Lo intenté a mi modo. Podría haber hecho mucho más. Quizá más adelante tenga la suerte de cruzármelo en algún lado y que suceda o no. Ya estoy feliz de escucharlo. Es onda, no hay una discográfica en el medio, ni nada. Ese es el modo que se me ocurre si quiero hablar con Andrés Calamaro, con Flavio o con quien sea.

–¿Cómo llegó a Willie Nelson?

–Con Willie Nelson lo que sucedió fue que conseguí el mail de su mujer. Le escribí a ella, que es una divina, me contestó, y me dijo que iba a hablar con él porque no usa correo. Le mostró la canción, le gustó, y sucedió. A mí siempre me encantó lo que transmite, lo que escribe y lo que canta. El está en un nivel en el que su voz es eterna.

–Aunque su intención no es del todo explícita, Ultimo acto es también un mapeo musical en el que quedan en evidencia diferentes idiosincrasias sonoras del continente americano. No obstante, ¿el entorno influyó en el acabado de las canciones que se grabaron, por ejemplo, en Nashville o en Kingston?

–Estamos hablando de música, por lo que hay algo que une todo. Los espíritus de los músicos son de un modo, pero son colores y sensaciones diferentes. Nashville es una ciudad dedicada a la música, está llena de músicos por todos lados. Allí no sólo grabé con Willie Nelson, sino con un montón de exponentes que me gustan y que conocí ahí. Mientras que Jamaica es un gueto entre peligroso y tierno a la vez, nada muy diferente a lo que conocemos de Sudamérica. Antes de ir todo el mundo me pedía que tuviera cuidado porque es peligrosa, y una vez que llegué ahí me di cuenta de que se parece al barrio donde vivo. Esa sensación de estar en medio de la villa grabando con esos animales de músicos que son Sly & Robbie y con ese audio... fue espectacular.

–No conforme con ayudar a introducir la música caribeña en la banda de sonido de los argentinos a través de Los Cadillacs, siguió afinando su gusto por la cultura del ritmo. Y eso quedó en evidencia en este trabajo, en el que se destacan no sólo la salsa y el rocksteady, sino el soul. ¿Qué es lo que más le atrae del groove?

–Si bien es verdad que en la Argentina somos un poco duros para eso, hay gente que conoce el movimiento de la cadera. A mí me resulta fácil. De todos modos, en el disco fue ir buscándolo, y encontrándolo. Todo lo que grabamos en el Bronx con Our Latin Thing, esa parte más salsera, fue consecuencia de eso. Hurgamos en lo que más me atrae de ese género. A mí me gusta una cierta clase de músico, por lo que fue un proceso largo. Pero cuando aparece, ya deja de serlo. Hubo mucho trabajo previo de encontrarnos con cada uno de ellos y con el lugar. Una vez que lo conseguimos, fue fácil.

–¿Dónde descubrió a Our Latin Thing?

–El vibrafonista y el bongosero son conocidos míos, trabajan mucho con Rubén (Blades), es gente muy activa. Y a través de ellos di con la banda, que toca todos los fines de semana. Son discípulos de la Fania y de gente de Nueva York. Son sus herederos y son pibes jóvenes que tocan muy bien. Son muy parecidos a nosotros, con el mismo gusto.

–A propósito de Rubén Blades, que siempre lo invoca cuando viene a Buenos Aires, ¿sigue en contacto con él?

–Hace poco lo vi en los Grammy, en Las Vegas, en el homenaje a Serrat, donde también canté. Me lo crucé un rato y hablamos. Sé de él por su camino y lo que hace. Es un personaje muy grande de la historia de la música, y a mí me encanta. No puedo decir que soy su amigo porque él es quien es y yo no lo merezco. Pero lo admiro mucho.

–¿Qué tal le fue en el homenaje a Serrat?

–Fue un honor cantar frente a él un tema suyo. Me pareció ridículo que me llamaran para eso, considerando que es un artista que de chico, en casa, se escuchaba bastante. Muchas canciones de Serrat me han emocionado, y con ellas viví momentos de eoción, como nos pasa a todos con la música. Creo que es un personaje importante. Hay una valentía en lo que hace, que es entrañable y enseña.

–Pese a que su mal carácter es conocido, se distingue asimismo por su sensibilidad. ¿Cómo lidia con esa ambivalencia?

–Conviven de la misma forma que sucede en todos. Si bien no soy un pan de Dios, soy sensible como todos los artistas.

–Justamente el tema que le da título al álbum da fe de su lado tierno, al tiempo que fue una de las cuatro canciones nuevas que incluyó en su más reciente producción. ¿Por qué no hizo un disco enteramente de reversiones?

–Primero porque tenía un montón de canciones nuevas pensadas para un próximo disco, y después Cachorro López (productor de Ultimo acto junto a Sebastián Schon) me instó a que escribiera más. Pero no sé por qué elegimos éstas. Quizá se unían bien al repertorio, tenían que ver, dentro del concepto o podían funcionar.

–También incluyó un cover de “Alone Again”, de Gilbert O’Sullivan. Aunque su traducción al español se parece a la versión de ese tema hecha por el grupo venezolano Los Tres Tristes Tigres. ¿La tomó de allí?

–La traducción es una mezcla. Lo que pasó es que Gilbert O’Sullivan siempre nos gustó a Cachorro y a mí, pero nunca hablamos del tema. Un día venía escuchándolo en el auto, en el iPod, y cuando entré en el estudio lo toqué. Buscamos la versión en castellano, le cambié algunas cosas, y la maqueteamos. Hay gente de mi edad que dice: “Qué linda que es, me suena a algo conocido”. Y es que esa melodía me transporta enseguida a algo. Gilbert O’Sullivan me parece un cantautor precioso.

–¿Por qué versiona a otros artistas?

–En los discos en los que trabajé solo, generalmente hay dos temas que son de otra persona, y los demás son míos. Es una cuestión de gusto personal. Es tan simple como eso. Yo me dedico a grabar, a componer canciones, a cantar, y a salir de gira. Es lo único que sé hacer. Cuando hay algo que me gusta, lo hago. No hay mucha explicación para eso. Simplemente que me gustan algunas canciones, y si siento que me quedan cómodas, y que las puedo hacer propias, las hago.

–“Morir a tu lado” es quizá la rareza del álbum, porque muestra una veta dance inédita o poco conocida suya. ¿Hacia allá apuntará el nuevo repertorio?

–No la veo tan dance. Tiene que ver más con Blondie que con Metronomy, aunque también me gusta ese grupo. Está más relacionado con jugar con algunas cosas. Me interesa esa música. En este caso no tenía más lugar para poner canciones de ese estilo, pero tengo grabadas horas y horas de temas de ese modo. Me parece entretenido.

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Vicentico actuará mañana y pasado en el Luna, a partir de las 21.
Imagen: Dafne Gentinetta
 
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