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Domingo, 8 de junio de 2014

HISTORIETA  › EL GUIONISTA JOE KELLY, INVITADO POR ANIMATE

Palabras que hacen imágenes

Guionó a numerosos superhéroes, es uno de los creadores de la serie Ben10 y también está “del otro lado del mostrador”, como productor ejecutivo de Ultimate Spiderman y Avengers Assemble. Pero, además, tiene una relación fluida con muchos historietistas argentinos.

 Por Andrés Valenzuela

“Cuando tienen un cadáver caliente y una fecha de entrega, te llaman”, asegura Joe Kelly. Pero Kelly no es asesino a sueldo sino guionista, y no se refiere a víctimas sino a imponderables que suceden en la industria editorial y en la de los dibujos animados. Porque a eso se dedica el hombre, a ponerles palabras a las viñetas e historias en la pantalla de los más chicos. Currículum no le falta: guionó a cuanto superhéroe se pueda imaginar, es uno de los creadores de la popular serie animada Ben10 y, de yapa, es productor ejecutivo de Ultimate Spiderman y Avengers Assemble (ambas actualmente por Disney XD). Además, Kelly admira profundamente a los dibujantes argentinos –con muchos de los cuales trabaja–, a quienes conoció en su primera visita al país, en 2004. Ahora, invitado por Animate (hasta hoy en el Espacio El Dorrego, en Zapiola 50), se sienta a la mesa con Página/12 para reflexionar sobre su carrera, sus creaciones y su relación con los colegas argentinos.

Cuenta que llegó a las historietas ya graduado de la universidad (de Nueva York), cuando co-organizó un taller entre el departamento de arte dramático y la editorial Marvel Comics, que quedó satisfecha con su trabajo y le ofreció agregar los diálogos a un título secundario de los 4 Fantásticos. “Tuve suerte, hay gente que intenta entrar al circuito por años”, reconoce. Lo de la animación también fue cuestión de estar en el momento indicado en el lugar preciso.

Con algunos colegas amigos (Duncan Rouleau, Joe Casey y Steven T. Seagle) había creado la productora Man of Action y, tras algunos cortos y el guionado de un videojuego, se les acercó un gerente de la Warner. “Ellos sentían que empezaban a repetirse en las historias que contaban, así que buscaban gente del palo del comic, y de algún modo nos acercó a ellos uno de los guionistas de Robot Chicken”, recuerda. Algunas entrevistas y una prueba que consistía en proponer 20 ideas en 20 minutos (“algo muy hollywoodense”, ofrece Kelly una mueca) fue el germen de Ben10. “Así que bueno, sí, Robot Chicken es una especie de abuelo de Ben10”, se ríe.

–Parece una idea muy pensada para haber salido en pocos minutos.

–Lo que sucedió fue que Duncan tenía esta idea de un chico que cambiaba de cuerpo y tomaba las características de la dimensión con la que conectaba. Pero la gente consideró que era muy complicado para los niños, y seguro lo era, así que entró en de-sarrollo. Se transformó en superhéroe por un tiempo, pero ellos ya tenían varias, así que eventualmente llegamos a los aliens.

El diseño del personaje, cuenta, es fruto de la mano talentosa de Dave Johnson, director de arte de la primera temporada de la serie. “Hay un montón de originales de Duncan que nadie conoce, pero incluso la versión más cercana era muy compleja para animar”, explica, “el que realmente lo convirtió en lo que es, fue Dave”. Johnson, además, es un portadista reconocido en todo el medio y visitó la Argentina hace dos años, para la convención rosarina Crack Bang Boom.

Luego, Johnson se alejó del proyecto y hasta renegó de la industria de la animación, en parte cansado de no tener derecho a regalías por el personaje que ayudó a diseñar. Curiosamente, es lo mismo que motiva a Kelly a trabajar poco con las grandes editoriales. “Estoy con Man of Action y eso me demanda mucho tiempo; si me sobra algo, prefiero dedicarlo a mis proyectos personales, que ya con bastante lentitud se publican”, se excusa, aludiendo a series como Four Eyes y Bad Dog, que edita por el sello Image junto a los argentinos Max Fiumara y Diego Greco, respectivamente, y de las que retienen los derechos de autor. ¿Y Ben10? “Ahora el canal tiene los derechos y nosotros oficiamos de consultores, así que vienen y nos preguntan cosas, aunque en el fondo no tienen por qué hacerlo”, responde.

Como productor ejecutivo y cofundador de Man of Action, Kelly ahora está del otro lado del escritorio. Cuando se le pregunta por el cambio de status, suelta una carcajada franca y ofrece su mirada. “El trabajo de cualquier editor o de cualquier ejecutivo en una compañía es proteger a esos personajes, lo cual puede significar hacer algo distinto con ellos de año a año, o incluso de década en década”, elabora. “Depende qué quiera hacer la empresa con ellos, así que a veces nos sentamos en la silla del jefe y tenemos que decirle a un guionista ‘no podemos hacer eso’, aunque un poco nos duela por dentro, pero entendemos que el programa necesita otra cosa.” Los programas que produce, al cabo, son para chicos de seis años, reflexiona. “Así que está bien que Hulk y Hawkeye discutan por un pancho, pero una idea más oscura, que se le ocurra a un guionista o a nosotros mismos... mejor no, pisamos el freno ahí.”

La libertad creativa de Kelly explota en sus proyectos más personales: en Four Eyes, por ejemplo, cuenta una historia con peleas callejeras de dragones en una urbe victoriana. En Bad Dog, las investigaciones de un detective con cabeza de perro, malhablado (dice todas las barbaridades que no diría jamás el rubiecito del reloj alienígena Ben). En la miniserie Bang Tango!, junto al también argentino Adrián Sibar, exploró una trama policial con romance incluido en tiempo de 2x4. “¡Mi experiencia con ellos es tan buena!”, asegura al tiempo que alarga la “a” del “tan” (bueno, en inglés, la “o” del so). A los mentados, suma rápidamente a Rodolfo Migliari y Ariel Olivetti, con quienes también trabajó. “Eso sin contar a quienes admiro, como Eduardo Risso”, señala, “muchas veces me pasa que conozco alguno y digo ‘quiero hacer algo con él’, pero después me doy cuenta de que no tengo tiempo y me apena porque sé que alguien se lo va a llevar primero”.

–¿Qué distingue a los dibujantes argentinos, que le gustan tanto?

–Hay una cuestión de estilo gráfico. Pero también creo que aquí suceden otras cosas. Hay una comunidad local que encuentro muy copada, en la que los dibujantes más jóvenes son amigos de los veteranos que quizá llevan en esto 30 o 40 años. Todos se conocen y los mayores no tienen miedo de transmitir su experiencia a los más chicos, no se sienten intimidados ni se ponen competitivos. Hay una relación muy sana.

–¿Eso no pasa en Estados Unidos?

–Tenemos una linda comunidad, pero no es tan común esa relación entre los dibujantes ya establecidos y los nuevos. Estamos más dispersos y no nos juntamos tanto como pasa acá. Seguro que allá también hay mucho talento, pero acá hay como una voz diferente y otra perspectiva.

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“Tuve suerte, hay gente que intenta entrar al circuito por años”, reconoce Kelly.
Imagen: Rafael Yohai
 
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