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Martes, 29 de julio de 2014

DANZA › IRIS SCACCHERI, ICONO DE LA DANZA CONTEMPORáNEA, FALLECIó AYER, A LOS 65 AñOS

La mujer que bailó como lo necesitaba

Personal, salvaje y mística, la bailarina y coreógrafa nacida en La Plata fue un emblema de la vanguardia en los ‘60 y los ‘70. Sus obras evitaban la literalidad, expresaban una inmensa libertad y hasta una defensa de los derechos de la mujer.

 Por Carolina Prieto

Icono de la danza contemporánea, Iris Scaccheri transmitía una fuerza abrumadora, como si una corriente de energía que surgía de las profundidades la moviera y la volvía difícil de clasificar. La bailarina y coreógrafa, que falleció ayer, a los 65 años, había nacido en la ciudad de La Plata, en una familia con una fuerte inclinación artística. Para quienes pudieron verla sobre el escenario y disfrutar de sus solos, Scaccheri tenía rasgos únicos: la capacidad de sostener giros durante muchos tiempo, un físico imponente envuelto en vestidos largos, una cabellera roja y despeinada. Personal, salvaje, mística, se formó en el Teatro Argentino de La Plata y fue alumna de la coreógrafa alemana Dore Hoyer, quien a su vez se formó junto a Mary Wigman, icono del expresionismo alemán, un estilo que marcaría a la argentina que se animó a poner el cuerpo a las músicas más diversas, barrocas, contemporáneas, folklore y rock. Scaccheri generó pasiones y también fue cuestionada, convirtiéndose en un emblema de la vanguardia en los años ‘60 y ‘70.

Profesora Superior de Danzas Clásicas y Modernas, debutó en la década del ‘60 en el Instituto Di Tella con la obra Oye, Humanidad. En 1973 creó el grupo Anti-dance y presentó en Londres la obra Alexanderfes. Luego, en Buenos Aires, dio a conocer Las vísperas, con música de Mozart, en el Teatro Nacional Cervantes, Las primaveras, de Nijinsky, en el Teatro Colón, una conmovedora y delirante versión de Carmina Burana y un collage compuesto sobre las sinfonías 7ª y 9ª de Beethoven en el Teatro General San Martín. Evitando la literalidad, sus obras expresaban una inmensa libertad y hasta una defensa de los derechos de la mujer, como en la pieza La muñeca, que reflejaba lo que la sociedad espera de ella.

Como docente, realizó seminarios sobre danzas clásicas, españolas y flamencas en el Conservatorio Verdi, el Instituto Goethe y en el Instituto de Danzas Contemporáneas de París. También un curso sobre la comunicación a partir del movimiento en el Centro Cultural Recoleta, y numerosos ciclos de conferencias y clases magistrales en castellano y en francés, tales como “Mi naturaleza y el movimiento” y “El espectador, la danza transformada a través de él”. Con su “Curso sobre técnica a partir de la anatomía” participó en el festival de Bourges (Francia), el festival americano de Tokio, el festival de Anzú y otros encuentros.

En los últimos tiempos, Scaccheri prefirió mantener cierto aislamiento y no se la veía en público, como si hubiera decidido recluirse en su departamento del centro porteño. Obtuvo los premios Gran Trayectoria a la Danza, otorgado por Harrods (1985); el Meridiano de Plata, entregado por la Asociación de Críticos de Arte (1988), y el Konex por su trayectoria como bailarina (1989). En 2008, el Festival Buenos Aires Danza Contemporánea le rindió un homenaje con la presentación de un video realizado por Pablo Tesoriere. En 2011, la editorial Leviatán publicó el libro Brindis a la danza, que recopila apuntes y pensamientos de la propia creadora sobre su vida y su obra, un material que más que nunca vale la pena descubrir. Y la coreógrafa Marina Sarmiento estrenó en el Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata la obra EIR, a modo de homenaje, unipersonal interpretado por Lucía Savloff. Scaccheri inspiró a gran cantidad de artistas. Fue pintada por Antonio Berni, Guillermo Roux y Nicolás García Uriburu; esculpida por Antonio Pujía, fotografiada por Sara Facio y Susana Thénon, y participó en varias películas de la directora sueca Susan Osten. En la mitología, Iris es la mensajera de los dioses y simboliza la unión del cielo y de la tierra. Un nombre que le sentó de maravillas.

En una entrevista publicada en Página/12, Aurelia Chillemi, amiga e intérprete de varias de sus obras, aseguró: “Cuando empezó a mostrar sus obras, Iris rompió con estilos, con el gusto de su época, con muchas convenciones, lo que le generó cantidad de amores, mucha admiración, y también gran resistencia de parte de gente –incluso grandes maestros– que no soportaba su trabajo... Esa gran libertad a veces le ha hecho elegir cosas que no eran convenientes para ella, nada más que por ser fiel a sí misma. Así fue que en ocasiones quedó como que era orgullosa o altanera: nada más lejos de la verdad. Pero fue el precio de elegir sin condicionamientos qué hacía, cuándo lo hacía y con quién. Esa libertad era parte del riesgo que Iris asumió plenamente y que le trajo algunos problemas con gente de la danza. Porque ella tomó todos los riesgos, no se privó de nada. Ella confiesa que ha danzado como necesitaba, como creía que debía hacerlo”.

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Iris Scaccheri debutó en la década del ‘60 en el Instituto Di Tella.
 
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