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Sábado, 15 de octubre de 2016

TEATRO › PATRICIO ABADI, JIMENA ANGANUZZI Y UNA PUESTA QUE PONE EL FOCO EN FRIDA KAHLO

“Ella le tuvo amor a la vida”

El dramaturgo y la actriz coinciden en su visión de la artista mexicana como todo un desafío para llevar a escena, pero cuyas facetas la hacen apasionante: “No es una obra feminista, pero reivindica la importancia de la voz femenina en la historia del arte”.

 Por Paula Sabatés

Los sábados a las 21, en el Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543), Frida Kahlo sube a escena para actuar un unipersonal. En realidad es Jimena Anganuzzi –de largo recorrido en el teatro pero sobre todo en cine–, pero el detalle es menor. Y no porque el parecido físico entre la actriz y la célebre artista plástica sea enorme, sino porque hay algo en la explosiva actuación de la joven que recuerda al carácter, la personalidad y la impronta de la mexicana, una de las figuras más abordadas por la historia del arte universal. Escrita y dirigida por el gran Patricio Abadi, la pieza que lleva el nombre de la artista se aleja de una construcción estereotipada de la figura del personaje y la lleva en cambio a un momento de dolor animal donde se juega toda su vida: la cama de un hospital, en los instantes previos a su muerte.

Pensada tanto para escenario como para museo –por su escenografía y puesta en escena puede ser también una instalación–, la pieza inaugura lo que Abadi promete será una “teatrología de biografías ficcionalizadas”. “Una noche soñé que Frida estaba en el purgatorio y aparecía Bob Marley y ella entendía que su hombre ideal, el complemento perfecto para su sensibilidad, no era (Diego) Rivera sino él. Que a una persona de su intensidad, de su temperamento, le hubiera venido bien alguien como Bob y no otra persona tan narcisista como ella. A partir de eso empecé a escribir sobre ambos, y en la carrera ganó ella. Me quede con ganas de meterlo a él pero no pegaba, quizás sea el próximo”, cuenta el director a Página/12, que se reunió con él y con la actriz para conversar sobre la mítica figura que están abordando.

–¿Cuál fue el desafío central a la hora de encarnar a una de las mujeres con más abordajes artísticos de la historia?

Patricio Abadi: –Los desafíos fueron varios. Por un lado, trabajar con una artista como Frida te obliga de alguna manera a estar muy atento a lo visual. Por eso en este trabajo, a mí la puesta en escena era una de las cosas que me generaba mayor interés. Las fotos las hizo Nora Lezano, por ejemplo, una gran artista que le dio al trabajo una puerta de entrada impactante. Para mí que varias veces tiendo al caos y me encuentro cómodo en él, hacer esta puesta medio apolinea fue un buen ejercicio de pulcritud. A veces la veo y me parece que no es una obra mía (risas). Y sin embargo ahí está el encanto, en ir moviéndose de estéticas. Después, también estaba todo el tema de si la actriz que hiciera de Frida tenía que parecerse a ella o no. Pero luego de mi primera reunión con Jimena entendí que no me tenía que preocupar por eso, porque ella tenía lo más importante que se necesitaba para esa interpretación, que era la posibilidad de transmitir el dolor. Es una actriz ardiente que me modificó sustancialmente lo que había escrito, porque lo que pone en juego cuando actúa es esencial.

–Anganuzzi, ¿cómo fue y cómo es encarnar ni más ni menos que a Frida Khalo?

Jimena Anganuzzi: –Al principio quizás fue un peso. Pero después de mucho ensayo entendí lo mismo que dice Patricio. Y ahora que estrenamos me está pasando que antes de empezar la obra como que la invoco a Frida, como que hablo con ella. En serio, eh. La invoco y le digo que por un rato voy a estar con ella y que me dé suerte. Y cuando arranca la función siento su poder, como algo totalmente natural. Obvio que sé que no soy ella, pero hay algo místico que hace que la sienta adentro.

–¿Por qué decidieron abordarla desde una situación de dolor, como en la que se la ve durante la obra?

J. A.: –Porque lo tomamos como hecho artístico, como una situación, un aquí y un ahora presente de ella. E intentamos universalizar el dolor, que no se hable de la cosa mas pintoresca que tiene Frida. Trabajamos con la metáfora de una chica cualquiera en un hospital público de Buenos Aires. De ese modo es Frida, pero también cualquiera otra mujer que está enferma y que además está enamorada de un hombre que le hace daño.

P. A.: –Eso también nos atraía de Frida, que haya sido una mujer que puso tanto en un otro. Aun habiendo sido una persona tan abarcativa, tan autosuficiente por su capacidad de vanguardia, su talento, su belleza, su creatividad, fue muy dependiente de otro, de Diego, en quien depositó tanto sufrimiento y por quien se dejó lastimar. Eso me llamó la atención. Cómo en el amor pierde hasta el más fuerte.

–¿Creen que es una pieza feminista?

P. A.: –No, porque yo no tengo una mirada feminista, pienso que somos todos iguales. Sí me parece que reinvindica la importancia de la voz femenina en la historia del arte. En este caso, la de una de las artistas más excepcionales. Pero siento que un poco habla de todas las mujeres y su rol en esa historia. El caso de Frida es uno de los más significativos porque es una mujer que estaba con el muralista más importante de México y aun así logró tener luz propia y hacerse un nombre. Por eso también empecé la serie de biografías con una mujer, porque en el teatro también el protagonismo pareciera que es de los hombres, más allá de que hay muchas más actrices y creadoras mujeres. Me parecía importante hacer algo más allá de lo discursivo.

J. A.: –Para mí tampoco es una obra feminista, pero me parece muy importante que sea un hombre el que la haya escrito y la dirija, porque es como un apoyo a una lucha de visibilización. La obra habla de una mujer que a pesar de su enfermedad, de que no pudo ser madre, de que sufrió mucho por amor, igual tuvo amor a la vida, porque le pudo encontrar un lado luminoso a la oscuridad. Fue una pionera e hizo muchas cosas muy de avanzada para su época, que son un buen mensaje para la mujer de hoy.

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Anganuzzi y Abadi presentan Frida todos los sábados a las 21 en el Centro Cultural de la Cooperación.
Imagen: Bernardino Avila
 
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