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Sábado, 9 de agosto de 2014

TEATRO › HUGO URQUIJO DIRIGE CON UN TIGRE EN LA BOCA

Múltiples facetas del amor

El director pone en escena en el C. C. de la Cooperación esta obra en la que lo más relevante es la palabra, ya que los actores se dedican a degustar poesías sobre el amor escritas por Jorge Boccanera, Patricia Díaz Bialet, Juano Villafañe y Laura Yasan.

 Por María Daniela Yaccar

El amor –el romántico, el erótico, los dos juntos– en todas sus dimensiones: eso es Con un tigre en la boca, manual de los amantes, una obra que dirige Hugo Urquijo y en la que actúan Ingrid Pelicori, Ana Yovino, Gustavo Pardi y Martín Urbaneja. La puesta es muy sencilla y lo más relevante de la escena es la palabra, ya que los actores se dedican a degustar lo que otros escribieron sobre el amor, a darle su propia interpretación a través del lenguaje teatral; los gestos, las miradas, los acercamientos, el erotismo de los cuerpos. Con un tigre... es un espectáculo que cruza poesía y teatro, construido en base a textos de cuatro grandes argentinos: Jorge Boccanera, Patricia Díaz Bialet, Juano Villafañe y Laura Yasan.

En un principio, los actores están sentados en banquitos. Todos están vestidos de negro. A la derecha del escenario, Fede Marrale aporta la música que da ambiente a los versos. Se atraviesan momentos muy diferentes. Es notable como Pelicori, con su fuerte presencia escénica, hace reír a la platea tras momentos más emocionantes o incluso tristes. “Aparecen cuatro voces, cuatro mundos necesariamente muy diferentes. Dentro de la obra de cada poeta he seleccionado poesía amorosa y erótica. De modo que hay muchas y múltiples facetas de la palabra de amor, desde las más románticas hasta las más desanimadas, desde el amor presente hasta el amor perdido, desde la palabra que busca al otro hasta la que ironiza y lastima por despecho”, sostiene vía mail Hugo Urquijo, quien está de gira con otro espectáculo, La mujer justa.

Con un tigre... se presenta en el marco del VI Festival Latinoamericano de Poesía en el centro y surgió como propuesta de Juano Villafañe, director artístico del Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), donde la obra puede verse los sábados a las 19. “La poesía es casi intraducible”, opina Urquijo. “El hecho de que sean poetas nuestros, de habla castellana, los que aparecen en el espectáculo, me parece fundamental. Son cuatro poetas excelentes de la generación del ’70.”

–¿Cómo han trabajado la fusión entre teatro y narración oral? En la obra se ven muchos recursos de esto último.

–El teatro puede trabajar con materiales provenientes de muchos territorios de la literatura que no sea precisamente la dramática. Un relato, un cuento, una novela, pueden transformarse y adquirir sustancia dramática. Lo mismo sucede con el texto poético. Vengo de hacer esa experiencia con una novela de Sándor Márai, La mujer justa, que seguimos presentando por tercer año consecutivo tanto en Buenos Aires como en el interior del país. El espectador se sienta en su butaca para que le cuenten una historia: no importa cuál sea su fuente original. Sólo se trata de respetar o de crear los atributos de la teatralidad: conflicto, interlocutor, subtexto.

–¿Cuál es la relación entre la poesía y el teatro?

–Los grandes autores teatrales han sido siempre grandes poetas, grandes creadores de metáforas en escena. Es una relación siempre presente y profunda, si concebimos al hecho estético presente como la evocación de un objeto ausente. El arte alude siempre a otra realidad que se escurre, que se disfraza. Cuando hablo de los dramaturgos poetas del teatro, pienso en Chéjov, en Lorca, en Tennessee Williams, por tomar solamente algunos de los más cercanos en el tiempo.

–¿Qué impronta encuentra en cada poeta en relación con el tema del amor?

–Encuentro que en este caso los poetas varones son más entregados y románticos. Las mujeres son más escépticas, más elusivas, a veces incluso más irónicas.

–¿Cómo han trabajado la incorporación de materiales poéticos a la escena teatral?

–Trabajo cada trozo, cada poema, como podría trabajar con un relato o un cuento. Cada poema contiene escénicamente una historia, está dirigido a alguien que lo recibe y que contestará luego. De modo que cada poema propone un diálogo. Por otra parte, cada actor trabaja sus textos con un subtexto que subyace; es decir, trasmitiendo a su interlocutor algo que está en las palabras y que está también por debajo de las mismas. Para ser preciso, doy un ejemplo: un poema con determinado texto se trabaja con un subtexto como “¿Vos creés que sabés más que yo sobre lo que es ser un buen amante?”

–La puesta es muy austera, los trajes son negros. Sólo Pelicori lleva algo rojo que desentona. La música es simple. ¿Estas decisiones de puesta fueron para darle entidad y más relevancia a la palabra?

–Desde luego que mi preocupación fue que la palabra estuviera en primer plano, siempre adelante. Que nada distrajera. Estar a su servicio. El color rojo está en las dos mujeres. En Ingrid en la ropa y en Ana más sutilmente: en el color de sus labios y en sus aros. El resto emerge con la luz, como cobrando vida desde la oscuridad.

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“El arte alude siempre a otra realidad que se escurre, que se disfraza”, afirma Urquijo.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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