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Martes, 22 de febrero de 2011

TEATRO › EL PROYECTO ESCENAS ILUMINADAS DE LA MEMORIA, EN EL C.C.M.H. CONTI

Compromiso multiplicado en imágenes

La primera parte del espectáculo gratuito creado por destacados escenógrafos e iluminadores se estrenará el 1º de marzo. Javier Margulis y Marcelo Valiente adelantan detalles de la iniciativa.

 Por Hilda Cabrera

Ingresar al predio de la ex ESMA y recorrer las nuevas instalaciones de los edificios allí enclavados es siempre una experiencia transformadora. Uno de esos edificios, convertido en Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, invita a resguardar imágenes y dejarse conducir por la suavidad de tono de quienes están a cargo del lugar. Al trasponer la puerta de acceso se descubre un ámbito luminoso pintado de blanco, color que predomina en casi todas las áreas del Centro, salvo la destinada a la escena, un hangar de grandes dimensiones resuelto a la manera del teatro de la caja negra, que permite una mayor adaptación de los elementos técnicos y artísticos. Allí se estrenará el 1º de marzo, a las 19.30, Escenas iluminadas de la memoria, espectáculo con entrada gratuita creado por destacados escenógrafos e iluminadores. Interrumpiendo las tareas propias de una puesta, e instalados en una sala alejada del taller para evitar el ruido que produce una sierra en funcionamiento, dialogan con Página/12 el director, autor, dramaturgista y diseñador escenográfico Javier Margulis (responsable del área Teatro en el Centro) y el escenógrafo y vestuarista Marcelo Valiente (coordinador general del proyecto). Entusiasmados, refieren aspectos vinculados con el inicio de este ambicioso emprendimiento: “Como al comienzo no contábamos con el sonido ni con las butacas, sino solamente con el espacio y las luces, decidimos empezar la obra por aquello que, en general, se realiza en el tramo final de un proyecto teatral: la escenografía y la iluminación. Más adelante vendrá la convocatoria a autores y directores que completará lo hecho”, apuntan. En todo caso, “la intención es dar cuenta de una memoria colectiva, que es, finalmente, la suma de la memoria de cada participante”, sintetiza Margulis.

–¿Hubo una elección previa de las obras?

Javier Margulis: –Hicimos la selección a partir de las presentaciones de los compañeros que se ofrecieron a acompañar el proyecto, y no porque no hubiera otros que apoyaran, como Graciela Galán y Tito Egurza, sino porque tenían comprometidas las fechas. De todas formas, también ellos adhirieron y estarán en las charlas y seminarios. En total son once trabajos por los que el espectador podrá transitar, sabiendo que él mismo es parte de algo que será completado. A diferencia de las obras que presentaremos más adelante, a la manera de microescenas, las instalaciones podrán ser recorridas sin limitaciones de tiempo. Nuestra intención es ampliar la convocatoria, ser multiplicadores de la lucha de los que ya no están.

–¿Prevén utilizar música para esas instalaciones?

J. M.: –Inauguramos con música de Claudio Morgado, quien trabajó conmigo en El instante de oro, espectáculo que dirigí en el Teatro San Martín. Para las microescenas, pensamos en composiciones interpretadas en vivo y relacionadas con cada obra.

–¿Qué posibilidades otorga este espacio?

J. M.: –Por sus dimensiones, permite crear espectáculos colectivos y, por ser una sala multifunción, ofrece la posibilidad de armar un escenario bifrontal, a la italiana o circular.

–¿Quiénes lo diseñaron?

J. M.: –Fue un trabajo realizado entre Jorge y Marcos Pastorino y yo. Tenemos butacas telescópicas que, al juntarlas, ocupan poco espacio. El mecanismo es muy simple y práctico. Disponemos de ubicaciones adaptables a 350, 500 o 600 espectadores.

–¿Qué ideas circulan por las obras?

J. M.: –Los trabajos son distintos, algunos sumamente abstractos y otros concretos. Uno se impregna de esas diferentes miradas y ocurre algo semejante a lo que pasa cuando nos juntamos con amigos; cuando cada uno expresa su punto de vista y entre todos logramos completar una historia.

Marcelo Valiente: –Este en un espectáculo inédito, porque no es habitual que el escenógrafo trabaje en equipo con sus colegas. Es más fácil que conozca a los iluminadores con los que se cruzó en distintos proyectos que a los de su oficio. Yo mismo los conozco por su trayectoria, pero no por la cara. La propuesta de Javier fue tentadora y facilitó el contacto. En mi caso preferí no intervenir como escenógrafo sino abocarme a la instalación de cada obra y tener así mayor libertad para pedir que introduzcan cambios, básicamente por problemas técnicos.

–¿Y son aceptados?

M. V.: –Uno sabe desde dónde plantearlos.

J. M.: –El hecho de haberse sumado al proyecto da lugar a esas libertades.

M. V.: –Algunos, incluso, se observan entre ellos, y aunque sus obras son distintas, todas convergen en el tema de la memoria. A veces se producen alineamientos, y no precisamente obvios, como la recurrencia al árbol, a las sustancias naturales, a ciertas abstracciones y al uso de determinados planos. Impresiona esa convergencia, aun en trabajos de estilos muy diferentes. El escenógrafo es, en muchos casos, un artista plástico o un instalador con la particular estética del teatro. Algunos tienen la velocidad del que se dedica a la publicidad. Marcelo Salvioli, por ejemplo, fue uno de los primeros en presentar sus proyectos, porque está habituado a que en cuatro días tiene que tener cinco opciones para un comercial.

–¿Quién determina los cambios en una obra? ¿El director?

J. M.: –No sólo el director, también los actores. Supongamos que se nos ocurra colocar un escaloncito que los haga tropezar...

M. V.: –En un montaje conviene superar las reglas de cortesía. Lo peor que puede pasar al armar un espectáculo –con o sin actores– es que todos se lleven maravillosamente bien, porque entonces el resultado es un rejunte de caprichos.

–¿Cómo es la participación de los estudiantes en este proyecto?

J. M.: –Los chicos que están laburando provienen, en general, del IUNA. Necesitábamos realizadores, era la época de la toma de escuelas, y acá tuvieron oportunidad de compartir el montaje con escenógrafos de trayectoria y realizadores como Sergio Muñoz.

M. V.: –Los estudiantes pedían una pasantía. También vinieron algunos grupitos de las universidades de El Salvador y Palermo. Al comienzo me preguntaba si sabían manejar la circular, una sierra con una hoja circular que gira a gran velocidad, potente, pero segura. Aprendieron y la manejan. Es notable el cambio que se ha dado en todas las escuelas de diseño de espectáculos. En las facultades hay una proporción abrumadora de mujeres. A las chicas les aclaré que no esperaran que hubiera caballeros para ayudarlas con los materiales pesados. Sergio (Muñoz) estaba preocupado. Sin embargo, les enseñamos y lo hacen muy bien.

–¿Se obtiene igual experiencia en las escuelas?

M. V.: –No hay ejercicio comparable a la desesperación de un escenógrafo que pretende hacer algo y no encuentra el material a tiempo. Entre ese deseo y el montaje está el milagro. Esa incertidumbre y desesperación no se da en las escuelas. Cuando no se llega a tiempo con la materia, se rinde más adelante. Estamos trabajando desde octubre en este montaje, y desde entonces los chicos vienen tres días por semana, algunos de lejos, y cumplen el horario de 11 a 17.

J. M.: –Falta poco para el estreno, pero vamos bien. Inauguramos el 1º de marzo y quizás el 24 podamos presentar un anticipo de las microescenas que estamos organizando para mostrar a fines de este año y en enero de 2012. Debemos adecuarnos a las fechas que tiene para nosotros el Archivo Nacional de la Memoria, que a su vez pertenece a la Secretaría de Derechos Humanos. Esta secretaría y el Ministerio de Justicia son los que ponen los fondos para que esto se concrete.

–¿Qué particularidades tuvo la realización de este proyecto?

M. V.: –El artista plástico trabaja, básicamente, desde su intuición. El escenógrafo debe combinar esa intuición con el trabajo interactivo y con un tema específico. No se trata de presentar, por ejemplo, el Hamlet que le gusta al escenógrafo sino el que va a mostrar un determinado director con determinados recursos técnicos y determinada producción. Y todo esto necesita un guión. Por eso nos plantearon –y entre ellos María Julia Bertotto– que no era cuestión de que se les diera como tema la memoria sino que era necesario estar y conocer a fondo este lugar, porque no es lo mismo ubicarse de este lado de las rejas que en el exterior. Además, consolidar algo a partir de una propuesta no totalmente visualizable es una de las tareas más difíciles para un escenógrafo. Por eso algunos se inspiraron en determinados textos. Bertotto eligió un fragmento, muy breve, de la novela La ciudad ausente, de Ricardo Piglia; y Alejandra Polito tomó un fragmento de una novela de un autor japonés que habla del bosque y de las almas de personas que han desaparecido y encarnan en los árboles.

La ficha

Javier Margulis, actual director del área Teatro del C.C.M.H. Conti, es diseñador y realizador de escenografía, director teatral, autor y dramaturgista. Entre sus creaciones figuran Ritual de comediantes, Herótica (sic), El Experimento Damanthal, El instante de oro, De cómo el Sr. Mockinpott logró liberarse de sus padecimientos, Los invisibles y La Funeraria, de Martín Otero y Bernardo Cappa, donde dirigió al grupo La Escalera, de Chubut, en el marco del programa del Centro en colaboración con el Teatro Nacional Cervantes. Marcelo Valiente, coordinador general del proyecto en el C.C.M.H. Conti, es iluminador y escenógrafo. Ha participado, entre otras obras, en Mi propio niño Dios, Considera esto, Noche de reyes, Numancia, La de Vicente López, La forma de las cosas, No hay que llorar, Estaba en mi casa y esperaba que llegara la lluvia y, últimamente, en El Dibuk y El anatomista (en cartel).

* Escenas iluminadas de la memoria se ofrecerá entre el 1º de marzo y el 3 de abril, con entrada gratuita, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, espacio que dirige Eduardo Jozami. La entrada es por Av. del Libertador 8151 (tel.: 4702-7777/3033). E-mail: [email protected] www.derhuman.jus.gov.ar/conti

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Margulis es diseñador y realizador de escenografía, director y autor. Valiente es iluminador y escenógrafo.
Imagen: Pablo Piovano
 
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