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Martes, 9 de febrero de 2010

TEATRO › INGRID PELICORI ESTRENA TANGOS Y SUSURROS Y REESTRENA ANTíGONAS

Palabra e imagen poética

En la nueva obra interpreta textos y comparte el escenario con el cantante Mario Solomonoff y el pianista Aníbal Zorrilla. En la que se repone, trabaja junto a Claudia Tomás, bajo la dirección de Leonor Manso.

 Por Cecilia Hopkins

Un estreno, Tangos y susurros, y un reestreno, Antígonas: ambas cuestiones tiene entre manos Ingrid Pelicori en estos días, en dos tramos de la calle Corrientes: el estreno será al 1900, en La Casona del Teatro; la reposición, en el Centro Cultural de la Cooperación, al 1500 de la avenida. Actriz de dilatada trayectoria, Pelicori también encuentra tiempo y energía para dedicarse a traducir textos dramáticos. Su último trabajo en este campo también es muy reciente: se trata de la versión de Hamlet que dirige Manuel Iedvabni también en el CCC. El contacto con la palabra y la imagen poética es, sin dudas, el nexo que relaciona la experiencia de traducir a Shakespeare con los trabajos actorales que la actriz acaba de subir a escena. Bajo la dirección de Mónica Maffia, en Tangos... Pelicori interpreta textos poéticos compartiendo el pequeño escenario con el cantante Mario Solomonoff y el pianista Aníbal Zorrilla. Por otro lado, con la conducción de Leonor Manso, comienza junto a Claudia Tomás una nueva temporada de Antígonas, obra del poeta, actor y músico Alberto Muñoz, una serie de historias en tono cotidiano que en todos los casos descubren un costado misterioso.

“Siempre tuve un vínculo fuerte con la poesía, ya desde la infancia”, le dice Pelicori a Página/12, antes de subrayar que fue convocada en innumerables oportunidades para presentar libros, que grabó CD de poesía y difundió por radio textos de poetas contemporáneos argentinos, junto a Susana Villalba. “Hoy seguimos haciendo juntas la ‘Antología de aire’ en la página web de la Biblioteca Nacional: me hace bien decir textos, difundir a nuestros nuevos poetas y, como en el caso de Tangos..., ubicarlos junto a los ya consagrados, como Alfonsina, José Pedroni y Oliverio Girondo”, agrega. En cuanto a la traducción, el hecho de ser actriz, de tener un sólido conocimiento del inglés y el francés, más “un pasado de buena alumna en el Colegio Nacional de Buenos Aires”, parecen respaldar su desempeño en una labor que comenzó casi sin darse cuenta, al realizar en 1996 la versión de Decadencia, de Steven Berkoff (obra que protagonizó junto a Horacio Peña, dirigida por Rubén Szuchmacher).

Cuando Pelicori se sumó al proyecto de Tangos..., Maffia y Solomonoff ya tenían casi cerrado el repertorio de tangos y textos que dialogarían entre sí, entre otros, escritos por Ana María Shua, Ana Sebastián, Sandra Russo, Graciel Bucci y Mario Trejo. Por su parte, Pelicori sumó ideas para matizar la historia de amor que cuentan ambos intérpretes. “Los textos hablan del enamoramiento, pero también del engaño y la decepción, por lo cual se puede decir que hay diferentes posicionamientos luego de la ruptura”, explica. “El extrañar, el sentir nostalgia o despecho son expresiones que aportan diversos colores en el decir. Y, por su parte, el tango acompaña con sus temas: el amor, la añoranza y el abandono”, afirma.

–¿Cómo funciona la expresión poética en Antígonas?

–En esa obra lo poético y lo emocional parten desde un lugar de mucha intimidad. Y siempre implican una apertura hacia lo misterioso. Trabajamos con lo femenino arquetípico, no con lo mujeril. Con humor y mucha sutiliza abordamos el tema del amor y lo sagrado aunque no en términos religiosos.

–¿Cuál es la relación de estos personajes –una cosmetóloga, una aspirante a cantante, una kinesióloga– con la Antígona de la tragedia de Eurípides?

–Antígona responde a una ley más antigua que la ley que fijan luego los hombres. Leonor (Manso) entiende que este tiempo es el que corresponde al de la llamada civilización de la Diosa, anterior a las leyes patriarcales que impusieron los varones. Esto tiene que ver con un mundo mágico e intuitivo que se relaciona con la luna y la noche, el nacimiento y la muerte, y todo aquello que escapa a la racionalidad. Estos personajes no tienen una relación directa con aquel personaje, pero sí representan aspectos de ese mundo intuitivo.

–Suele trabajar en paralelo en varios proyectos. Una vez estrenados, ¿siempre tiene ganas de hacer la función?

–En eso soy muy dura y me enojo si oigo a alguien decir que no tiene ganas de hacer una función. Es parte del trabajo del actor tener ganas de hacerla. Si no, nunca va a tener la capacidad de mostrarse pleno.

–¿Nunca pensó en dirigir?

–Cada tanto me traen algo para dirigir, pero todavía no tengo necesidad de estar en ese rol. Ser director implica un salto al vacío, una arbitrariedad fundacional necesaria para decirles a todos “vamos por aquí”. Yo no tengo ese impulso. Ahora, cuando un director encuentra una cierta lógica para una obra, a mí me interesa hacer aportes o discutir esa lógica.

–¿Qué objetivos se puso al comenzar a traducir Hamlet?

–Como en otros textos que traduje anteriormente, busqué un lenguaje que no suene artificioso, porque sé que eso conspira en contra de la actuación. Evité el voseo y busqué una musicalidad particular. Es un trabajo arduo, de comunicación con el autor, como de medium. Se parece, si se quiere, al del actor, que debe hacer suyas palabras ajenas, respetándolas.

–Le interesan más los textos complejos...

–Me dan más trabajo, pero me gustan más que los textos cotidianos, a los que no hay que encontrarles un lenguaje equivalente. Traducir es como aprender a bailar la danza de otro.

–La traducción implica una recepción activa. ¿En qué medida el teatro retrata a su tiempo?

–El teatro necesita una cierta distancia para ser testimonio de un momento.

–¿Cómo es como espectadora? ¿Le gusta lo que ve?

–El teatro que veo es interesante, pero siento que, en muchos casos, está muy presente esa idea de la crisis de los relatos. Me parece que hay un regodeo en aceptar cierta falta de complejidad o profundidad tan presente en los grandes textos. Pero siempre lamento la falta de apoyo oficial. Y claro, pensarán: “¿Para qué poner plata en algo que se va a hacer de todas maneras?” Y, sí, en esta ciudad, el teatro sigue haciéndose a pesar de los políticos.

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Además de actuar en dos obras, Pelicori encuentra tiempo para traducir textos dramáticos.
Imagen: Pablo Piovano
 
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