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Domingo, 10 de mayo de 2015

MITOS ECONóMICOS › POLíTICAS DE AJUSTE FISCAL Y MONETARIO

“Las recomendaciones del FMI”

 Por Andrés Asiain

En su reciente “Panorama Económico”, el Fondo Monetario Internacional recomienda una serie de políticas económicas para que la “estabilidad y el crecimiento” retornen a nuestro país. Un “tipo de cambio más débil”, una “reducción del déficit fiscal” y de su “financiamiento monetario”, junto a “un menor nivel de distorsiones microeconómicas” (léase, cese del actual régimen de administración de importaciones y del mercado de cambios). En una actitud de los tiempos en que las recomendaciones del Fondo constituían verdaderos mandatos para los hacedores de política económica, diversos medios de comunicación se hicieron eco de las mismas, brindándoles un lugar destacado de la agenda mediática.

El paquete de medidas recomendado por el FMI no presenta novedades frente a sus tradicionales planes de estabilización que formaron parte del folklore económico argentino, hasta la ruptura de las cadenas de la dependencia financiera y recuperación del control soberano de la política económica de la última década. Para estabilizar la moneda, los burócratas del organismo siempre tuvieron la idea de devaluar y aumentar tarifas (ya que los subsidios son el componente del gasto trazado con birome roja a la hora de reducir el déficit fiscal). No hace falta aclarar que lejos de la estabilización, el combo de suba del dólar y servicios genera todo lo contrario. Un salto en las tasas de inflación que debilita el poder de compra de los salarios y jubilaciones, deprime las ventas empresariales y reduce la actividad económica y el empleo que se ve golpeado, adicionalmente, por la apertura importadora.

Tampoco las ganancias en materia de competitividad son duraderas, la aceleración inflacionaria provocada por el desestabilizador plan de estabilización, termina al poco tiempo comiéndose la suba del dólar inicial. La liberalización del mercado de cambios en ese contexto de aceleración inflacionaria e incertidumbre cambiaria, tiende a favorecer las corridas contra el peso y la devaluación acelerada de la moneda que exacerba aún más la inflación y la debacle económica. Para evitar el agotamiento de las reservas, se termina negociando créditos con el FMI (que derivan en condicionamientos de política económica) y se promociona la venta de activos estratégicos a grupos económicos externos. Finalmente, se abandona el liberalismo para imponer congelamientos salariales que reducen la inflación a costa del bolsillo del trabajador y/o confiscaciones de depósitos que reducen forzosamente la compra de divisas, en un clima de protesta social e inestabilidad política.

Como señalara Aldo Ferrer en su temprano texto de 1963 Devaluación, redistribución del ingreso y el proceso de desarticulación industrial, al analizar el programa de estabilización del FMI implementado por Frondizi: “Es inconcebible el logro de la estabilidad monetaria fuera del marco de un programa de desarrollo y de la recuperación del pleno empleo. La principal debilidad del actual esquema de estabilización radica en el desconocimiento del hecho fundamental: que la condición básica de la estabilidad monetaria es la estabilidad institucional y política. En la medida en que el empeoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones urbanas y el proceso de desarticulación industrial agudizan las tensiones sociales y políticas, más se aleja al país de la estabilidad monetaria, de la integración de su estructura económica y de la aceleración de su desarrollo”.

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