Esta vez marcharon los hijos de los trabajadores. Acompañados por organizaciones sociales, políticas y gremiales, 200 niños y niñas de los barrios más pobres del Conurbano y Capital llegaron hasta Plaza de Mayo a la par de los otros miles que fueron a recibirlos en el cierre de la “Caravana de los pibes y las pibas” que durante dos días recorrió centros comunitarios, escuelas y parroquias de La Plata, Florencio Varela, Quilmes, Avellaneda y Barracas. Frente a la Casa de Gobierno se declararon “orgullosos de ser villeros” y exigieron “educación, un plato de comida en la mesa y laburo para nuestros padres”.  Denunciaron que los recortes en áreas de infancia, las políticas represivas y los despidos masivos afectan a todos, pero principalmente a ellos, el eslabón más vulnerable cuando el ajuste tracciona.
La marcha arrancó el martes en La Plata con un desayuno en la CTA, que apoyó la iniciativa al igual que ATE y demás gremios del mismo espacio. Luego se concentraron en la Plaza San Martín y desde allí partieron hasta Caritas de Quilmes, adonde los recibieron jóvenes de la Red Sur. La jornada cerró en Wilde, con un acto bajo la lluvia durante el cual vecinos y trabajadores de la Cooperativa UST caracterizaron la situación de su propio barrio.
A la mañana marcharon por la villa 21-24 de Barracas, hablaron con chicos de las escuelas 10 y 12 y luego fueron recibidos en la parroquia de Caacupé del Lorento “Toto” de Vedia, uno de los Curas en la Opción por los Pobres. 
“La realidad en los barrios empeoró una banda, más con el nuevo gobierno. La policía se cree más fuerte y hace lo que quiere”, contó Franco Loperena, de 12 años y vecino de Fiorito. Ayer no fue la única vez que reclamó en la calle por sus derechos. La primera fue a los 3 años, cuando en 2007 marchó de Puerto Iguazú a Buenos Aires con los Chicos del Pueblo, aquel movimiento encabezado por el recordado Alberto Morlachetti.
Los pibes y pibas se concentraron en Avenida de Mayo y 9 de Julio. Los recibieron globos, zancudos, banderas multicolores, redoblantes, selfies y más selfies. Un auto se detuvo en el semáforo y cerró las ventanillas. El de al lado lo copió, uno más y otro más. Con esto también tuvo que ver la caravana.
“Los pibes no somos el peligro, no somos el problema. Somos la solución”, dijeron al llegar a Plaza de Mayo. Alicia venció la timidez, se paró frente al micrófono y ante la masiva convocatoria fue muy clara: “Se los voy a hacer cortito, no les voy a chamuyar. Déjense de romper las pelotas con los pibes porque se les va a pudrir todo”.
La relación pobreza-seguridad-trabajo vuelve a ser explicada. “No hay posibilidad de resolver la problemática de nuestra niñez si no se resuelven cuestiones estructurales del trabajo. No hay posibilidad de infancia digna con esta matriz productiva, que enriquece a un sector pequeño y empobrece a grandes masas”, definió Omar Giuliani, referente del Encuentro Niñez y Territorio.
Los datos revelados por ese espacio indican que el 18 por ciento de los niños vive en hogares con hacinamiento y el 19 comparte colchón para dormir. En los barrios pobres, el 74 por ciento de los chicos asiste a escuelas públicas y, de ese total, el 60 por ciento no realiza actividades física o culturales extracurriculares. 
“No avanzamos en nada”, sintetizó a PáginaI12 Nora Cortiñas, la Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. “No le damos a los chicos lo que se merecen –añadió–, una infancia como la que hemos tenido los de mi generación, sin hambre y con trabajo. Estamos yendo para atrás, lejos del ideal que soñaron nuestros hijos desaparecidos.”
Estela Rojas, miembro de Niñez y Territorio, repasa las imágenes de los dos días de marcha en que los niños y niñas fueron “abrazados” por sus pares y sostiene que esa caravana visibiliza el trabajo diario en los barrios, “trata de poner en la agenda a los pibes” y busca “construirnos como una voz válida hacia los sectores políticos y de organizaciones sociales”.
En esas organizaciones barriales, los pibes satisfacen en lo posible la necesidad de comida y educación. Pero, ante todo, aprenden a organizarse y luchar por sus derechos. Por eso, la llegada a la Plaza llevó propuestas “de emancipación, autonomía y trabajo”.
“Tengo derecho a organizarme”, remarcó Daniela, de El Transformador, una organización con presencia en Morón, Haedo y otros barrios del oeste. “El que mata sueños merece una condena”, dijo otro de los pibes subidos al palco. “Cuando sos pobre te faltan hasta lugares donde jugar”, agregó otra niña. “Estamos orgullosos de ser villeros; nuestra cara no es delito”, concluyeron.
El psicólogo social Alfredo Moffatt también marchó. “Estamos en un sistema jodido –sintetizó a este diario–. Hubo un alivio con Cristina (Kirchner) pero ahora, con estos empresarios, empeoramos. Yo le diría al compañero Macri: ‘Tené cuidado, porque el hambre movió la Historia’”.
Andrés Montes de Oca fue uno de los adultos responsables de la organización de la caravana y hace 29 años fue uno de los pibes que participó del mítico “Congreso de los Chicos de la Calle”, organizado por la CGT de Saúl Ubaldini. Luego estuvo en las tres marchas nacionales del Movimiento de los Chicos del Pueblo. Por su historia puede dar cuenta de cómo “empeoró” todo. “Cuando yo estaba en la calle, los pibes éramos 50. No había chicas. Ahora no solo que hay nenas sino que abundan familias enteras durmiendo en las veredas, en medio de la miseria, con hambre, acechados por el ‘paco’ y mutilados de por vida”. Para él, “sin caricias no se puede hacer nada por los pibes”, y “la sociedad tiene que empezar a abrazar a sus hijos. Cuando lo haga, no van a haber más imposibles”.