SOCIEDAD › ESTAFA A MUJERES CON EL ARGUMENTO DEL “EMPODERAMIENTO” FEMENINO

Un fraude con discurso de género

Utiliza el sistema de la vieja “cadena de cheques”. Cada mujer que ingresa tiene que “regalar” 18 mil pesos a otra y ella recibirá 144 mil. El sistema ya dejó un tendal de estafadas en otros países. Aquí, crece entre mujeres de sectores medios.

 Por Mariana Carbajal

Una propuesta fraudulenta, que engancha a mujeres de sectores medios, se está expandiendo por el área metropolitana como agua en una inundación. La llaman con un nombre bonito, Telar de las Mujeres o Flor de la Abundancia, y debajo de un disfraz espiritual, esconde una tipo de estafa piramidal. Cada una tiene que “regalar” una suma que ronda los 18 mil pesos y le prometen que ella recibirá un “regalo” de unos 144 mil pesos, pero para lograr ese “sueño” tienen que invitar a ocho mujeres más, que en general son amigas o familiares, que ofrecerán ese mismo “regalo” y completarán así su flor o telar. No hablan de dinero ni de inversión sino de “regalo”. La forma de reclutamiento se basa en mezclar conceptos como cultura patriarcal, empoderamiento femenino, economía solidaria, proceso colectivo y energía. A la entrega del dinero le dicen “ceremonia”. No hay recibos ni facturas. Solo la confianza entre conocidas, que están convencidas, y repiten lo que les han dicho en reuniones presenciales y a través de audios en grupos de Whatsapp. Pero no hay magia: el sistema pasó ya por países como España, México, Perú y Chile, donde dejó tendal de estafadas. La red no es sustentable porque cuando dejan de ingresar mujeres se derrumba. Página/12 conoció detalles de la trama, a través de mujeres que aceptaron entrar y decidieron salir, desconfiadas por el tufillo a secta que lo impregna.

La propuesta es tentadora: multiplicar por ocho la inversión inicial. Los rendimientos se pagan con lo que aportan nuevas integrantes. Por eso es importante convencer, captar amistades. Sin ellas, yo no cobro. Cada telar se compone de 15 mujeres, que van cambiando de posición y nombre (fuego, aire, tierra, agua) y formando nuevos telares, a medida que ingresan las nuevas, que entregan el “regalo”, exigencia indispensable para formar parte (ver gráfico). Quienes coordinan cada telar basan su discurso en la confianza, el amor, la amistad, en los sueños y deseos. “Aquí no tienen que reclamarte nada, porque das el dinero con completo desapego, no necesitas declarar nada, pues los ‘regalos’ no generan impuestos”, comentó una reclutadora a sus invitadas que dudaban si había algo fraudulento. Les dan textos con lecturas espirituales. El primer escalón es ser mujer “fuego”, entonces, les dicen que “el elemento fuego nos trae la fuerza, la valentía, el coraje y la pasión por la vida. Es la energía en acción que nos motiva a levantarnos cada mañana. El fuego interior nos impulsa a buscar nuevos caminos, a enfrentar nuevos retos y correr riesgos”. Así las van convenciendo. “La naturaleza inesperada del fuego nos impulsa a guiarnos por nuestros instintos”. En tiempos de recesión y desocupación, que afecta especialmente a la juventud, resulta atractiva la invitación a multiplicar ahorros con solo tentar a otras, que como yo, están desesperadas por cumplir sus “sueños”. Hay que correr “riesgos”, seguir nuestros “instintos”.

Las palabras para reclutar también incluyen frases como esta: “Dar consume las creencias limitantes de miedo y egoísmo que están en la cultura patriarcal. El regalo es el catalizador que mueve la energía del telar. Confía, da y libérate, mujer”.

Página/12 accedió a audios de una integrante avanzada de la red, que buscaba sacarle dudas a las nuevas reclutadas para que tuvieran argumentos para atraer a otras mujeres con mayor facilidad “porque cuando estamos como viento o fuego –les decía con voz suave y amorosa– apenas estamos entendiendo la profundidad de qué se trata este movimiento y cómo funciona, y entonces a veces no contamos con las herramientas para poder transmitir a profundidad la trascendencia de esta experiencia y las diferencias que tiene con lo que estamos acostumbradas a experimentar y a vivir”. La misma mujer, con tono didáctico pero a la vez suave, niega que se trate de un “una pirámide, o mercadeo”, donde “al final alguien sale perdiendo”. Ella dice: “Ante estas preguntas, a mí me gusta siempre regresar a este espacio donde puedo encontrar esta claridad sobre lo que este proceso representa. A veces hay una línea muy sutil de diferencia. Esto no es una pirámide. La diferencia es que de entrada estamos dando un regalo. No es una inversión. Cuando entras a una pirámide el incentivo es mi propia ganancia. Es como si siempre la atención está en uno, en una, como que a medida que pasas etapas vas a ir ganando más y más. Nunca hay una visión hacia el otro o la otra, hacia lo que yo le estoy dando a la otra. En las pirámides es todo yo, yo, yo. Es natural que todas las que entramos en este telar tengamos esas ganas de recibir nuestro regalo multiplicado y es hermoso y eso es lo que la vida nos ofrece, la vida es completa abundancia. Pero inmediatamente desde el momento que decido entrar, decido dar mi regalo a otra mujer y en ese momento es importante que recordemos que no es un préstamo, no es una inversión, estoy literalmente regalándole a otra mujer mi propia energía, entonces si entiendo bien lo que estamos haciendo, la atención se va a la otra persona, le estoy dando a alguien y puedo ver a esa mujer a los ojos, y puedo ver que es una mujer igual que yo, que también tiene sueños, y anhelos, y también ha pasado por dificultades y se ha esforzado mucho por lograr sola lo que ha logrado y también ha decidido unirnos y hacerlo más fácil. Aquí entro dando a otra mujer, no estoy dando a una fundación, a una empresa. Le estoy dando a una mujer que existe, que puedo conocer, aunque no la hubiera conocido antes. Es muy distinto”. Así se van convenciendo amigas. La confianza es clave.

En el reclutamiento aseguran que “nadie pierde si realmente entendemos que estamos regalando”. Y se apela a los sentimientos más primarios. Se compara ese momento de entrega del dinero con “esa dicha que sentís cuando estas regalando a alguien que realmente amas”, como un hijo. La misma mujer, de voz calma y amorosa repite: “Cuando doy desinteresadamente con el corazón abierto porque quiero que esa mujer realice su sueño con mi propia energía, en ese momento, siento la dicha, lo pueden atestiguar todas las mujeres que ya están adentro de esta experiencia. ¿Qué vas a perder? Cuando entras con la conciencia de que estas dando un regalo, nadie va a perder”.

Aseguran en su discurso las reclutadoras que “no hay nada que no sea transparente”. “Donde tú estuviste, estará otra mujer… siempre que cada mujer se responsabilice de lo que le toca, ni más ni menos. Esa es la gran diferencia. Este es un proceso realmente colectivo. Estamos en constante auto crecimiento… solo puede funcionar si nos unimos todas. Todas de la mano. Si una se completa nos completamos las demás. Es una oportunidad enorme de recordar que somos iguales, si ella pudo, podré yo”.

Cuando alguna de las nuevas ingresantes no logra las invitadas necesarias en el plazo exigido de una semana, viene otro lavado de cabeza: “Si yo no tengo a mis dos invitadas, si yo no me puedo entregar, si hay algo que está bloqueando que este telar se siga expandiendo, no es porque yo no conozco a más mujeres, no es porque no sé cómo invitar, no es porque nada afuera, siempre es algo adentro, siempre es energía (…) No lo dudemos”.

Mientras los audios se repiten en distintos grupos de WhatsApp, donde interactúan las integrantes de cada telar, van cayendo incautas. En otros países latinoamericanos como México y Perú, se multiplicaron las denuncias por estafa, pero sin muchos resultados, dado que es la confianza la base del sistema, como un cuento del tío, gigante.

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Un gráfico del “Telar de las mujeres” que muestra la estructura piramidal del funcionamiento.
 
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