SOCIEDAD › OPINION

Condenas

 Por Mariana Carbajal

Los tres jueces varones que condenaron arbitrariamente a Belén y la mantuvieron presa todo el tiempo que pudieron, con una prisión preventiva injustificada, pretenden aplicarle otro castigo, por fuera del Código Penal. Ahora que la corte tucumana les ordenó que la liberen –sabiendo que esa decisión era inminente–, empezaron a vociferar su nombre y apellido en entrevistas con medios tucumanos. Y esos medios se hicieron eco para amplificar el daño. Belén es el nombre ficticio que se eligió para proteger su identidad. Más de cuarenta organizaciones comprometidas con los derechos humanos, y medios respetuosos de su derecho a la intimidad, lograron mantener el acuerdo tácito de nombrarla como Belén. Diarios, canales y radios –tucumanos y nacionales– se encargaron primero de crear una imagen monstruosa de la joven, como la asesina de su hijo recién nacido, a pesar de que no hay ninguna prueba en todo el expediente judicial para adjudicarle ese terrible delito, como ya lo dijo en su dictamen ante la corte provincial, el ministro fiscal, Edmundo Jiménez, jefe de fiscales. Pero algunos de esos medios se aliaron luego con los magistrados para romper el cerco de protección y revelar la identidad de Belén. Esa mujer “monstruosa” ya tiene nombre y apellido. Pronto, es probable, a partir de cámaras y lentes inescrupulosos, tenga también rostro. Eso es lo que buscan los tres jueces de la Cámara Penal, Dante Ibáñez, Rafael Macoritto y Fabián Fradejas, que la sentenciaron a 8 años de cárcel. Sin la condena penal, que podría ser anulada, buscarán la condena social sobre la joven, una forma de mostrar que su veredicto no era equivocado. En el origen de esta causa judicial plagada de irregularidades, flota la condena moral contra ella, por la pérdida –aunque involuntaria– de un embarazo, en la que se puso en juego uno de los estereotipos que pesa sobre las mujeres: el destino ineludible de la maternidad. En este contexto, no pasa inadvertido, como se sabe en los tribunales tucumanos, que uno de los jueces que la condenó haya sufrido una situación tan dolorosa como la muerte de una hija unos años atrás, en un accidente con un caballo, y otro haya tenido dificultades para tener un hijo. ¿Es posible que no le perdonen a Belén que las circunstancias no la hayan hecho madre? En la Justicia, lamentablemente, los prejuicios suelen ser letra en sentencias. Y sus principales víctimas, mujeres pobres.

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