SOCIEDAD › REPORTAJE AL EX TITULAR DE PROCUNAR, FELIX CROUS

“La hipocresía mata tanto como la sustancia”

“La hipocresía y la ignorancia matan tanto como la sustancia”, define el ex titular de la Procuraduría Adjunta de Narcocriminalidad (Procunar) dependiente del Ministerio Público Fiscal de la Nación y actual fiscal de la Oficina de Enlace Legislativo de la Procuración, Félix Crous, a propósito de los cinco jóvenes muertos por sobredosis de drogas sintéticas durante la fiesta del Sábado en Costa Salguero. En diálogo con Página/12, Crous analiza el trasfondo cultural –y el negocio– del consumo y advierte sobre la necesidad de políticas activas del Estado en reducción de daños.

–¿Cuál es la particularidad, si la tiene, que hace potencialmente fatal el consumo de drogas sintéticas?

–Todas las drogas sintéticas actúan en el organismo produciendo cambios que pueden ser letales. El éxtasis acelera el ritmo cardíaco de manera notable y produce deshidratación. Pero lo más peligroso es la imposibilidad de controlar su contenido. Uno sabe que con la cocaína la mayor adulteración proviene de la pérdida de calidad o de la incorporación de sustancias menos costosas que simulan los mismos efectos. Las drogas naturales tienen un cimiento previsible y los usuarios son mas bien experimentados. La característica de las drogas sintéticas es que se produce con una enorme mezcla de principios activos, incluso se han detectado mezclas con un 80 por ciento de principios activos que ni siquiera están registrados en la ley de drogas. Sus efectos son totalmente imprevisibles para todos. No es identificable como peligrosa para el que la tiene, y no se puede diferencias muchas veces una de otra.

–Cada droga tiene una cultura de consumo. ¿El hecho cultural incide de alguna manera en su peligrosidad?

–El consumo de éxtasis por lo general se da en un entorno en el cual parece que todo es potencialmente menos peligroso, según la mirada de afuera: diversión controlada, entorno apacible, la empatía que genera. Las fiestas electrónicas, donde todos saben que se consumen este tipo de drogas, son permitidas y auspiciadas por el Estado. Muchas veces, incluso, son patrocinadas por marcas que venden a su vez otro tipo de estimulantes.

–El consumidor de drogas de diseño, en contraste con otras drogas, no pareciera ser estigmatizado. ¿A qué se debe?

–Las drogas de diseño no son drogas contraculturales, son pro culturales: reafirman el conjunto de valores imperante. En la mirada más común, atizada por los medios, los peligrosos son los consumidores de paco de la villa. Pero el éxtasis, que tiene un nivel de letalidad importante, no. Además, no sabemos cuántos chicos con prepaga de nivel ingresan a las guardias de hospitales de primera los fines de semana y afortunadamente no mueren, por lo que no se registra el fenómeno. Conocemos el tema cuando pasa una tragedia, pero lo presentan como si un grupo de malvados narcotraficantes se meten en la fiesta de jóvenes de clase media.

–En estos casos, el “entorno” lo facilita una empresa privada, que organiza la actividad. ¿Tiene responsabilidad en las muertes?

–Eso debe determinarlo la justicia. Pero hay otras penalidades: a la violencia en el fútbol se responde con que las hinchadas visitantes no pueden ir a la cancha y el entorno peligroso se elimina. En este caso, todos saben que es constitutivo de las fiestas electrónicas consumir drogas, que no hay alternativa de disfrute si no hay consumo. Y sucede en el centro de la ciudad. En general, hay que apuntar fundamentalmente a la comercialización: hay una puesta en escena facilitadora de este consumo.

–¿Qué herramientas tiene el Estado para prevenir?

–No creo en las respuestas policiales. La hipocresía y la ignorancia mata tanto como la sustancia. El Estado debe tomar para sí la política de información y reducción de daños. El Sedronar reparte agua en las fiestas, porque clausuran las canillas para que los pibes paguen una fortuna por una botellita de agua, y los medios se alarman, dicen que promueve el consumo. Hoy no hay ninguna campaña mas que el verso de combatir las fronteras, una nefasta estupidez tanto en el lenguaje que utilizan como en lo que hacen. Hay que hablar con seriedad, incorporarlo a educación admitiendo que los jóvenes consumen y los padres también, basta abrir el botiquín del baño para verlo. Vivimos en una cultura de abuso de sustancias. El consumo de Clonazepan en Argentina es grave. La gente está dispuesta a consumir y el Estado debe darle información para que sea responsable de su propia salud.

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