SOCIEDAD › LA EX NOVIA DEL COPILOTO ALEMAN CONTO QUE SOÑABA CON SER FAMOSO

“Algo que cambie el sistema”

Lubitz hablaba de que “todos sabrían su nombre” porque haría “algo grande”. La joven confirmó que tenía pesadillas, disimulaba lo que sentía y sufría un síndrome de burn out por el estrés laboral y personal.

Lubitz y su ex novia, que no quiere mostrar su cara ni dar a conocer su nombre.

El copiloto investigado por estrellar de forma voluntaria el avión de Germanwings en los Alpes franceses había comentado el año pasado que quería “hacer algo para cambiar el sistema y ser recordado”, declaró ayer su ex novia. La mujer confirmó que Andreas Lubitz había sufrido el síndrome de burn out o “quemado”, como se le dice comúnmente, y que es provocado por estrés laboral. En una entrevista al diario alemán Bild, la mujer de 26 años, una asistente de vuelo identificada como Maria W., recordó que su ex pareja le había dicho en una oportunidad: “Un día voy a hacer algo que cambiará el sistema entero, y entonces todos van a saber mi nombre y recordarlo”. La mujer aclaró que ella nunca supo “lo que quiso decir, pero ahora tiene sentido” frente a la realidad de una tragedia impensada.

La entrevistada confirmó que Andreas Lubitz, de 27 años, tuvo una interrupción prolongada en sus tareas habituales, en el año 2009, durante su formación como copiloto, debido a un caso de burn out, el síndrome del “quemado” por estrés laboral. Recordó que, en esos momentos, “a la noche se despertaba y gritaba ‘nos vamos para abajo’, porque tenía pesadillas”. La ex novia sostuvo que Lubitz “sabía cómo esconderles a los demás lo que pasaba en su interior”, tal como habría hecho durante los días y meses previos al vuelo que cayó en los Alpes franceses.

La entrevistada dijo que había decidido separarse de su ex novio “porque claramente se convirtió en un problema”. Maria W. dijo en la entrevista que había quedado shockeada cuando el martes se enteró del accidente en el que murieron 150 personas, entre ellas tres argentinos.

La ex novia estimó que si el copiloto fue responsable de lo ocurrido, como creen los que investigan el caso, fue porque “entendía que a causa de sus problemas de salud, su gran sueño de un trabajo en Lufthansa, como capitán y como piloto de larga distancia, era prácticamente imposible”.

Lo dicho agrega datos de importancia a lo anunciado el viernes por la Fiscalía de Düsseldorf, en el sentido de que el copiloto tenía un certificado médico de baja por enfermedad psiquiátrica que había roto y ocultado a la empresa; la recomendación de los médicos que lo asistían tenía vigencia hasta el martes 24 de marzo, día del accidente.

Los fiscales señalaron que el copiloto “ocultó a su empleador y a su entorno profesional” su enfermedad. Los medios alemanes profundizaron ayer la información y el Die Welt hizo saber que los investigadores que llevaron a cabo el allanamiento en la casa de Lubitz encontraron evidencias de que había sido “tratado por varios neurólogos y psiquiatras”. La publicación precisó que se halló gran cantidad de medicinas utilizadas para enfrentar enfermedades mentales, pero que no hay signos de alguna adicción a drogas prohibidas o al alcohol.

El diario The New York Times, por su parte, citó dos fuentes anónimas de la investigación que aseguran que el copiloto buscó tratamiento para problemas de la vista que podrían haber puesto en peligro su capacidad para seguir trabajando al mando de un avión.

Los investigadores franceses de la caída del Airbus A230 de la empresa Germanwings creen que el copiloto rechazó abrirle la puerta de la cabina al comandante y accionó el descenso del avión “con voluntad de destruirlo” por razones que se desconocen. Así lo informó el fiscal de Marsella encargado del caso, Brice Robin. Sobre la base del audio de la caja negra que se recuperó, comentó que el copiloto aprovechó que el comandante dejó la cabina, se presume que para ir al baño, para encerrarse en el lugar y tomar el mando de la aeronave.

Otro piloto de Germanwings narró al Bild que compartió vuelo con Lubitz, al que por momentos dejó solo en la cabina, aunque no recordó ninguna actitud que le llamara la atención. El piloto Frank Woiton, de 48 años, precisó que el copiloto le había expresado “lo feliz que era” y su idea de que “pronto volaría largas distancias” porque “quería convertirse en comandante”. A pesar de la hipótesis principal sobre la decisión suicida de Lubitz, los investigadores franceses aclararon que no se ha descartado totalmente la posibilidad de una falla en el avión.

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