EL PAíS › OPINIóN

Hay que pasar el semestre

 Por Fernando D´addario

La derecha clásica argentina hacía uso de la propaganda, pero no estaba tan pendiente de un relato para convencer a la gente. En principio, porque ni siquiera necesitaba convencer a la gente. Si se complicaba la cosa tenía tanques y aviones para respaldar sus políticas. Pero hay que reconocerle, al menos, que se mostraba orgullosa de ser liberal y conservadora. Reivindicaba a “los elementos sanos de la sociedad” y no se preocupaba por lograr que los otros “elementos”, los despreciables, se sintieran ingenuamente incluidos entre los “sanos”. Lo que hacían como clase dirigente era lo mejor para la Argentina y punto. Inclusive la frase del capitán ingeniero Alvaro Alsogaray: “Hay que pasar el invierno”, era una suerte de “jódanse”, asociada a la inclemencia fatalista del calendario. En cambio, la actual apelación mística al “Segundo semestre” es la zanahoria que Cambiemos ubica ahi cerca, pero jamás al alcance, para no reconocerse aquí y ahora como lo que es. La necesidad de un relato para conservar la esperanza de los incautos les impide gritar a viva voz sus privilegios de clase, la vanidad de pertenecer a “los elementos sanos”. Por eso tuvieron que camuflar las asperezas del viejo lenguaje conservador con las vaguedades del nuevo discurso neoliberal.

Más allá de los exabruptos de funcionarios que cada tanto se sinceran y abandonan el libreto, el giro lingüístico ha sido exitoso: logró imponer un sentido común con implicancias profundamente ideológicas a través de slogans que invitan a una pretendida desideologización. A diferencia de las viejas proclamas, que todo el tiempo justificaban el “trabajo sucio” por el bien de la Patria, hoy los neoliberales no suelen decir lo que dicen. Toman partido hasta en los más mínimos detalles, pero se amparan en una falsa neutralidad. Porque:

- Cada vez que dicen “esto no es ni de derecha ni de izquierda”, da la casualidad de que el que lo dice siempre es de derecha y lo que propone también es de derecha.

- Cada vez que dicen “no queremos que se meta la política en esto, solo pensamos en los vecinos”, hay que agarrarse bien fuerte porque lo más probable es que sea el Poder Económico el que se esté metiendo en política a espaldas de los vecinos.

- Cada vez que dicen “la gente hoy no discute si (Aerolíneas, YPF, etc) es pública o privada, lo que importa es que funcione”, hay que interpretar que harán todo lo posible para que no funcione, así le abren camino a una privatización salvadora.

- Cada vez que dicen “queremos reglas económicas claras”, lo que buscan es impunidad para el saqueo.

- Cada vez que dicen “basta de jueces garantistas, que de una vez por todas se aplique la ley”, en realidad están apoyando a los verdaderos jueces “garantistas”, esto es, los que garantizan la perpetuación del status quo.

La vieja derecha se permitía la cortesía de la sinceridad brutal porque gobernaba, tranquila, con el garrote de las sucesivas dictaduras. La nueva derecha neoliberal, culposa y en democracia, ideó un lenguaje eufemístico para ganar tiempo, a las puertas de una felicidad siempre diferida. Claro que por las dudas tiene el garrote a mano.

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