EL PAíS › GUILLERMO MONTENEGRO SE NEGO A CONTESTAR LAS PREGUNTAS DE OYARBIDE

Una visita a tribunales sin decir palabra

 Por Irina Hauser y
Raúl Kollmann

El ministro de Seguridad y Justicia porteño, Guillermo Montenegro, entregó el viernes un escrito al juez Norberto Oyarbide y se negó a contestar preguntas. En el texto asegura que no tuvo ninguna relación con Ciro James y que las llamadas realizadas por el espía en la zona de su cartera pudieron haber sido hechas desde dependencias de la Policía Federal, como la Obra Social, un cuartel de bomberos o la comisaría 24ª, que también quedan por allí. El problema es que James no tenía razones para estar tantas veces en esas dependencias y, como mínimo, registra dos entradas oficiales en el ministerio. Montenegro reafirmó su recusación a Oyarbide, un incidente que debe ser resuelto por la Cámara de Casación, pero que seguro será rechazado. El próximo miércoles declara Mauricio Macri.

Durante la semana que terminó, la causa registró dos importantes declaraciones de responsables de la Universidad de La Matanza (ULM), Cristian Cabral y Rolando Echave, quienes negaron que hubieran recomendado a James al gobierno de la ciudad y, más concretamente, al Ministerio de Educación porteño, donde el espía fue contratado. La administración de Macri dijo en estos meses que James llegó al gobierno porteño por recomendación de la ULM, pero Cabral y Echave, los dos señalados por el propio Narodowski, no sólo dijeron que no recomendaron a James sino que ni siquiera sabían que el espía trabajaba en Educación. Ahora, el gobierno porteño debe explicar cómo y por qué le pagaba 7000 pesos por mes a James. Los indicios apuntan a Andrés Ibarra, un hombre de extrema confianza de Macri, que fue gerente general de Boca Juniors. Narodowski sugirió que de la mano de él James llegó a Educación.

Durante su declaraciòn indagatoria, el ministro de Seguridad no aceptó preguntas de Oyarbide ni de su secretario letrado, Gustavo Russo.

El punto más urticante de la indagatoria a Macri, el miércoles próximo, será la intervención ilegal al teléfono de su cuñado. El cuadro de situación es que su policía preferido, Jorge “Fino” Palacios, al que puso al frente de la Metropolitana, tenía un subordinado que se dedicaba al espionaje y con el que cruzó 190 llamadas. Pero entre los espiados no estaba cualquiera, sino su cuñado, Daniel Leonardo, con quien el clan Macri mantenía un fuerte conflicto. El jefe de Gobierno ha sugerido que el espionaje fue obra de su padre y que él no tuvo nada que ver. El problema es que de los dos protagonistas de la historia, uno era Palacios, íntimamente ligado con el jefe de Gobierno, y el otro, James, con un contrato más que irregular en la cartera de Educación porteña.

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