Como ex directivo de Goldman Sachs dice que la entidad financiera no es lo que era y rechaza el elitismo y enriquecimiento extremo de Wall Street. Como conservador repudia a la cúpula republicana, la considera parte de la burocracia de Washington y reivindica la llamada “alt-right”, “derecha alternativa” surgida de la radicalización de la base republicana que durante el mandato de Barack Obama se volcó hacia expresiones racistas y xenófobas como el Tea Party. Provocador, polémico y, para muchos, racista y misógino, Stephen Bannon no es un funcionario más en el gabinete de Donald Trump: será estratega jefe, el principal consejero del gobierno y el encargado de llevar a la Casa Blanca la voz de la extrema derecha blanca que empujó al magnate neoyorquino hasta la victoria y fue repudiada en la campaña por las cúpulas demócrata y republicana por igual. 
Nacido en Norfolk, Virginia, muy cerca de una base de la Marina estadounidense, Bannon se alistó de joven en esa fuerza para pasar cuatro años a bordo de un destructor, antes de obtener un puesto en el Pentágono, donde compaginó el trabajo con un máster en la Universidad de Georgetown. Por intermedio de la Escuela de Negocios de Harvard dio el salto a Wall Street, donde trabajó en Goldman Sachs antes de crear su propia firma de inversiones, con la que tuvo sus primeros contactos con el mundo del espectáculo y de los medios.
A fines de los 90 saltó a Hollywood, donde produjo películas y programas y dirigió documentales ensalzando la figura del ex presidente Ronald Reagan, también sobre el Tea Party o acerca de la republicana Sarah Palin. 
Con Breitbart, su portal, se convirtió finalmente en una voz popular de la extrema derecha. Como su director, creció al calor de rumores, teorías conspirativas y titulares políticamente incorrectos lanzados contra las elites empresariales y políticas, con un tono abiertamente racista y misógino contra un rol cada vez más activo de las minorías y las mujeres en la sociedad y el poder. 
Se hizo conocido en Breitbart por títulos como “¿Preferirías que tu hijo tuviese feminismo o cáncer?”, alabanzas a la bandera confederada (emblema del Sur esclavista durante la guerra civil), y en los últimos meses por una defensa apasionada y no cuestionadora de Trump y sus propuestas más radicales.
La figura de Bannon es tan extrema para la escena de Washington que la cadena de noticias Bloomberg, un medio con muy buen vínculo con Wall Street, lo calificó como el operador político más peligroso en Estados Unidos. Desde el bando demócrata, el saliente líder de la minoría oficialista en el Senado, Harry Reid, fue más duro con el nuevo asesor presidencial. “La elección de Steve Bannon por parte del presidente electo Trump como su principal asesor señala que los supremacistas blancos estarán representados en los niveles más altos en la Casa Blanca de Trump”, alertó el veterano dirigente. 
Reid no fue el único en vincular a Bannon con los supremacistas blancos, sector racista de Estados Unidos muchas veces representado por el Ku Klux Klan. El Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses acusó a la web de Bannon de publicar “historias misóginas y racistas contra las mujeres, gente de color e inmigrantes” y describió a Bannon como un nacionalista blanco. “Su nombramiento envía el inquietante mensaje de que las teorías conspiratorias antimusulmanas y la ideología nacionalista blanca serán bienvenidas en la Casa Blanca”, advirtió el director ejecutivo de ese Consejo, Nihad Awad.