EL MUNDO › LA POSTERGACIóN DE UNA MEDIDA CONJUNTA ATENTA CONTRA EL DESTINO DE MILES DE PERSONAS QUE LLEGAN A ITALIA

Europa no sabe qué hacer con los migrantes

La situación no sólo fue dramática cuando la policía empezó a sacar a los inmigrantes de la playa de Ventimiglia, a un paso de la frontera con Francia. En Milán, cientos de indocumentados ocuparon la estación de trenes.

 Por Elena Llorente

Página/12 En Italia

Desde Roma

Fue desgarrador ver llorar a las mujeres, agarrándose con fuerza al brazo del compañero o al pequeño hijo, cuando la policía trató de sacarlos de las rocas de Ponte San Ludovico, en Ventimiglia, a un paso de la frontera con Francia. Allí se habían instalado hace cinco días a la espera de que los dejaran pasar. Porque la policía de frontera francesa, argumentando los tratados de Schengen y de Dublín que, entre otras cosas, obliga a los migrantes a quedarse en los países donde llegan hasta ser identificados y ver si reúnen las condiciones para pedir asilo, los bloquearon en Italia. Eran lágrimas de desesperación porque no saben dónde irán a parar, si los mandarán a sufrir de nuevo en sus países o los dejarán finalmente partir hacia otras naciones europeas como ellos quieren. Son en su mayoría inmigrantes venidos de Eritrea y de Siria, las mujeres con las cabezas cubiertas, los niños jugando como pueden entre las piernas de las madres y las piedras. Los eritreos, que según la ONU son la mayoría, llegaron, como los más de 36.000 inmigrantes que han anclado en las costas italianas en los últimos seis meses, desafiando todo tipo de peligros.

Primero cruzaron cientos de kilómetros por el desierto del Sahara, cargados como bolsas en camiones semidestruidos que a veces los abandonan en medio de la nada. Pasan a través de Sudán y Egipto para llegar a Libia, donde a menudo tienen que esperar y para pagar el alojamiento, las mujeres muchas veces son obligadas a prostituirse. Desde un puerto libio se embarcan para Italia. Pero para la mayoría de ellos, Italia es sólo un punto de llegada. Su destino final es Alemania, Gran Bretaña, Francia, y otros países del norte de Europa, donde muchos tienen familiares. Los sirios a menudo parten de algún puerto de Turquía, pagando varios miles de dólares a los traficantes.

A las rocas de Ponte San Ludovico la policía llegó por sorpresa. Nadie entendía lo que sucedía. Algunos lloraban, otros gritaban o hacían resistencia pasiva y la policía entonces los arrastraba por la fuerza hasta los micros de la Cruz Roja que los conduciría a la estación de Ventimiglia. Allí deberán ser identificados para ver si pueden gozar de la condición de refugiados. Si se trata de simples inmigrantes que escaparon de sus países por razones económicas, serán deportados. Más de 300 migrantes, a veces familias enteras, estuvieron acampados en las rocas junto al mar de Ventimiglia y en las calles aledañas.

La situación no sólo ha sido dramática en Ventimiglia. En la capital económica de Italia, Milán, la ciudad rica, la ciudad de las finanzas y donde se está realizando la muy internacional Expo 2015, cientos de otros inmigrantes ocuparon la estación de trenes, un magnífico edificio de fines de 1800, transformado ahora en campamento donde la gente duerme por el suelo o acurrucada en algún rincón, a la espera de que organismos de solidaridad, les lleven un plato de comida como ha sucedido, y de poder partir.

Mientras tanto en Luxemburgo se realizó el martes una reunión extraordinaria de los ministros del Interior de la Unión Europea, encabezada por el italiano Angelino Alfano. El ministro italiano había caracterizado la actitud de Francia como una “bofetada a Europa” y, de hecho, no se presentó en la rueda de prensa que hicieron al concluir la reunión, los ministros de Francia y Alemania. “Buscamos soluciones para enfrentar un problema complicado. Y para ello hay que evitar la confusión y apuntar a la cooperación. Tenemos confianza en la amistad entre nuestros países y en nuestra costumbre de cooperar”, dijo el ministro alemán Thomas De Maiziere. Al parecer los dos países se habrían manifestado favorables a la propuesta de redistribuir en Europa a aquellos que piden asilo y de crear centros especiales, financiados por la UE, donde los migrantes puedan ser identificados y se decida si tienen derecho al asilo y dónde irán a parar. Pero para eso se requiere tiempo. En Luxemburgo no hubo decisiones y todo ha sido reenviado, una vez más, a la reunión del Consejo Europeo que se hará el 25 y 26 de junio en Bruselas. Según Alfano, hay que tirar abajo “el muro de Dublín”. A la no decisión europea, se agregan las protestas y amenazas de parte de algunas regiones y ciudades italianas controladas por la derecha de Forza Italia y la Liga Norte, que dicen que no dejarán entrar más migrantes y amenazan sanciones a los municipios de su área que presten ayuda.

Pero para entender estas fugas masivas de gente que escapa como sea, hay que ver un poco la historia de esos países. No hay que olvidar que los dos principales países de donde vienen estos inmigrantes, tienen una historia relacionada con Europa. Y el Viejo Continente se transforma para muchos de ellos en una especie de meta milagrosa para la propia sobrevivencia. Desde 1890 Eritrea fue una colonia italiana. En torno de 1935-38, la mitad de la población de Eritrea era italiana. En 1941, en cambio, fue ocupada por los ingleses que intentaron anexarla a Sudán o Etiopía. Dependió de Etiopía hasta su independencia en 1993, cuando el Frente de Liberación Eritreo y el Frente de Liberación del Pueblo Eritreo (marxista apoyado por la URSS), mediante una guerra que duró varios años, expulsó a los etíopes de su territorio. Pero ambos bandos se enfrentaron a su vez en otra guerra civil que terminó con un referéndum guiado por la ONU, que transformó a Eritrea en un país independiente. Desde entonces, está en manos de una misma persona, Isaias Afewerki, una suerte de presidente-patrón como lo han llamado algunos. El país es muy pobre, la corrupción está muy difundida, hay una sola universidad y está cerrada, los jóvenes deben hacer un servicio militar obligatorio desde los 17 años y por tiempo indeterminado. Los que trabajan, tienen sueldos de 10 euros al mes aproximadamente. Según estadísticas de la ONU, los eritreos son la etnia más numerosa entre los inmigrantes que llegan por el Mediterráneo.

Si se trata de Siria, conquistada por el Imperio Otomano (turcos) estuvo bajo su dominio entre 1517 y 1920, momento en el que fue ocupada por Francia hasta 1946. Ese año consiguió su independencia. De ahí en más pasó por varios cambios de gobierno y guerras. La familia Assad está al frente del gobierno desde 1970. Primero el padre, Hafiz, luego el hijo y actual presidente, Bashar al Assad. En 2011 estalló una guerra civil entre las fuerzas gubernamentales y la oposición que los expertos han colocado en el contexto de la llamada “primavera árabe” que derrocó a varios dictadores en los países del norte de Africa. Son tres grupos principales los que participan de la guerra, los kurdos que son originales del norte de Siria, el ejército regular sirio y los extremistas islámicos, que poco a poco han adquirido más presencia en el territorio. Según la ONU, al menos 200.000 personas han muertos en este conflicto entre 2011 y 2014. Se habla de unos cuatro millones de sirios que han escapado del país.

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Varios inmigrantes permanecían ayer en la playa de la ciudad de Ventimiglia, fronteriza con Francia.
Imagen: EFE
 
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