EL MUNDO › AL MENOS 61 MUERTOS EN UN ATENTADO CONTRA LA COMUNIDAD CHIITA EN PAKISTAN

Vuelan una mezquita repleta de fieles

Una bomba hizo colapsar el techo y enterró bajo los escombros a la concurrencia, en medio de un sermón. El atentado fue reivindicado por el Jundullah, un grupo escindido del talibán paquistaní que le brinda apoyo a la organización terrorista Estado Islámico.

Al menos 61 personas murieron ayer y decenas resultaron heridas en un atentado contra una mezquita chiíta en el sur de Pakistán, que se atribuyó a un grupo afiliado al Estado Islámico. El ataque ocurrió en la ciudad de Shikarpur poco después de finalizar los rezos del viernes, el día sagrado de los musulmanes.

Había alrededor de 400 personas en el edificio del Imambargah, nombre con el que se llama en Pakistán a las mezquitas de los chiítas. “El imán estaba en el medio de su sermón cuando sucedió la explosión”, afirmó un testigo. La estructura de la mezquita colapsó y enterró a varios de los heridos bajo los escombros. Las personas que se encontraban cerca del edificio sacaron a los heridos y los subieron a automóviles que los trasladaron a hospitales. Residentes locales dijeron que no había suficientes ambulancias y que el ejército envió más tarde vehículos adicionales para trasladar a las personas a centros asistenciales y colaborar con las labores de rescate. Su tarea se vio obstaculizada por las estrechas calles de Lakhi Dar, el barrio donde se produjo el ataque.

El jefe de la policía de Shikarpur, Saquib Ismail Memon, explicó que todavía no se pudo determinar si el atentado fue provocado por un objeto dejado en el templo o por un atacante suicida. “Estamos tratando de establecer la naturaleza de la explosión. Un escuadrón de desactivación de bombas examina el lugar”, afirmó Memon.

Mohabbat Ali Bablani, residente de Shikarpur, dijo que cuatro de sus primos murieron en la explosión, mientras que su amigo perdió a sus cinco hijos. “Todos sus hijos murieron. Habían ido juntos a ofrecer oraciones y ellos fallecieron en la explosión”, dijo Bablani. “La zona está salpicada de sangre y hay un fuerte olor a quemado, la gente grita desesperada. Esto es un caos”, dijo un residente que se encontraba en el lugar.

El atentado fue reivindicado por el Jundullah, un grupo escindido del talibán paquistaní que desde el año pasado le brinda apoyo a la organización terrorista Estado Islámico. “Nuestra meta fue la mezquita de la comunidad chiíta, ellos son nuestros enemigos”, dijo Fahad Marwat, portavoz de la organización. Estos grupos radicales con frecuencia apuntan a las mezquitas donde ora la minoría chiíta, a la que estos grupos considera infieles. El grupo militante previamente se había atribuido también la responsabilidad de otros ataques contra los chiítas y otras minorías religiosas, incluyendo un atentado suicida que tuvo como blanco a una iglesia anglicana en Peshawar, que mató a 85 personas.

El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, repudió el ataque a la mezquita. “Pakistán está saliendo de un momento difícil. El gobierno está comprometido con erradicar la amenaza del terrorismo y el extremismo del país”, dijo el mandatario. El ataque se produjo en el momento en que el primer ministro estaba presidiendo una reunión con altos funcionarios del gobierno en la ciudad de Karachi, para examinar la aprobación de un plan nacional de acción de 20 puntos para erradicar el terrorismo y el extremismo. El mismo surgió a causa del ataque ocurrido en diciembre contra una escuela pública en la localidad de Peshawar, que mató a más de 130 estudiantes. El plan incluye reintroducir la pena de muerte, establecer tribunales militares para acelerar procesos judiciales y ampliar la influencia del ejército en áreas dominadas por tribus.

El líder del partido chiíta Majilis Wahdat Muslimeen (MWM), Mohammed Amin Shaheedi, anunció tres días de luto y convocó a una huelga de hambre para el día de hoy, en protesta por el atentado de ayer.

Por su parte, el ex teniente de las fuerzas armadas de Pakistán Moinuddin Haider expresó que cree que Arabia Saudita e Irán están detrás de la escalada de violencia que mató a miles de personas en los últimos años. “Todo el mundo sabe que hay países de la región que apoyan a una u otra facción, librando una guerra en nuestro territorio. Creo que esto es muy claro y Pakistán está tratando de ver cómo detener esta situación”, afirmó el militar retirado.

Las minorías religiosas de Pakistán, entre ellos los ahmadíes, cristianos e hindúes, dicen que el gobierno hace muy poco para prevenir los ataques contra ellos. Los chiítas representan alrededor de un quinto de la población paquistaní, país de mayoría sunnita. Según Humans Rights Watch, más de 800 chiítas han muerto en ataques desde principios de 2012.

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Policías inspeccionan una parte de la mezquita chiíta que resistió la bomba.
Imagen: AFP
 
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