Traigan las cámaras, enciendan las luces y quizá las eternas peleas de los políticos en el Capitolio se avergonzarán lo suficiente como para comenzar a moverse nuevamente con la astronómica y revisada reforma de salud de Estados Unidos. Esa, por lo menos, es la última táctica del presidente Barack Obama, quien invitó a los demócratas y a los republicanos a tomar parte en una cumbre de medio día para impulsar la reforma de salud con él como anfitrión en la Casa Blanca el 25 de febrero y que será televisada en vivo.

Enfrentado a un lento derrumbamiento de su principal prioridad interna desde la sorprendente victoria el mes pasado del republicano Scott Brown en la carrera por la banca de Teddy Kennedy en el Senado, Obama emitió la invitación en una entrevista con Katie Couric de CBS News antes del partido del Super Bowl el domingo. En parte es una respuesta a la crítica que recibió de que se ha olvidado de una de sus promesas claves de la campaña de elección: hacer que las cosas sean más transparentes en Washington. Las tortuosas negociaciones del año pasado fueron caracterizadas por tratativas a puertas cerradas e intercambio de concesiones. El impulso a la reforma de salud también fue una burla a su promesa de aportar un nuevo espíritu de bipartidismo a Washington.

Pero hay algo más en juego. Obama recibió notas altas después de una reunión televisada a fines de enero con los miembros republicanos del Congreso cuando contestó preguntas y los desafió vigorosamente a tomar parte constructiva en el debate de la reforma de salud. Una vez más, está tratando de que sea más difícil para los republicanos sólo mantener una posición de negativa durante los últimos doce meses sin ofrecer nada positivo.

“Quiero consultar de cerca con nuestros colegas republicanos”, le dijo a Couric. “Quiero pedirles que pongan sus ideas sobre la mesa. Quiero volver y tener una reunión grande con republicanos y demócratas para revisar, sistemáticamente, todas las mejores ideas que haya para poder avanzar.”

La llamada a la cumbre también establece una fecha final para que los demócratas inventen una forma que aprobar el paquete de la reforma aunque Brown les haya robado la supermayoría en el Senado que los protegía de la amenaza de las obstrucciones de los republicanos. Esto podría significar que la Cámara de Representantes aprobara más o menos el mismo paquete de reformas que fue aprobado por el Senado la víspera de Navidad. Los republicanos ahora estarán bajo presión para presentar propuestas alternativas, aunque los funcionarios de la Casa Blanca ayer indicaron que Obama no tenía intención de comenzar de cero como han sugerido algunos. “Esto no es comenzar nuevamente”, dijo un funcionario. “No se equivoquen sobre eso. Venimos con un plan. Ellos pueden traer su plan.”

Mientras los objetivos de Obama siguen siendo los mismos –expandir la cobertura del seguro para los que no lo tienen y bajar las primas– el alcance de la reforma es limitado si se quiere llegar a un compromiso. Recientemente, el presidente ha comenzado a decir en lugar de “reforma de salud”, “reforma de seguro de salud”.

La última evidencia del aumento de los costos –un alarmante aumento de 39 por ciento en primas de la más grande aseguradora de salud de California Anthem Blue Crosss– fue citada por Obama. “Ese es un retrato del futuro si no hacemos algo ahora”, dijo. “Va a seguir golpeando a las familias, las pequeñas empresas y grandes empresas, va a ser un enorme drenaje en la economía. Tendremos que hacer algo al respecto.”

Sin duda los republicanos asistirán a la cumbre: está por verse si dejarán su postura de obstruccionistas de la reforma. Mitch McConnell, el líder del Senado por la minoría, dijo que saludaba “la oportunidad de compartir ideas con el presidente”, añadiendo: “Sabemos que hay un número de temas con apoyo bipartidario con los que podemos empezar cuando el proyecto de ley de 2700 páginas esté encajonado”.

De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.