DEPORTES › CUENCA PERDIO POR NOCAUT TECNICO ANTE EL RUSO TROYANOWSKY

Caída con escándalo incluido

Luego de que el boxeador le dijera en el sexto round al árbitro que ya no veía, éste dio por terminada la pelea que se llevó a cabo en Kazán, Rusia. Tras la decisión, los asistentes del argentino y su representante, Osvaldo Rivero, protagonizaron un bochorno.

 Por Daniel Guiñazú

Troyanowsky festeja la victoria. Cuenca observa a un costado.
Imagen: Captura TV.

La derrota por nocaut técnico en el 6º round de César Cuenca a manos del ruso Edward Troyanowsky ayer en Kazán (Rusia), empeoró la crisis de malos resultados que viene golpeando al boxeo argentino a nivel internacional. Y lo hizo de la peor manera, rodeada de una polémica que en verdad no fue tal y que magnificó la actitud patoteril del rincón de Cuenca y de sus manejadores, Osvaldo Rivero y su joven hija Natalia.

Nada hay que reprocharle a la decisión que adoptó ayer el árbitro estadounidense Dave Fields sobre el ring y que despojó del título welter junior de la Federación Internacional a Cuenca (63,200), quien encaraba su primera defensa. El estilista argentino había recibido un certero ascendente de izquierda sobre su pómulo derecho y, visiblemente conmovido, se aferró del cuerpo de Troyanowsky (63,150) para no caerse. Los dos boxeadores rodaron por la lona y cuando se levantaron, Cuenca le manifestó al árbitro varias veces que no veía. Como no dio muestras claras de querer seguir en pelea, Fields no dudó y actuó con acierto: retiró a Cuenca del combate y decretó la victoria por nocaut técnico de Troyanowsky.

Cuenca aceptó la derrota como un caballero. En silencio y sin quejas. Con enorme tristeza. Pero quienes lo rodeaban desataron un bochorno. Mario Tedesco (su técnico principal) y sus hijos (asistentes en la esquina) tomaron de los brazos al árbitro estadounidense y a los gritos, lo zamarrearon culpándolo por su decisión. Mientras que abajo del cuadrilátero, Osvaldo Rivero vociferaba a voz en cuello contra Fields y las autoridades de la Federación y su hija Natalia le decía “negro de mierda” al tercer hombre sobre el ring.

Resultó penoso verlo perder así a Cuenca el campeonato del mundo que tanto persiguió durante tanto tiempo. Y su condición de invicto que se quedó a una pelea de la marca de Floyd Mayweather (48 a 49). El argentino había tenido un buen comienzo a base de la agilidad de sus piernas y la velocidad de su 1-2. Pero del 4º asalto en adelante, Troyanowsky pareció encontrar el hilo de la pelea. Al momento de la definición, ya mandaba a partir de sus golpes rectos y fuertes y de unos ascendentes poderosos que levantaban la cabeza de Cuenca.

Al amparo de una resolución más confusa que polémica, Rivero le pedirá a la FIB que ordene un desquite directo. Como boxeador y como persona, Cuenca largamente lo merece. Pero sus segundos y sus manejadores no deberían gozar de esa nueva chance. No supieron perder. Y mancharon con un nuevo escándalo a un boxeo argentino que en este 2015, en casi todos los planos, ha vuelto a desencontrar su rumbo.

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