CULTURA › CONMOCION Y EMOTIVIDAD POR LA MUERTE DEL ESCRITOR GABRIEL GARCIA MARQUEZ

El escritor en su laberinto

Por pedido de la familia, sólo habrá una ceremonia el lunes en el Palacio de las Artes de Ciudad de México. Su cuerpo ya fue cremado y Aracataca, su pueblo natal en Colombia, pidió que descansaran en su casa-museo.

 Por Silvina Friera

El largo adiós ha comenzado; es el momento del duelo. La muerte de Gabo, el narrador y periodista que cautivó a varias generaciones con su prosa de ritmo hipnótico hilvanada para preservar la oralidad, es el fin de un mundo. Quizá sea el epílogo del “boom latinoamericano”, del escritor que supo conquistar millones de lectores y una popularidad en el territorio de la literatura, que cuesta imaginar que se podrá alcanzar en un futuro no tan lejano. Tenía que suceder lo que está sucediendo: América latina y el mundo se despiden del autor de Cien años de soledad, evocando fragmentos de sus obras, leyendo a viva voz en la puerta de su casa mexicana o en la funeraria donde han trasladado sus restos, que fueron cremados ayer en una ceremonia privada. Cada quien, a su manera, elige cómo agradecer y despedirse. Gabriel García Márquez murió el Jueves Santo, en México, a los 87 años. No habrá honras fúnebres por pedido de su familia. El próximo lunes se realizará un homenaje en el Palacio de Bellas Artes, en el Distrito Federal, para recordar su legado. Las autoridades de Aracataca, su pueblo natal en Colombia, pidieron que las cenizas del Premio Nobel de Literatura sean llevadas al museo levantado en la casa de sus abuelos maternos, donde pasó los primeros años de su vida.

“El mundo y en particular los pueblos de Nuestra América hemos perdido físicamente a un intelectual y escritor paradigmático. Los cubanos, a un gran amigo, entrañable y solidario”, escribió el presidente cubano Raúl Castro a Mercedes Barcha, la viuda de Gabo. En la escueta misiva, el hermano del líder de la Revolución Cubana destacó que “la obra de hombres como García Márquez es inmortal”. Los medios cubanos publicaron sendos artículos que el escritor y Fidel Castro se dedicaron mutuamente en 2008 y 2009. “Nuestra amistad fue fruto de una relación cultivada durante muchos años en que el número de conversaciones, siempre para mí amenas, sumaron centenares”, comentó Fidel Castro en 2008. Por su parte, el narrador colombiano ensalzó a Castro al afirmar que el líder revolucionario cubano es un hombre “incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal”. Casa de las Américas, institución cultural dirigida por el poeta cubano Roberto Fernández Retamar, se despidió del autor de La hojarasca a través de un comunicado: “Cuando a finales de 1936 falleció Miguel de Unamuno, Jorge Luis Borges dijo que el primer escritor de nuestro idioma acababa de morir. Hoy, ante la desaparición de Gabriel García Márquez, debe repetirse la sentencia. Sólo que García Márquez era, además (y es), uno de los mayores escritores en la historia de la literatura”, se lee en el primer párrafo. “Los cubanos admiramos en Gabo, junto a su genio literario, su constante defensa de la Revolución Cubana y su amistad fraternal con Fidel. En el ejercicio de aquella defensa, Gabo prestó grandes servicios, dando muestras de valor y desinterés. En general se identificó con causas nobles a lo largo de su vida. Esa vida acaba de ser interrumpida, pero de él puede decirse lo que Auden escribió a la muerte del gran poeta Yeats: ‘Se convirtió en sus admiradores’. Los numerosísimos y crecientes admiradores de Gabriel García Márquez no lo dejarán morir”, concluye el comunicado de Casa de las Américas.

El presidente francés François Hollande lamentó la muerte de García Márquez, del que dijo que es “un gigante de la escritura que dio brillo mundial al imaginario de todo un continente”. “Maestro del realismo mágico, recreó en sus novelas barrocas y poéticas una América latina soñada y dio a la literatura hispánica una de sus mayores obras maestras, Cien años de soledad”, señaló Hollande. El presidente francés planteó que el genio de Gabo alcanzó un “impacto universal” gracias al Nobel de Literatura que obtuvo en 1982. “Sus artículos de periodista comprometido y su infatigable combate contra el imperialismo le convirtieron en uno de los intelectuales sudamericanos más influyentes de nuestro tiempo”, agregó el mandatario francés. Aurélie Filippetti, ministra de Cultura de Francia, expresó su “viva emoción” por la muerte de un “inmenso escritor” al que consideró “patrimonio de la humanidad entera”. Las novelas del narrador colombiano, “tan brillantes como melancólicas, contienen una dimensión universal, una poesía incomparable y una gran lección de humanismo”, celebró Filippetti en un comunicado en el que destacó que el autor de Relato de un náufrago “es considerado como el escritor en español más importante desde Cervantes”, y que su obra “fue leída y traducida en el mundo entero”.

Aún no se sabe el destino final de los restos de Gabo. Primero decretó cinco días de duelo por la pérdida del “ilustre hijo” de Aracataca, pueblo ubicado en el departamento de Magdalena, en el norte del país, donde el escritor colombiano nació un 6 de marzo de 1927. Tufith Hatum, alcalde de Aracataca, manifestó su deseo de que las cenizas del autor de El coronel no tiene quien le escriba reposen en la Casa Museo –donde nació y vivió hasta los ocho años–, que abrió sus puertas en marzo de 2010. “Le hacemos esta petición con todo respeto a los familiares de Gabriel García Márquez y al gobierno nacional para ver si esas cenizas pueden reposar acá, en la Casa Museo”, precisó el alcalde cataquero (gentilicio de los nacidos en Aracataca). Además anunció que el próximo lunes los cataqueros realizarán un sepelio simbólico a la misma hora del que se llevará a cabo en México. En un mural de ese pueblo del Caribe colombiano hay una frase del escritor: “Me siento latinoamericano de cualquier país, pero sin renunciar nunca a la nostalgia de mi tierra: Aracataca, a la cual regresé un día y descubrí que entre la realidad y la nostalgia estaba la materia prima de mi obra”.

Gabo visitó por última vez Aracataca el 30 de mayo de 2007, luego de 24 años de ausencia. El escritor llegó en un tren que partió de la ciudad de Santa Marta para inaugurar lo que las autoridades locales denominaron la “Ruta de Macondo”. Cuando la singular locomotora –que fue pintada con llamativas mariposas amarillas, uno de los elementos literarios que García Márquez usó en su obra cumbre– llegó a la tradicional estación de Aracataca, una multitud recibió al autor de Crónica de una muerte anunciada y sus acompañantes con gritos de alegría y con una pancarta en la que se leía: “Bienvenido al mundo mágico de Macondo”. Sin embargo, a pesar del pedido del alcalde, los cataqueros se mostraron un tanto indiferentes ante la muerte del célebre escritor. En diálogo telefónico con la agencia AP, Plinio Apuleyo Mendoza, amigo de Gabo, recordó que el escritor visitó muy poco el pueblo. “Realmente no estuvo vinculado después a Aracataca, entonces la gente se siente un poco distante de él”, aseguró Mendoza.

La escritora mexicana Angeles Mastretta auguró que dentro de mil años “habrá quienes estén leyendo” a García Márquez. “Yo ahora estoy penando al Gabo, a su sonrisa en vilo, a sus brazos, a sus dedos largos. Me cuesta trabajo penar al escritor, entre otras cosas porque se da el gran lugar común de todos estos días: el escritor se queda en sus libros”, advirtió la ganadora del Premio Rómulo Gallegos en 1997, premio que el escritor colombiano obtuvo en 1972. A pesar del cliché, Mastretta reconoció que “se queda en sus libros y se va a quedar no ahora, no para nosotros, porque dentro de 500 años y dentro de mil, si existimos, habrá quienes estén leyendo al Gabo”. “No sé quién gobernaba el mundo cuando Cervantes escribió el Quijote, y nadie se va a acordar de quién gobernaba América cuando el Gabo escribió estas cosas clarísimas y convirtió este continente nuestro en la cosa esencial que es en sus libros, pero la gente sí va a saber quién era el escritor y qué cosas dijo.” Sobre lo que significó para su propio trabajo la obra de García Márquez, la autora de Mal de amores explicó que “hay que escribir leyendo al Gabo para no copiarle”. La escritora mexicana añadió: “Como él se hizo de una voz en la que nos cuenta tan bien, hay tantas cosas que nos pasan que él dijo tan bien dichas, que hay que leerlo para no repetirlo. O para repetirlo de distinto modo”. Además de su legado literario, Mastretta subrayó que uno de los recuerdos más entrañables que ella tiene es que nunca lo escuchó hablar mal de nadie. “Sí lo oí una vez regañarnos porque estábamos criticando, como uno suele hacer, no sé ni a quién. Y de repente dijo: ‘Basta, tanta gente tan bonita a la que le va tan bien hablando mal de otros. No lo puedo soportar’. ¡Qué ejemplo!”, sentenció.

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Imagen: AFP
 
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