CONTRATAPA

Miedo

 Por Eduardo “Tato” Pavlovsky *

–Por eso te digo a veces pienso el otro día a la noche sí el otro día cuando salí al balcón había muchas estrellas me di cuenta cuántas y pensé vos sabés digo que sé yo me parecieron miles nunca tantas pensé que si nosotros somos una de tantas.

–¿Cómo?

–Si nosotros dos aquí solos con tanta gente en una y hay tantas otras que me pareció que me caía para abajo y cerré la ventana no quiero abrirla más.

Me dan ganas de tirarme qué sé yo miedo.

Sí miedo eso me da miedo.

Hay algo de maravilloso en el suicidio pienso... qué sé yo es fácil decirlo un último gesto que queda en el más absoluto misterio el último pincelazo a veces me pasa tener un estado de demasiada conciencia de mí mismo... comienzo a preguntarme cada uno de los gestos que hago digo ahora me levanto y doy vueltas en círculo por el cuarto me detengo cómo sigo toco una pared a lo largo con las manos palpando rugosidades después pienso ah ya sé ahora me tiro en la cama y hago 20 flexiones me toco la frente la nariz salgo corriendo al baño orino lo intento cuando estoy orinando pienso qué viene después de la orina.

Lo único que admiro es la intensidad de la desesperación el momento más sublime... me parece que la gente que veo hace gestos se mueve pero yo preveo el vacío ellos no parecen percibir el sin sentido y hasta parecen felices cómo se puede vivir así pienso no se dan cuenta de la inutilidad de los gestos pienso ese pobre hombre parado con su rodilla derecha doblada y el talón en la pared está silbando lo veo tocarse los genitales con disimulo y pienso que irá a hacer ahora camina unos metros tres más exactamente abraza a otro hombre sin tener conciencia de la desesperación del momento a veces pienso que no saben que van a morir y se mueven espontáneamente cuando pienso en matarme en esos estados críticos pienso...

Pienso en matarme porque el presente me parece siempre tendré que inventar siempre todos mis gestos en cada instante de mi vida es inaguantable.

–No tengo miedo. En realidad nunca tuve miedo quiero decir que no me asombra nada eso quiero decir todo es igual todo pasa como en una película vieja creo que se llamaba La carreta fantasma o creo que Angeles con caras sucias no me acuerdo en la película había un colectivo repleto de gente estaban apiñados apiñados se dice apretados unos encima de otros. El que manejaba digo el colectivero apenas podía manejar porque lo apretaban digo la gente se le ponía encima. El colectivero paró en una esquina muy solitaria como en el campo frenó de golpe creo todos se iban para adelante y se rompió el parabrisas. En una esquina había un viejo parado al lado del viejo había un cajón un ataúd con un muerto adentro el muerto tenía gusanos eso recuerdo le salían gusanos por todos los agujeros de la cara era horrible.

El colectivero le gritó al viejo ¡hay lugar para uno! ¡Hay lugar para uno! y el viejo de golpe agarró el cajón con las dos manos y tiró el muerto adentro del colectivo. La gente gritaba y el muerto se deshacía en pedazos. Yo estaba adentro del colectivo quiero decir que veía la película en el cine pero estaba adentro del colectivo quería salir nadie podía salir. El colectivero decía me parece que se reía no estoy seguro: hay lugar para uno. Yo gritaba pero ni el colectivero ni la gente del colectivo me miraban. Creo que el muerto me miraba no sé me parece no estaba adentro quería salir eso sí quería salir el viejo que estaba sentado a mi lado me insultaba decía estaba enojado porque no lo dejaba oír o algo así. Yo no entendía lo que decía no entendía las cosas que decía yo empecé a gritar de nuevo y el acomodador me sacó de un brazo.

Nada ahora me da miedo. La última vez que sentí miedo fue ese día lo recuerdo bien. Creo que no volví a sentir miedo ahora no tengo miedo nunca más sentí miedo.

* Psicoanalista. Autor, director y actor teatral.

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Escena de La carreta fantasma (1921), de Victor Sjöström.
 
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