El 30 de abril se apagó la vida del escritor, poeta, ensayista y guionista de cine, Paul Auster.

Auster nació en Newark, New Yersey, Estado Unidos de Norteamérica el 3 de febrero de 1947.

Abatido por un cáncer de pulmón que lo obligó a recluirse en su hogar, al que metafóricamente su compañera de vida la escritora Siri Hustvevdt denominó "cancerland", Auster murió rodeado de su biblioteca que ocupaba todas las paredes de su habitación de piso a techo.

La prosa de Paul Auster posee un especial magnetismo, logra interpelar a quien se acerque a sus relatos, sean novelas, diarios o poemas, lo que Julio Cortázar, a quien admiraba, planteaba como "lectores activos".

En efecto, laS lecturaS de Leviatán, La música del azar, El país de las últimas cosas, La invención de la soledad, Ciudad de cristal, El cuarto cerrado o el Diario de invierno son invitaciones lacerantes a recorrer los laberintos de la condición humana.

La propia condición humana es exhibida en esos textos como plagada de equívocos, avatares y hasta del azar.

Influenciado por escritores como Edgar Allan Poe, Franz Kafka y Jorge Luis Borges, Auster tiene voz propia y señala cómo las cicatrices que nos va generando la existencia, son imborrables en los cuerpos y en las conciencias.

Paul Auster ya no está entre nosotros y su partida coincide con el retorno de las protestas de estudiantes y docentes universitarios en Columbia, Austin, Los Angeles y Princeton.

Marcamos esto porque Auster militó activamente en 1968 cuando cursaba en la Universidad de Columbia cuando manifestaban contra la cruenta participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam.

Un hombre en la oscuridad y Baumgartner son también novelas emblemáticas de Paul Auster que nos seguirán acompañando en estos tiempos sombríos.